Ética
Entrevistas
‘Necesitamos urgentemente cambiar el proceso’: ¿Cúan ‘lentas, opacas e inconsistentes pueden ser las respuestas de las revistas a la mala conducta? (‘We badly need to change processes’: How ‘slow, opaque and inconsistent’ journals’ responses to misconduct can be)
Retraction Watch, 29 de noviembre de 2019
https://retractionwatch.com/2019/11/29/we-badly-need-to-change-processes-new-papers-show-how-slow-opaque-and-inconsistent-journals-responses-to-misconduct-can-be/
Traducido por Salud y Fármacos
Dos investigadores de Japón, Jun Iwamoto y el fallecido Yoshihiro Sato, han ido escalando lentamente en nuestra clasificación de retracciones (https://retractionwatch.com/the-retraction-watch-leaderboard/), hasta alcanzar las posiciones 3 y 4. Tienen esa dudosa distinción porque un grupo de investigadores de la Universidad de Auckland y de la Universidad de Aberdeen se han pasado años analizando su trabajo (https://www.sciencemag.org/news/2018/08/researcher-center-epic-fraud-remains-enigma-those-who-exposed-him). Estos investigadores, mientras continúan con su esfuerzo, han analizado cómo las revistas responden a las acusaciones y qué efecto ha tenido la mala conducta de Sato e Iwamoto en la literatura clínica. Pedimos a tres de los autores que han contribuido a dos artículos publicados recientemente que respondieran algunas preguntas.
Alison Avenell, Mark Bolland y Andrew Gray (AA, MB, AG): Recientemente hemos publicado dos artículos. El primero, en Ciencia y ética de la ingeniería (SEE) (https://link.springer.com/article/10.1007%2Fs11948-019-00152-w) analizó cómo 15 revistas respondieron a nuestra inquietud por las publicaciones duplicadas, las transgresiones de autoría y los errores en los datos publicados. El segundo artículo, publicado en BMJ Open (https://bmjopen.bmj.com/content/9/10/e031909), tomó una muestra de informes de ensayos clínicos retractados y analizó si habían influido en las guías clínicas, revisiones sistemáticas, otras revisiones y en los ensayos clínicos.
Ambos artículos se refieren a un caso importante de mala conducta en investigación, liderado por dos investigadores japoneses, Yoshihiro Sato y Jun Iwamoto, actualmente tercero y cuarto en la clasificación de Retraction Watch. Es posible que hayan afectado a más de 70 revistas y 300 publicaciones. Primero, en 2013, tras concluir un análisis estadístico y metodológico detallado de un subgrupo de 33 informes de ensayos clínicos de estos autores, expresamos nuestra preocupación sobre los investigadores a una revista. Otros habían escrito a las revistas mucho antes, en 2004-2007, pero no se hizo nada. Desde 2013, mientras intentamos preservar la integridad de la literatura académica e investigamos otras publicaciones de este grupo, aprendimos mucho y obtuvimos detalles desalentadores sobre la renuencia de las revistas y la academia a investigar y corregir con prontitud los problemas relacionados con la integridad de la información.
Una característica sorprendente del caso Sato / Iwamoto fue que, aun cuando se sabía que había habido mala conducta en el transcurso de su investigación, no se estableció ningún proceso para evaluar de forma sistemática la integridad de todas las publicaciones de esos investigadores. Así que terminamos asumiendo nosotros ese trabajo. Muestro artículo en SEE, recopila y presenta nuestras preocupaciones, de forma estructurada y con algo de traslape, sobre un conjunto de ensayos con animales, lo que nos permite evaluar sistemáticamente las respuestas, los procesos y las decisiones de las revistas / editores afectados.
Los problemas consistieron en: regalos de autoría (es decir otros habían escrito los artículos), informes que no reconocen la publicación previa de los datos, errores y discrepancias, y no informar sobre la financiación. Descubrimos que las respuestas de las revistas eran lentas. Por ejemplo, solo la mitad de las revistas acusó recibo de nuestras inquietudes en un periodo de un mes, y al cabo de un año menos de la mitad había comunicado una decisión. Eran opacas: a pesar de haber recibido una lista de preocupaciones específicas, ninguna de las cartas de decisión las abordó por completo, y la mayoría no lo hizo en absoluto. No fueron consistentes: la naturaleza y el número de inquietudes (por ejemplo, la cantidad de datos duplicados) que generaron las publicaciones fueron similares, pero a veces no se consideró necesaria ninguna acción, mientras que otros documentos fueron corregidos o retractados.
