Ética
Publicidad y Promoción
Los anuncios por TV de medicamentos de prescripción ‘hacen más daño que bien’ (TV commercials for prescription drugs ‘doing more harm than good’)
David Lazarus
Los Angeles Times, 10 de abril de 2018
http://www.latimes.com/business/lazarus/la-fi-lazarus-direct-to-consumer-drug-ads-20180410-story.html
Traducido por Salud y Fármacos
Hay pocos ejemplos más descarados de prácticas de atención médica que colocan a las ganancias de la industria por encima de los intereses del paciente que vender medicamentos de venta con receta a través de alegres comerciales de televisión de 60 segundos.
Es una receta tan infalible para la desinformación y la manipulación que casi todos los países desarrollados prohíben la práctica. Solo EE UU y Nueva Zelanda dicen que está bien.
Sin embargo, un nuevo estudio revela que las autoridades de EE UU adoptan un enfoque tan laxo respecto de los llamados anuncios dirigidos al consumidor que muchos de ellos infringen las pautas federales y, como era de esperar, la calidad de la información presentada es alarmantemente baja.
“Los anuncios no suelen representar el mejor tratamiento o medicamento disponible”, dijo Joseph Ross, profesor asociado de medicina y salud pública de la Universidad de Yale e investigador principal del estudio. “Están vendiendo productos”.
La preocupación, me dijo, “es que estos anuncios están haciendo más daño que bien”.
No espere cambios. La FDA, que bajo el presidente Trump está revertiendo las regulaciones gubernamentales, está considerando aún más margen para que las compañías farmacéuticas promuevan medicamentos que requieren receta.
“Está permitido porque se hace una interpretación amplia de los derechos de libertad de expresión”, dijo Ross. “La pregunta es si esta información es precisa y útil, o si estas compañías están gritando ‘fuego’ en una sala de cine abarrotada”.
Casi todo el mundo desarrollado, incluyendo la Organización Mundial de la Salud, dice que es lo último.
El principal problema, dicen, es que se trata de problemas médicos complicados, y simplemente no se puede comunicar todo lo que un paciente necesita saber para tomar una decisión informada en menos de un minuto.
Como resultado, según el estudio de Yale, “la información provista es poco fiable y potencialmente engañosa”.
La industria farmacéutica, huelga decirlo, ve las cosas de manera diferente. Se presenta como un amigo para los pacientes, esforzándose ante todo para sanar a los enfermos y salvaguardar al público.
Pharmaceutical Research and Manufacturers of America, la cámara de la industria farmacéutica, dice que los anuncios dirigidos al consumidor están “diseñados para proporcionar información científicamente precisa a los pacientes para que estén mejor informados sobre sus opciones de atención médica y tratamiento”.
Dice que dicho marketing “alienta a los pacientes a visitar a sus médicos para tener conversaciones importantes sobre la salud que de otro modo no se darían”.
Sí, por supuesto, poner primero a los pacientes, eso es lo que trata de conseguir la industria farmacéutica.
O puede ponerse del lado de los médicos que están atendiendo a los pacientes, que dicen que los anuncios de medicamentos dirigidos al consumidor son peligrosos.
La Asociación Médica Americana pidió la prohibición de tales anuncios en 2015, argumentando que los miles de millones de dólares que las compañías farmacéuticas gastan en mercadotecnia aumentan los precios e “inflan la demanda de medicamentos nuevos y más costosos, incluso cuando estos medicamentos pueden no ser apropiados”.
El estudio de Yale analizó casi 100 anuncios de medicamentos dirigidos al consumidor que se emitieron en EE UU entre enero de 2015 y julio de 2016. Los investigadores encontraron que aproximadamente tres cuartas partes de los anuncios eran para afecciones crónicas como la artritis y la diabetes, el tipo de enfermedades que garantizan el negocio.
También encontraron que, a juzgar por los personajes principales de los anuncios, la mayoría se dirigen a mujeres jóvenes o de mediana edad.
Según los investigadores: “Ninguno de los anuncios contenía información cuantitativa sobre los riesgos o efectos secundarios”, lo que significa que los espectadores no llegaron a conocer todos los peligros potenciales de un medicamento.
