Ensayos Clínicos
Gestión de los Ensayos Clínicos, Metodología y Conflictos de Interés
Para los científicos que buscan curar la enfermedad de Alzheimer, las matemáticas se están poniendo feas (For scientists racing to cure Alzheimer’s, the math is getting ugly)
Gina Kolata
The New York Times, 23 de julio de 2018
https://www.nytimes.com/2018/07/23/health/alzheimers-treatments-trials.html
Traducido por Salud y Fármacos
La tarea a la que se enfrenta Eli Lilly, la gran compañía farmacéutica, parece lo suficientemente simple: encuentre a 375 personas con enfermedad de Alzheimer temprana para un nuevo ensayo clínico audaz que apunta a reducir o detener la pérdida de memoria.
Hay 5,4 millones de pacientes de Alzheimer en EE UU. Usted pensaría que sería fácil encontrar participantes para un ensayo como este.
Pero no lo es. Y el problema tiene enormes implicaciones para el tratamiento de una enfermedad que aterroriza a los estadounidenses mayores y ha estresado a un gran número de familias.
La Fundación de la Plataforma Global para el Alzheimer, que está ayudando a reclutar participantes para el ensayo de Lilly, estima que, para comenzar a encontrar participantes, deberá informar sobre la iniciativa a entre 15.000 y 18.000 personas en los grupos de edad adecuados.
De estos, casi 2.000 deben pasar la selección inicial y ser seleccionados para superar pruebas adicionales y ver si califican.
Solo el 20% cumplirá con los criterios para inscribirse en el ensayo de Lilly: deben tener entre 60 y 89 años, tener una pérdida de memoria leve pero progresiva durante al menos seis meses y tener dos tipos de exámenes cerebrales que demuestren que tienen Alzheimer.
Sin embargo, en los ensayos de Alzheimer la tasa típica de fracaso de detección es 80%, dijo John Dwyer, presidente de la fundación. Simplemente no hay una buena manera de diagnosticar rápidamente la enfermedad.
El oneroso proceso de localizar a solo 375 pacientes ilustra una verdad sombría: encontrar pacientes en los que probar nuevos tratamientos para la enfermedad de Alzheimer se está convirtiendo en un obstáculo insuperable, sin importar cuán prometedor sea el ensayo.
Con el escáner cerebral, las pruebas de laboratorio y las pruebas de memoria, el costo del diagnóstico es desalentador, puede llegar a US$100.000 por persona que se inscriba en un ensayo, dijo Dwyer, incluso antes de comenzar el tratamiento experimental.
Para complicar el problema, el número de ensayos ha crecido mucho en los últimos años. Hay más de 100 estudios de Alzheimer que buscan la friolera de 25.000 participantes, dijo el Sr. Dwyer.
Para que todos pudieran reclutar su muestra, primero se debería informar a 37,5 millones de pacientes en el grupo de edad correcto. Diez por ciento sería referido a un centro de investigación para las pruebas de despistaje.
Solo el 4% avanzará y será evaluado, y de estos, un poco más del 17% se retirará, dada la tasa actual, dejando aproximadamente a 125.000 para ser examinados. Y con una tasa de fracaso de detección del 80%, eso deja a 25.000 participantes de los 37,5 millones que fueron informados al inicio.
Los números lo aclaran: no hay forma de que los científicos encuentren a 25.000 participantes para todos los ensayos de Alzheimer que han sido aprobados.
“La ironía es que la ciencia nunca ha sido más prometedora”, dijo Dwyer. “¿Cuántos medicamentos prometedores serán abandonados o su evaluación será postpuesta? Algunas iniciativas prometedoras quedarán sin explorar”.
Estas pruebas no solo son caras; hasta ahora, han sido costosos fracasos.
En su mayor parte, los investigadores se han centrado en un objetivo que parecía obvio y accesible: una proteína, el beta amiloide, que comienza a acumularse en el cerebro de los pacientes años antes de que empiecen a tener problemas de memoria. Se cree que es el primer signo de la enfermedad de Alzheimer.
Durante más de una década, las compañías intentaron una y otra vez con medicamentos anti-amiloides para retardar o detener la enfermedad, gastando miles de millones de dólares en ensayos clínicos. Solo Lilly invirtió más de US$3.000 millones. Pfizer, después de una serie de fracasos, anunció en enero que abandonaba la carrera del Alzheimer por completo.
Sin embargo, la necesidad sigue siendo tan urgente como siempre. Todavía no se ha encontrado ningún tratamiento para retardar la enfermedad cerebral degenerativa
Lilly tiene una ventaja: es una compañía bien conocida que puede permitirse el esfuerzo de reclutar rapidamente. Está estudiando una combinación de dos medicamentos, el primer tratamiento de este tipo.
Aun así, el reclutamiento para el ensayo será difícil, dijo el Sr. Dwyer: Otros nueve ensayos están buscando pacientes con pérdida leve de memoria.