En nuestro artículo de BMJ Open, analizamos si los 12 informes de ensayos retractados influyeron en las guías clínicas, revisiones sistemáticas y de otro tipo, y en los ensayos clínicos. Encontramos que 68 de estas publicaciones habían citado los informes de los ensayos retractados, pero solo uno identificaba públicamente la retracción. De las 32 revisiones y guías, 13 tenían hallazgos o recomendaciones que probablemente hubieran sido diferentes si no se hubieran incluido los informes de los ensayos retractados. Es probable que si en 2004-2007 se hubieran explorado las preocupaciones iniciales de otros investigadores, la base de evidencia que tenemos ahora sería diferente. Ahora no hay un mecanismo para iniciar procesos para mitigar el impacto de la investigación retractada en el trabajo de otros, en las guías clínicas o en las políticas públicas.
RW: En uno de sus documentos, descubrieron que “13 guías, revisiones sistemáticas u otras revisiones probablemente cambiarían sus hallazgos si se eliminaran los informes de los ensayos afectados, y en otros ocho no estaba claro si los hallazgos serían diferentes”. ¿Cuan significativos eran esos documentos? es decir, las agencias reguladoras utilizaron alguno de estos 21 documentos, o se utilizaron de alguna forma que pudieran haber tenido un impacto directo en las personas.
AA, MB, AG: es difícil estar seguros de si afectaron la atención al paciente, pero es probable. Organizaciones influyentes elaboraron las guías afectadas. Una revisión sistemática sobre el uso de Vit K para prevenir de fracturas osteoporóticas de cadera que se publicó en JAMA Internal Medicine, no demostró tener ese efecto cuando se retiraron los ensayos retractados. Esta revisión sistemática es la única evidencia que aparece citada en las guías publicadas en 2011 para apoyar el uso de vitamina K para tratar la osteoporosis en Japón.
Las guías estadounidenses para la osteoporosis de 2007, que publicó la Agencia de Investigación y Calidad de la Atención Médica (Agency for Healthcare Research and Quality AHRQ), utilizaron únicamente los informes de los ensayos afectados para demostrar que que los bisfosfonatos previenen las fracturas en los pacientes con alto riesgo de caída, al igual que las pautas del American College of Physicians. ARHQ también se basó en los informes de los ensayos afectados para mostrar que los bisfosfonatos previenen las fracturas en personas con enfermedad de Alzheimer, enfermedad de Parkinson o accidente cerebrovascular, y que 2,5 mg de risedronato previenen las fracturas de cadera. Aunque esta dosis de risedronato no tiene permiso de comercialización en EE UU, sí lo tiene en Japón.
Estas publicaciones parecen ser las que tienen más probabilidades de haber tenido un impacto en los pacientes, pero es posible que otros grupos clínicos que producen guías o grupos de evaluación tecnológica de diversos países hayan utilizado otras, por ejemplo las revisiones sistemáticas de Sato / Iwamoto.
Seguimos explorando el impacto de este caso de mala conducta. Es un trabajo que consume mucho tiempo, y no tenemos esperanza de recibir financiación, pero mientras carezcamos de sistemas para reducir los efectos de la mala conducta, alguien lo tiene que hacer. Estamos trabajando para alertar a las organizaciones e investigadores afectados, pero fue difícil hacerlo antes, cuando no había retracciones, que han sido demasiado tardías.
RW: De su base de datos excluyeron las “publicaciones donde se auto citan”. ¿Es posible que eso haya afectado las guías o la práctica?
AA, MB, AG: es posible que las revisiones sistemáticas donde los autores se autocitan se hayan referenciado en las guías y / o hayan influido en la práctica clínica. Hasta el momento, no hemos encontrado ejemplos de que esté sucediendo, pero no hemos hecho una búsqueda sistemática, ni una búsqueda de pautas en japonés, y no tenemos los recursos para hacerlo. Sabemos que, al revisar sistemáticamente los temas para citar su propio trabajo, estos autores no eran diferentes a aquellos que tienen numerosas publicaciones retractadas. Hay al menos 40 revisiones sistemáticas u otras revisiones dirigidas por uno de los dos autores principales, hasta la fecha 11 han sido retractadas en respuesta a nuestras preocupaciones. Hasta donde sabemos, ninguna de las instituciones, revistas o editoriales involucradas tiene la intención de iniciar ninguna investigación con respecto a las otras revisiones, y hasta la fecha todas las retracciones de revisiones han sido en respuesta a nuestras iniciativas. Claramente, esta es una situación inaceptable, estas revisiones no serán investigadas a menos que expresemos inquietudes. Por supuesto, en el contexto actual, retractar un documento no significa que dejen de citarlo; para evitar que eso suceda, hay que cambiar los procesos, desde los investigadores hasta los editores, desde el software de gestión de referencia hasta los servicios de indexación.