No menos preocupante, “el 13% de los anuncios de medicamentos para la diabetes sugerían usos no aprobados para la pérdida de peso y la reducción de la presión arterial”.
Esto es significativo. Según las normas actuales de la FDA, los medicamentos recetados solo se pueden comercializar para fines aprobados, como una píldora para la diabetes que ayuda a controlar el azúcar en la sangre. Los beneficios no verificados, es decir, los usos no aprobados, no pueden promoverse.
Sin embargo, Ross dijo que su equipo vio anuncios de medicamentos para la diabetes tipo 2 que venían a decir: “Este medicamento no está indicado para perder peso, sin embargo, hemos descubierto que algunos pacientes pierden peso”.
“Los abogados dicen que esto no promueve explícitamente un uso no aprobado”, me dijo, “pero Ud. también podría decir que sí”.
Por supuesto que lo hace. La diabetes tipo 2 es más común entre las personas obesas y con sobrepeso. ¡Como si no tuviera más interés que un comercial de televisión diga que una píldora podría ayudar a bajar kilos!
Stephanie Caccomo, una portavoz de la FDA, se negó a comentar sobre el estudio de Yale.
Dijo que la agencia está considerando flexibilizar sus reglas sobre el uso de medicamentos para usos no aprobados “como parte de nuestros esfuerzos continuos por proteger y promover mejor la salud pública a la luz de los desarrollos científicos en curso y las consideraciones de la 1ª Enmienda” (libertad de expresión).
Las compañías farmacéuticas gastaron más de US$6.000 millones el año pasado en publicidad directa al consumidor, según la firma de consultoría Kantar Media. En 2016, el año más reciente para el que hay estadísticas disponibles, se emitieron más de 770.000 anuncios de este tipo. Esto representa el enorme incremento de 65% desde 2012.
Le pregunté a PhRMA, la representante de la industria, si tenía alguna reacción al estudio de Yale que encontró que los anuncios de medicamentos dirigidos al consumidor pueden ser engañosos y potencialmente violar las reglas federales.
Priscilla VanderVeer, una portavoz, respondió citando un estudio de 2003, financiado en parte por compañías farmacéuticas, que no encontró “que en general, los anuncios de medicamentos dirigidos a los consumidores no causaron ningún efecto adverso”.
También citó una encuesta de 2012 realizada por una revista de bienestar que concluye que los anuncios de medicamentos hacen que muchos consumidores se sientan “más involucrados con su atención médica”.
No es exactamente una refutación de los hallazgos de Yale, pero está bien.
La senadora Claire McCaskill (D-Mo.) el mes pasado volvió a presentar un proyecto de ley para eliminar la desgravación fiscal que las compañías farmacéuticas obtienen por sus miles de millones de dólares en gastos de mercadotecnia, una legislación a la que los legisladores republicanos se han opuesto sistemáticamente.
Aunque a todas las empresas se les permite desgravar “gastos ordinarios y necesarios”, incluyendo los de marketing, los críticos dicen que no hay nada ordinario y necesario sobre los anuncios de medicamentos dirigidos al consumidor. Ni siquiera fueron un factor que la industria tuviera en cuenta hasta 1997, año en el que la FDA relajó sus pautas publicitarias.
En un informe reciente, la Academia Nacional de Ciencias dijo que las compañías farmacéuticas “gastan mucho más en marketing y administración que en investigación y desarrollo”.
Pidió al Congreso que “rechace la publicidad directa al consumidor de medicamentos de prescripción como un gasto comercial desgravable de impuestos” para reenfocar las prioridades de los fabricantes.
Según una encuesta de 2016, la mayoría de los estadounidenses cree que los medicamentos recetados no deberían publicitarse en la televisión,.
¿Dónde nos pone eso?
Por un lado, los anuncios de medicamentos dirigidos al consumidor son rechazados por médicos, académicos, autoridades sanitarias mundiales, casi todos los demás países desarrollados y la mayoría de los estadounidenses.
Por otro lado, están respaldados por compañías farmacéuticas multimillonarias.
Así que supongo que estamos atrapados por ellas.