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Los burdeles éticos: los editoriales de opinión no siempre dan a conocer los conflictos de intereses de las grandes farmacéuticas (Ethical bordellos:’ Op-eds don’t always disclose Big Pharma conflicts of interest)
Mary Chris Jaklevic
Health News Review, 9 de octubre de 2017
https://www.healthnewsreview.org/2017/10/ethical-bordellos-op-eds-dont-always-disclose-big-pharma-conflicts-interest/
Traducido por Salud y Fármacos

Las compañías farmacéuticas han estado promoviendo sus puntos de vista en las páginas de opinión de la nación a través de autores de comentarios que dan la impresión de ser expertos imparciales, y los editores no siempre identifican a estos portavoces de la industria como tales.

De acuerdo a HealthNewsReview.org, las columnas de invitados amigos de la industria farmacéutica se han publicado en las páginas editoriales de todo el país sin revelar los vínculos de los autores con la industria farmacéutica, incluyendo en el Philadelphia Inquirer, el Austin American-Statesman y USA TODAY Network.

El mes pasado, STAT News se retractó de un comentario que elogiaba a los representantes de ventas de la industria farmacéutica tras descubrir que el nombre del médico que había escrito el artículo se encontraba en la nómina de una farmacéutica. El médico, miembro de la junta directiva de Alliance for Patient Access (Alianza de acceso para los Pacientes AfPA), que está financiada por la industria, también admitió a HealthNewsReview.org que lo escribió un escritor fantasma, es decir pagado por la industria. Otro comentario en STAT, que elogiaba los anuncios de medicamentos, estaba firmado por una paciente que dijo que una firma de relaciones públicas contratada por una compañía farmacéutica la ayudó a escribirlo.

Las declaraciones de conflictos en los artículos de opinión contrastan notablemente con los de las noticias
Pero mientras se ha criticado mucho a STAT por su falta de transparencia, está claro que otras publicaciones no informan a los lectores sobre conflictos de interés en sus artículos de opinión.

Encontramos una docena de ejemplos que tienen alguna conexión con la poco conocida AfPA, que HealthNewsReview.org recientemente describió en detalle. A veces se divulgaba la afiliación de un escritor, pero sin mencionar el respaldo financiero de la organización. En algunos casos, los escritores médicos habían aceptado personalmente dinero de la farmacéutica, pero no lo revelaban.

‘Burdeles éticos’
Esto contrasta fuertemente con los estándares de transparencia en los reportajes de noticias. Edward Wasserman, decano de la Facultad de Periodismo de la Universidad de California en Berkeley, llega incluso a describir las páginas de opinión como “burdeles éticos”, donde los editores que necesitan contenido a veces son cómplices en ocultar las conexiones entre un escritor y el tema de una columna.

Wasserman dijo: “El tipo de declaraciones que se considerarían rutinarias cuando se escribe una noticia, con esto quiero decir cuando se cita a alguien, si esa persona tiene una conexión con el tema que no está clara por el contexto de la historia, hay que decírselo a los lectores: esos estándares raramente se han exigido a los colaboradores que escriben los artículos de opinión”.

No todas las evaluaciones son tan duras. “Creo que hay algo de ingenuidad por parte de los editores”, dijo Sharon Batt, autora del libro “Health Advocacy, Inc.”. Batt mencionó que durante los últimos años, se ha agudizado el escepticismo de algunos periodistas y han escrito informes más críticos de organizaciones de apoyo [a enfermos] financiadas por la industria, mientras que los editores de las columnas de opinión, que están en las mismas salas de redacción no parecen estar preguntándose dónde obtienen las organizaciones de apoyo a los enfermos su dinero.