Algunos buscan pacientes que no presenten síntomas de Alzheimer, pero que tienen afecciones genéticas o biomarcadores, como las proteínas del cerebro, que hacen que sea muy probable o casi seguro que desarrollen la enfermedad. Otros científicos están buscando personas cuya enfermedad de Alzheimer ya está en marcha.
Peor aún: la mayoría de los pacientes de Alzheimer nunca piensan en participar en un ensayo.
No hay medicamentos exitosos que puedan alimentar el interés. Los pacientes son ancianos y simplemente llegar a los centros de investigación puede ser difícil. Y los pacientes de Alzheimer tienden a ser atendidos por médicos privados que no conocen o sugieren ensayos.
El estigma de la enfermedad de Alzheimer contribuye a que haya una tendencia natural entre los pacientes y sus familiares a negar u ocultar signos tempranos de pérdida de memoria.
“Puede tomar mucho tiempo obtener un diagnóstico”, dijo la Dra. Ira Goodman, director médico de neurociencia en Bioclinica Research en Orlando, Florida, un centro donde se realiza el ensayo de Lilly. “Incluso los médicos de atención primaria dicen: ‘Oh, no te preocupes por eso, simplemente estás envejeciendo'”.
Otra razón por la que los ensayos pudieron haber fallado: los diagnósticos de la enfermedad de Alzheimer son erróneos con más frecuencia de lo que generalmente se acepta. Por lo tanto, los pacientes que ingresaron a los ensayos para los medicamentos contra el Alzheimer podrían no haber tenido la enfermedad.
La Dra. Goodman y sus colegas estudiaron los cerebros de 382 pacientes que antes de morir habían sido diagnósticados con demencia. Las autopsias mostraron que en 89 de ellos la enfermedad de Alzheimer no fue la causa de la demencia.
Sin embargo, a 58 de esos 89 pacientes, o el 65%, se les había dicho incorrectamente que tenían Alzheimer.
Con un nuevo tipo de escáner cerebral, que rara vez se utiliza en los consultorios médicos, el diagnóstico de la enfermedad de Alzheimer puede ser más preciso.
Daniel Skovronsky, el científico jefe de Lilly presionó vigorosamente para que se hiciera el nuevo ensayo, argumentando que los estudios anteriores involucraron medicamentos más débiles y probaron solo un medicamento a la vez.
Por lo tanto, su plan es usar un medicamento experimental que evite la producción del amiloide venenoso y otro medicamento experimental que elimine el amiloide ya producido en el cerebro.
Un tercio de los pacientes recibirá un placebo, un tercio obtendrá uno de los medicamentos más un placebo y un tercio obtendrá ambos medicamentos. “La dosis será alta”, dijo el Dr. Skovronsky. “El objetivo es deshacerse del 90% de la placa existente y bloquear el 90% de la producción de placa”.
“Si no hacemos nada no sabremos el resultado”, agregó el Dr. Skovronsky.
Algunos expertos que no participan en el estudio son optimistas.
“Es un experimento realmente importante y es muy probable que funcione”, dijo el Dr. Randall Bateman, investigador de Alzheimer en la Escuela de Medicina de la Universidad de Washington en St. Louis.
“Esta es la vanguardia, combinar dos medicamentos”, dijo el Dr. Paul Aisen, investigador de la enfermedad de Alzheimer en la Universidad del Sur de California. “Creo que va a funcionar”.
El reclutamiento comenzó en diciembre. Entre los pacientes que se han inscrito está Vicki Staehr, de 72 años, que vive en Orlando, Florida, con su hijo y su nuera.
“No puedo recordar nada por más de unos pocos segundos”, dijo en una entrevista telefónica. “Si me preguntaste qué almorcé hoy, no podría decírtelo”.
Su bisabuela y su abuela tenían demencia, dijo, así que se dio cuenta de que en su familia había una tendencia a desarrollar Alzheimer.
Ella vio como se deterioraba su abuela y supo lo que la enfermedad hace a la gente. Hace aproximadamente un año, se dio cuenta de que su memoria estaba empezando a fallar. Fue aterrador, dijo Staehr.
Cuando su neurólogo sugirió pruebas para ver si calificaba para el estudio de Lilly, estaba sorprendida e intrigada.
“No estoy segura de que me ayude”, dijo la Sra. Staehr. “Pero si pudiera ayudar a alguien más. Ya sea que lo consigas o no, estar sin hacer nada es terrible “.
Corrección: 31 de julio de 2018.
Una versión anterior de este artículo omitió un paso en el cálculo realizado por la Global Alzheimer´s Platform Foundation del número de personas con pérdida de memoria temprana que tendrían que ser contactadas para completar todos los ensayos aprobados. Del 10% referido a los centros de investigación, el 4% procederá con las evaluaciones; no es cierto qie el 20% de ellos abandone.