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Revista de Revistas
 
La aspirina y la prevención primaria de coronariopatías. (Aspirin for primary prevention of coronary events).
Lauer MS
New England Journal of Medicine 2002; 346 (19):1468-1474
 
 

Este artículo resume lo que se conoce sobre el uso de la aspirina para prevenir coronariopatias y establece las pautas de utilización.

El concepto de prevención primaria en cardiopatía isquémica implica el tratamiento deliberado de individuos sin enfermedad clínica pero con factores de riesgo claramente relacionados con la enfermedad, con el objetivo de evitar la aparición de sucesos coronarios. La hipertensión, el hábito tabáquico, el sedentarismo o la hipercolesterolemia son factores de riesgo bien conocidos sobre los que se realiza prevención primaria de cardiopatía isquémica.

También la actividad plaquetaria y los procesos inflamatorios son factores que influyen sobre el riesgo de enfermedad coronaria y por tanto permiten estrategias de prevención primaria. Cualquier medida de prevención está destinada a la reducción del riesgo, absoluto o relativo, de un determinado suceso. Por lo tanto es importante conocer el riesgo absoluto de un determinado paciente a la hora de indicar o no cualquier medida preventiva de forma individual.

Los primeros estudios que sugieren que el uso continuado de aspirina reduce el riesgo de infarto de miocardio datan de los años 70. Con posterioridad se han publicado 5 grandes estudios aleatorios con aspirina que demuestran con claridad una reducción de la tasa de sucesos cardiovasculares conseguida fundamentalmente a través de la reducción en la incidencia del infarto de miocardio. La mayoría de los estudios demuestran que el uso de aspirina se asocia a un aumento del riesgo de episodios hemorrágicos graves, sobre todo de origen gastrointestinal. También alcanza valores considerables el incremento en el riesgo absoluto de hemorragias cerebrales.

La dosis recomendada de aspirina para la prevención primaria no está claramente definida. Se han utilizado dosis que oscilan entre los 75 y 500 mg/día. Sin embargo, los resultados apuntan a que en la prevención del infarto de miocardio y probablemente también en el ictus, basta con 100 mg al día. En cualquier caso, no se conoce con certeza si existe una relación directa entre la dosis de aspirina y el riesgo de hemorragia.

La mayor parte de los estudios han sido realizados con población mayoritariamente masculina por lo que no está categóricamente probado que el beneficio obtenido por la aspirina se extienda a las mujeres. Por otro lado, también existe debate sobre los efectos de aspirina en hipertensos no controlados, en este caso parece que la rentabilidad de la intervención seria menor o incluso peligrosa. Parece que es imprescindible tener un control adecuado de la tensión arterial previo a la indicación de aspirina como prevención de la enfermedad coronaria. Tampoco la diabetes ha sido específicamente estudiada en este contexto y aunque es un claro factor de riesgo par cardiopatía isquémica, el uso profiláctico de aspirina en estos pacientes podría no conseguir los mismos beneficios que en la población diabética.

Por su mecanismo de acción (inhibición de la actividad de la ciclooxigenasa-1), la aspirina podría contrarrestar los efectos hemodinámicas beneficiosos de los IECAs. Este hecho no puede ser confirmado ni excluido con los estudios disponibles en la actualidad. En el extremo contrario de esta perspectiva se sitúan los resultados de estudios observacionales que sugieren que la aspirina consigue efectos preventivos sobre algunos tipos de cáncer como los de estómago, esófago, cólon o recto.

Finalmente, entre el 5% y el 10% de los pacientes con enfermedad coronaria no muestra inhibición de la función plaquetaria con aspirina. Este subgrupo de pacientes es en general de más edad y mayoritariamente femenino y no fumador.

Las últimas guías europeas recomiendan una dosis de 75 mg diarios en pacientes con hipertensión bien controlada y en varones con un alto riesgo de enfermedad coronaria. Las recomendaciones de 1999 de la Sociedad Británica de Hipertensión indican el empleo de aspirina en pacientes mayores de 50 años cuya tensión arterial está controlada y que tengan lesión de algún órgano diana, diabetes o un riesgo de enfermedad coronaria a los 10 años de al menos el 15%.

El autor de esta revisión concluye que la aspirina probablemente reduce el riesgo de infarto de miocardio en varones mayores de 50 años. Sin embargo la decisión de iniciar el fármaco debe individualizarse en cada paciente, una vez establecido su riesgo absoluto de enfermedad. Para este cálculo recomienda el empleo de las herramientas informáticas existentes, todas accesibles en el internet.

Los pacientes con un riesgo estimado de sucesos coronarios igual o superior a 1,5% anual, deben salvo contraindicación, recibir aspirina. Cuando el riesgo es inferior al 0,6% o menor, esta actitud no estaría justificada. En opinión del autor, para valores intermedios de riesgo (entre 0,7% y 1,4%), habría que considerar factores adicionales como las preferencias del paciente o la existencia de hipertensión controlada con lesión de órganos diana, diabetes o mala forma física.

Medscape.elmundo.es. Ideas claras sobre el uso de aspirina en prevención primaria de cardiopatía isquémica. 10 de mayo del 2002

 

modificado el 28 de noviembre de 2013