Tres comentarios favorables a las farmacéuticas en 2017
Justo este año:

  • La red USA TODAY, una amalgama digital de datos de las publicaciones de todo el país de la empresa Gannett, publicó una columna titulada “Las compañías de seguros bloquean los tratamientos de enfermedades del corazón”, de Craig Davis, identificado como “residente de Orlando” y “defensor voluntario de pacientes de la Fundación Global Healthy Living Foundation (GHLF)”. La columna cita información del Institute for Patient Access, una organización hermana de AfPA, que muestra que se ha podido negar el acceso a un fármaco cardíaco caro, un inhibidor de PCSK9, a “miles”, e insta a los lectores a firmar una petición para “solicitar a la Asociación Nacional de Comisionados de Seguros que ayuden a enfrentar las alarmantes tasas de rechazo que enfrentan los pacientes que en todo el país tienen derecho a acceder a nuevos medicamentos innovadores que reducen el colesterol”. El artículo no mencionó que tanto el instituto como la fundación están financiados por compañías que han invertido en este medicamento. Después de que HealthNewsReview.org hiciera la pregunta, su respuesta identificó a Davis como “defensor voluntario de pacientes de la GHLF, una organización nacional sin fines de lucro, que aboga por mejor calidad de vida para las personas con enfermedades crónicas. GHLF recibe financiamiento de varias compañías farmacéuticas y biomédicas e instituciones universitarias”.
  • Austin American-Statesman publicó un artículo titulado “Proteger a los pacientes del cambio prescripción que no ha iniciado un médico”, escrito por el médico Joshua Stolow, quien se identifica como miembro de la junta de la Coalición de Organizaciones Estatales de Reumatología y miembro de la Alliance for Patient Access. El artículo abogaba por una legislación pendiente en Texas que impediría que una vez el paciente tiene una receta, los planes de salud, la puedan cambiar por medicamentos más baratos, pero igualmente eficaces. Según Dollars for Docs de ProPublica, el documento no señaló que los dos grupos con los que Stolow está afiliado están financiados por compañías farmacéuticas, y que Stolow recibió US$7.650 en pagos de compañías farmacéuticas entre agosto 2013 y 2016.
  • El Philadelphia Inquirer publicó un comentario del director ejecutivo de AfPA, Brian Kennedy, titulado “Las aseguradoras toman decisiones preocupantes sobre los nuevos tratamientos”, diciendo que las decisiones de los seguros de salud de negar la cobertura de un medicamento recientemente aprobado para la distrofia muscular de Duchenne que tiene un costo anual de US$300.000 “sienta un precedente peligroso”. Al aprobar la venta del medicamento el 2016, la FDA dijo que no había datos suficientes para mostrar que el medicamento, Exondys 51, ayude a los pacientes. El periódico identificó la afiliación de Kennedy, pero no mencionó cómo se financia AfPA, que él dirige.

Editors aren’t always open about their practices
Los editores no siempre son transparentes sobre su conducta

Los esfuerzos para averiguar cómo se publicaban estas noticias sin mencionar los lazos de sus autores con la industria farmacéutica tuvieron un éxito limitado.

La portavoz de Gannett, Chrissy Terrell, envió esta respuesta por correo electrónico: “Nuestra Cadena sigue principios éticos, que se publican en la primera página de nuestra web”. Proporcionó un enlace a las directrices, que dicen que los artículos de opinión deben cumplir “los mismos estándares de precisión que las noticias “pero no exigen que los escritores de artículos de opinión cumplan con estándares de transparencia, como lo hacen los periodistas de Gannett.

Terrell agregó: “La versión original del artículo de opinión omitió información, lo que podría haber confundido a algunos lectores, y el personal de News-Press (de Fort Myers, Florida) lo resolvió incluyendo más información junto al nombre del autor”.

Debbie Hiott, la Editora del American-Statesman nos agradeció que preguntáramos sobre las políticas de transparencia de su periódico, pero no dio detalles de cómo el periódico las implementa. Hiott dijo en un correo electrónico: “Tenemos la expectativa de que los escritores den a conocer sus conflictos de interés. Vamos a estudiar este caso y nuestros procedimientos para asegurarnos de que lo hacemos como debiéramos, y espero ver las sugerencias en su artículo”.

El editor de la página editorial del Philadelphia Inquirer, Harold Jackson, indicó que son los lectores los que deben discernir posibles conflictos y escribió en un correo electrónico: “Nuestra política al publicar comentarios de fuentes externas es identificar la organización a la que la persona representa cuando expresa una opinión y, con el permiso de esa persona, publicar su dirección de correo electrónico para que los lectores puedan contactar directamente al escritor con cualquier pregunta u observación que puedan tener. Creemos que proporciona a los lectores información suficiente para hacer su propia investigación sobre las afiliaciones del escritor. Si hay ocasiones en las que creemos que se debe publicar más información, hacemos nuestro mejor esfuerzo para proporcionarla”.

