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Ventana Abierta

Conflictos de interés: hay que empezar de nuevo
Antonio Ugalde y Núria Homedes

Las manipulaciones de datos clínicos que satisfacen a la industria farmacéutica responden con mucha frecuencia a los conflictos de interés de los científicos. Por ello, muchas revistas científicas incluyendo las más prestigiosas exigen la declaración de conflictos de interés de los autores.

La Asociación Estadounidense de Psiquiatría (American Psychiatric Association APA) ha instituido una política de información obligatoria de los conflictos de interés de los científicos que participan en la preparación de la quinta edición del Manual de Diagnóstico y Estadística de Desórdenes Mentales (DSM). Un artículo publicado en la revista PLoS-Medicine [1] indica que esta política no ha reducido los conflictos de interés económicos de los integrantes de los paneles que han preparado esta edición del DSM.

Los autores han documentado que en la quinta edición hay más participantes con conflictos de interés (70%) que en la anterior (57%), que se preparó antes de que existiera la política. En la 5ta edición el 83% de los contribuyentes a la sección de desórdenes psicóticos y todos los que contribuyen a la sección de desórdenes de sueño tienen conflictos de interés. A parte de señalar las limitaciones de la política instituida por APA, el artículo concluye que la transparencia que produce la declaración de los conflictos es insuficiente para reducir el potencial sesgo y proteger la integridad del DSM. En su opinión, la información obligatoria transforma el sesgo secreto en sesgo conocido; con frecuencia el exceso de información tiene confunde al lector al inundarlo con datos que acaban oscureciendo la realidad; y una vez que se ofrece la información de los conflictos de interés se transfiere al lector la responsabilidad de decidir el impacto que tiene en el análisis presentado, mientras que el autor queda bien al hacer la declaración y se exime de explicaciones adicionales sobre la forma en la que ha recogido y manejado los datos.

Las limitaciones de la política de APA y de las revistas científicas que exigen la declaración de los conflictos de interés como condición para publicar el artículo ha sido retomado por los editores de PLoS-Medicine en una editorial cuyos puntos principales presentamos a continuación [2].

Los editores asumen correctamente que los conflictos de interés económicos impiden objetividad e integridad en la práctica de la medicina. Señalan que en el caso de APA, por los escándalos que se han documentado de artículos escritos por fantasmas (ghost writers) y firmados por psiquiatras de gran prestigio, por tratarse de la asociación médica que recibe mayor financiación de la industria farmacéutica y por las limitaciones señaladas por Cosgrove y Krimsky [1] persistirán las dudas de la imparcialidad de la 5ta edición.

Pero los editores de PLoS Med van más allá. Según ellos, las ciencias sociales [3] han ofrecido evidencia de que las políticas de declaración de conflictos de interés permiten a los médicos ofrecer consejos viciados ya sea a través de exageraciones para reducir la crítica anticipada por la declaración o simplemente porque una vez advertidos de los conflictos de interés la persona receptora queda responsable de interpretar la información, lo que en el mundo empresarial se explicaría con el famoso “caveat emptor” (el comprador está informado del riesgo) [4]. Lowenstein et al [3] han demostrado que los pacientes confían en que sus médicos nunca les engañarán deliberadamente y por tanto no piensan que los consejos que reciben puedan estar viciados por conflictos de interés [3].

Podemos entender la posición del médico como un transmisor de información. Como el médico no es el emptor (el comprador) no se preocupa de informarse del riesgo. Aunque se preocupara no le resultaría fácil porque su conocimiento de farmacología es limitado y depende de la información que recibe de la industria farmacéutica y de las revistas científicas. Si una parte de estas últimas reproducen información sesgada resulta difícil que el médico pueda, aunque quisiera, advertir del riesgo al paciente que es el comprador. Y en muchos casos los prescriptores no son especialistas. De acuerdo a la Alianza Nacional de Proveedores Profesionales de Psicología de EE UU (National Alliance of Professional Psychology Providers), los médicos generales prescriben el 80% de los psicotrópicos recetados en los EE UU [4].

Como concluyen los editores de PLoS Med, si la política de información de conflictos de interés aumenta el sesgo, entonces ha llegado el momento de cambiar el rumbo y empezar de nuevo a discutir y debatir la forma de cómo manejar los conflictos de interés en medicina [2].

Referencias

  1. Cosgrove L, Krimsky S. 2012. A comparison of DSM-IV and DSM-5 panel members’ financial associations with industry: A pernicious problem persists. PLoS Med 9(3): e1001190. doi:10.1371/journal.pmed.1001190
  2. The PLoS Medicine Editors. 2012. Does conflict of interest disclosure worsen bias? PLoS Med 9(4): e1001210.doi:10.1371/journal.pmed.1001210
  3. Loewenstein G, Sah S, Cain DM. 2012. The unintended consequences of conflict of interest disclosure. JAMA 307: 669-670.
  4. Aldhous P. 2012. Many authors of psychiatry bible have industry ties. New Sciencist. 13 de marzo. http://www.newscientist.com/article/dn21580-many-authors-of-psychiatry-bible-have-industry-ties.html
  5. NAPPP. National Alliance of Professional Psychology Providers. 2011. Failure to Serve. A White Paper on the Use of Medications, Washington DC: NAPPP.
modificado el 28 de noviembre de 2013