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América Latina
Argentina. Sistema Nacional de Trazabilidad en marcha: Luz verde para un plan ambicioso que preocupa a los farmacéuticos. Los medios y los fines.
Nestor Caprov
Mirada Profesional, 14 de marzo de 2013
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La tercera etapa, que incluye sustancias psicotrópicas, se pondrá en marcha en estos meses. Además, la provincia de Buenos Aires se suma formalmente al sistema. Pese a los reparos lógicos de los farmacéuticos, no hay respuestas a las dudas planteadas. La maraña administrativa a la que se exponen las farmacias y las fallas tecnológicas, dos obstáculos reales para un plan que por ahora es más entusiasmo que pasos concretos.
Hace casi un año, en la sede del Colegio de Farmacéuticos de Lanús, muchos colegas marcaron algunas de las dudas que hoy sigue sobrevolando el flamante Sistema Nacional de Trazabilidad, la iniciativa del gobierno para controlar la circulación de medicamentos en todo el país. En esos días, se había puesto en marcha la primera etapa del plan, y se empezaban a ver los flancos débiles de la medida. Hoy, con la tercera etapa a punto de entrar en vigencia y con la adhesión formal de la provincia de Buenos Aires, siguen sin responderse esas preguntas que los profesionales de Lanús dejaron a la vista. Los cuestionamientos, que incluyen la falta de tiempo para seguir sumando trámites o los problemas tecnológicos, son una luz de alerta que hasta ahora las autoridades no contestan.
Pese a los reparos puestos por gran parte de los farmacéuticos el sistema de trazabilidad avanza a paso firme. En breve, las farmacias deberán trazar otros 12 principios activos, estos vinculados a psicofármacos, so pretexto de que su abuso creció en los últimos tiempos. La medida se suma a la adhesión de la provincia de Buenos Aires, que ingresó formalmente a los territorios que pondrán en marcha el sistema de control en toda la cadena de comercialización de los fármacos. La medida, que es positiva, deja muchos aspectos sin cubrir, y en este espacio se viene advirtiendo como los farmacéuticos se verán nuevamente perjudicados por una medida idealista que no tiene en cuenta el contexto de la farmacia argentina.
En primer lugar, los profesionales estamos preocupados por la falta de tiempo que ya nos abruma, y que un nuevo trámite administrativo nos dejará prácticamente en un “fuera de combate”. Como es lógico, más papeleo significa menos tiempo para la atención sanitaria, que a su vez debilita la relación con los pacientes.
Otro de los problemas se da con las necesidades tecnológicas para el sistema de trazabilidad. De manera aséptica se puede coincidir que a priori no hay que invertir demasiado, con una buena computadora acceso a Internet y no mucho más se está en condiciones de trazar. Pero otra vez lo ideal se choca con lo que sucede en el territorio. Quienes vivimos en el conurbano lo sabemos, el acceso a la red puede ser una verdadera aventura por razones técnicas. Son miles las quejas diarias de problemas de conexión, que se repiten por días, hasta por semanas, ante la nula respuesta de las empresas. Incluso algunas zonas de distritos como Lanús están virtualmente “desconectadas” de Internet, un problema real que no se tiene en cuenta en el ideal del sistema. Y no hablamos de los problemas del sistema eléctrico que nos dejan a oscuras bastante seguido… Si agregamos lo frágil que nos parece los sistemas de software de trazabilidad. Páginas caídas, tiempos chinos para realizar operaciones de este tipo, entre validaciones de las prepagas y de las obras sociales provinciales y nacionales. Todo parece semejar a un laberinto perfecto donde la salida es pura ficción. Se entra y vaya a saber cómo llegaremos a librarnos de él.
Alejar al farmacéutico del mostrador no es una buena forma de garantizar la calidad del servicio de la atención de los medicamentos. Si el profesional debe pasarse el día haciendo trámites, peleando con Internet o con su computadora, no se está aportando para un sistema más sanitario. Todo lo contrario. El farmacéutico es pieza clave en el control y en la seguridad en el manejo de los medicamentos, y la farmacia es garantía de calidad y transparencia a la hora de dispensar fármacos. Pero esto se logrará si atendemos los problemas reales y concretos que deben afrontar con este u otros planes. Como está planteado ahora, se trata de un plan muy ambicioso que encuentra del otro lado escepticismo y desánimo.
Insistimos; jamás hasta ahora criticamos las herramientas, los medios, de hecho, nos parece eso la trazabilidad; como una herramienta de garantía de calidad de los fármacos. Pero si las herramientas no se adaptan a las manos que las usan. Si las herramientas tecnológicas no están pensadas, siquiera, en que sean accesibles para cualquier farmacia independientemente de su poder económico; estaremos cayendo a nuestra forma de entender, en vicios insalvables de una buena idea.
Ya lo dijimos el año pasado: el mercado negro de medicamentos en Argentina es un peligro latente de la mano de la venta por fuera de las farmacias. El Sistema Nacional de Trazabilidad es una solución pensada para esto, pero no se puede pasar de “cero a 100”. Cuando se comienza a instrumentar operativamente este plan comienzan los problemas. Casi seguro que quienes idearon este método no pasaron jamás detrás de un mostrador, atendiendo pacientes, haciendo la tarea administrativa y pensando en evitar el colapso financiero (ver “¿Trazabilidad para todos?: la ampliación del sistema nacional argentino y los límites reales de su puesta en marcha”, del 5 de febrero de 2013). Ni nadie Estado, Obras Sociales se han preocupado en compensar económicamente a los mostradores de las farmacias por los trabajos adicionales que éste y otros sistemas implican. Solo las grandes cadenas concentradas de farmacias pueden soportar en su estructura este sobrepeso administrativo colosal. Los farmacéuticos independientes ya llevamos bastante trabajo a casa porque las horas ya no alcanzan para tanta burocracia administrativa.
Por último, llama poderosamente la atención cómo las dudas planteadas por los farmacéuticos “de a pie” no tiene eco en la dirigencia, tanto sectorial como la gubernamental. El acompañamiento acrítico a este plan, sin contener y corregir los problemas antes planteados, es una clara muestra de la falta de conducción que sufrimos. Los Colegios de Farmacéuticos vamos realizando charlas y encuentros para tratar de mejorar la relación del farmacéutico con el sistema, pero no alcanza. Los servicios de “mesa de ayuda” para explicar un laberinto tienen esa sensación de dejar una falsa impresión de trabajo gremial realizado.Y no es así. La incorporación de más de 1800 medicamentos -en algún momento- a nuestra rutina de validación, desplomará las mejores y bien intencionadas recetas pedagógicas para no alterar la paciencia boticaria.
Casi con una tercera etapa iniciada, el sistema de trazabilidad es una realidad. Nadie se hace cargo de la necesidad de realizar “un cambio cultural” paulatino, que lleva tiempo y no es automático. Un poco solos, los profesionales tratamos de adaptar ese plan ideal a las características de nuestra propia farmacia, a ese día a día que conocemos como ninguno, pero que nadie nos consultó. Una lástima. Se perdieron, propios y ajenos, un modesto “baño de realidad” que les hubiese servido para perfeccionar este sistema que hoy, perdón por el pesimismo, nace rengo.