Sandra Shea, editora responsable de opinión para Philadelphia Media Network, propietaria del Inquirer, agregó: “Estas son páginas de opinión [énfasis de Shea]. Suponemos que los lectores son lo suficientemente inteligentes como para entender que los escritores de opinión pueden tener agendas. No son noticias, y por naturaleza son subjetivas. La expectativa de que informemos sobre las fuentes de financiamiento para una organización o individuo que presente una opinión no es realista, y no puedo imaginar que ninguna publicación contemple tal política”.

¿Pero es realista esperar que cada lector se contacte con el escritor para preguntar sobre posibles conflictos? Y aunque la identificación de la afiliación de un escritor pudiera ser adecuada si se trata de un grupo bien conocido, como Blue Cross Blue Shield o American Hospital Association, la mayoría de los lectores no estarían familiarizados con AfPA o GHLF. ¿No deberían los editores ofrecer información sobre grupos poco conocidos para ayudar a los lectores a evaluar los argumentos que proponen?

Charles Seife, profesor de periodismo en la Universidad de Nueva York que demandó a la FDA para obtener información sobre el proceso de aprobación de Exondys 51, el medicamento citado en la columna de Inquirer, dijo que todo se reduce a si un lector normal podría verse engañado.

Seife añadió: “Creo que es engañoso presentar a un agente de relaciones públicas, pagado por una farmacéutica para promover su producto, como una especie de defensor del paciente, así que sí, creo que la descripción al final del artículo (del Inquirer) es inadecuada”, escribió. “Hubiera estado bien si el Inquirer hubiera resuelto el problema haciendo solo un poco de investigación sobre los antecedentes, simplemente preguntándose ‘¿quiénes son estos tipos?’ hubiera sido útil. Pero, francamente, no es fácil hacer una distinción irrefutable entre grupos que son simplemente una fachada claramente engañosa, y personas y centros de investigación que reciben apoyo de la industria — si se pudiera hacer esa distinción, todo sería muy distinto”.

Algunas publicaciones piden a los autores que den a conocer sus vínculos. En el pasado, al menos, el New York Times ha requerido que los escritores de artículos de opinión firmen un acuerdo por el que se comprometen con los editores del Times a dar a conocer sus intereses financieros relacionados con el tema sobre el que escriben.

USA Today incluye esta frase en sus guías para enviar comentarios: “Si usted o un negocio, grupo comercial u otra institución con la que está asociado se beneficia financieramente o de alguna otra manera de su columna, debe revelarnos esa información en detalle. En la mayoría de los casos, también debe incluirse en el cuerpo del artículo o en la información biográfica del autor”.

El Washington Post pide a los escritores de artículos de opinión que “den a conocer cualquier interés personal o financiero en el tema en cuestión”.

“Es importante dar a conocer todo lo que pueda constituir un conflicto de interés”, dijo la encargada de las columnas de opinión del Washington Post, Margaret Sullivan, en un correo electrónico. “Esto puede hacerse describiendo la afiliación en una línea que da información sobre el autor o en cualquier nota del editor. Mientras más entiendan los lectores la procedencia del escritor, mejor”.

Las publicaciones tienen pocos incentivos para promover la divulgación de intereses
Desafortunadamente, no siempre hay un incentivo para que los editores investiguen los conflictos de interés. Se considera que los escritores externos tienen libertad para escribir y cumplen la misión de proporcionar voces diversas. Los periódicos han reducido la plantilla de personal editorial, y los grupos con intereses propios están dispuestos a intervenir y llenar el vacío de contenido. “Si la publicación no paga, alguien lo hace”, señaló Wasserman. Dijo que las secciones de opinión de los periódicos “siempre han recibido aportaciones o subsidios generosos de fuentes no divulgadas”.

Los editores pueden creer que el llevar la etiqueta “opinión” les exime de responsabilidad. “Como artículo de opinión, pueden publicar (material que reciben) con muy poco escrutinio”, dijo Lisa Graves, directora ejecutiva del Centro para Medios y Democracia, un grupo de vigilancia corporativa. “Ha sucedido con muchos artículos. Es una señal que aprueba el mundo de los blogs”.

Artículos de opinión más problemáticos
Las búsquedas en Internet y la lectura de la página web de AfPA arrojaron 12 artículos de opinión con conexiones a AfPA publicados desde 2011. Ninguno dio a conocer lazos de la industria farmacéutica. HealthNewsReview.org no buscó artículos de opinión relacionados a otros grupos respaldados por farmacéuticas. Entre los que encontramos:

  • ‘Para frenar la adicción a los opioides, ofrezca a pacientes y doctores más opciones para tratar el dolor’, en The Hill, escrito por el médico Roy Soto. Se identifica a Soto como miembro de Alliance for Patient Access. No se menciona que la alianza está financiada por dos compañías que fabrican alternativas a los opiáceos, Pfizer y Purdue Pharma. Soto recibió US$118.000 de compañías farmacéuticas en 2015, principalmente de Mallinckrodt, fabricante de Ofirmev, un acetaminofeno inyectable que se considera una alternativa a los opioides.
  • ‘Mantenga relaciones médico-paciente saludables’ en 2015, en el Chattanooga Times Free Press por el médico Joseph Huffstutter. El artículo respalda legislación estatal para “exigir a los farmacéuticos que comuniquen a los médicos los productos biológicos que dispensan” a los pacientes. Huffstutter se identifica como “reumatólogo de Chattanooga que forma parte del National Physicians Biologics Working Group (Grupo de Nacional de Médicos que Trabajan con Biológicos) con Alliance for Patient Access”. Huffstutter recibió US$404.135 de fabricantes de medicamentos desde agosto de 2013 hasta finales de 2015, con grandes pagos de fabricantes de productos biológicos de marcas tales como Stelara y Simponi.
  • ‘Sobrerregulación de medicamentos, no es la prescripción correcta’ en el Columbia Daily Tribune, por el médico Srinivas Nalamachu, miembro de la junta directiva de AfPA. Nalamachu, que defiende la eliminación de las “onerosas” regulaciones de analgésicos, recibió, según Dollars for Docs, más de US$800.000 de empresas de medicamentos entre 2013 y 2015. La publicación no da información sobre el escritor.

Pharma sigue el libro de jugadas de otras industrias
La opacidad de los artículos de opinión no es un problema nuevo. En 2011, un defensor de los consumidores se centró en la política energética, el Proyecto de Cheques y Balances, hizo campaña para mejorar la transparencia en la página de opinión del Times, y citó un artículo de opinión del Times escrito por Robert Bryce, miembro sénior del Manhattan Institute, que no mencionó los lazos del Instituto con la industria petrolera.

“Vemos al New York Times como el abanderado del periodismo”, dijo Gabe Elsner, líder del proyecto, a Columbia Journalism Review. “Creemos que pueden establecer el estándar y todos los demás probablemente lo sigan. Es una práctica de sentido común que si hay personas que emiten opiniones, los lectores sepan quiénes son y de dónde vienen”.

Por supuesto, no todos están de acuerdo con lo que constituye una divulgación adecuada, y los estándares pueden ser diferentes en las publicaciones impresas por el espacio disponible y las limitaciones técnicas.

El ex-editor público del Times [a], Arthur Brisbane—cuyo antiguo cargo fue eliminado este año—lidió con ese tema en una columna de 2011, y sugirió que las ediciones impresas incluyeran el trabajo pagado del autor mientras que las versiones web incluyeran enlaces a la organización a las que pertenece y un documento con la lista de posiciones que le devengan beneficios económicos.

Brisbane concluyó: “Estos pasos no son tan simples como quizás suenan, y, aunque se hagan bien, algunos lectores pedirán más”.

Parece claro que se necesita más escrutinio porque las páginas de opinión se utilizan como herramientas de relaciones públicas encubiertas. “Esta es una instancia en la que el editor debe actuar como proxy para el lector, que es realmente el trabajo del editor”, dijo Wasserman. “Si los editores no están haciendo eso, entonces el lector está realmente en una situación difícil”.

Notas de los editores de Boletín Fármacos: El editor público es aquel que supervisa la implementación de los principios éticos en el periódico e identifica y examina los errores y omisiones éticas y es la persona contacto con el público.

creado el 4 de Diciembre de 2020