RW: Ustedes notaron que solo 27 documentos de los 33 que identificaron en el estudio de 2016 se habían retractado en mayo de 2019, y solo se retractó uno más cuando se publicó su otro artículo “Evaluación y aumento de preocupaciones sobre publicaciones duplicadas, transgresiones de autoría y errores de datos en la investigación preclínica (“Assessing and Raising Concerns About Duplicate Publication, Authorship Transgressions and Data Errors in a Body of Preclinical Research”). ¿Les sorprendió la demora de las revistas en tomar medidas?
AA, MB, AG: Cuando presentamos por primera vez nuestras preocupaciones sobre los 33 informes de ensayos a JAMA en marzo de 2013, teníamos la ingenua esperanza de que las retracciones fueran inmediatas. Pronto aprendimos lo contrario. Las revistas eran y son extremadamente reacias a publicar expresiones de preocupación: JAMA tardó más de dos años, y cuando lo hizo, el aviso formal no proporcionó a los lectores de la revista información útil sobre el caso. Sabemos que hay muchas investigaciones a largo plazo en curso, incluyendo otros casos en los que estamos involucrados, para las que más de tres años más tarde todavía no se han publicado expresiones de preocupación. Nuestra situación no es única, los retrasos largos, hasta de varios años en la publicación de expresiones de preocupación y retracciones parecen ser la regla. Incluso cuando nos informan que se retractara, pueden pasar meses hasta que la notificación apacere en línea.
Los largos retrasos en la toma de decisiones y la acción nos han llevado a pensar que los editores y las revistas sólo deberían procuparase de la evaluación de la integridad de la publicación, y no deben esperar a que haya una determinación de mala conducta para actuar. Necesitamos mejores mecanismos para hacer una evaluación eficiente de la integridad de la publicación.
RW: ¿Encontraron que las revistas respondían de manera diferente según el tipo de problemas sobre los que les habían llamado la atención? Si es así, ¿por qué creen que existe tal diferencia?
A, MB, AG: en el articulo SEE, las inquietudes que planteamos a cada revista eran similares, por lo que el análisis no puede abordar esa pregunta. En términos más generales, en nuestra experiencia, el tipo o la cantidad de inquietudes planteadas no predice la velocidad o la naturaleza de la respuesta. Una revista de Elsevier no ha hecho nada durante más de tres años sobre varias páginas de cuestioamienntos relacionados con ocho publicaciones que incluyen investigaciones poco éticas, datos imposibles, reclutamiento de participantes altamente inverosímil, y fracaso de aleatorizar.
RW: En uno de sus artículos, observaron las respuestas de las revistas a los problemas de autoría. Cuéntenos por qué creen que esto es digno de atención.
AA, MB, AG: Las inquietudes sobre la autoría que planteamos fueron los regalos de autoría, y teniamos pruebas muy sólidas para la mayoría de las publicaciones, en forma de una declaración jurada de uno de los autores. Los regalos de autoría son claramente deshonestos y violan los estándares éticos y de publicación establecidos hace más de 30 años. Modelan un comportamiento poco ético y deshonesto para colegas y personal junior. Cuando se trata de más de un coautor, se plantea la pregunta de quién, si alguien, hizo el trabajo reportado. Es probable que a menudo no se reconozca, pero cuando es claramente evidente, se debe actuar. Estábamos (y seguimos) desconcertados por la indiferencia mostrada por muchas revistas y editoriales a este problema. Parecen no respetar sus propios estándares.
RW: Uno de sus estudios abordó las declaraciones de financiación que aparecían en los estudios problemáticos y encontraron que ninguno de los estudios las había incluido. ¿Qué les sugiere eso?
AA, MB, AG: La investigación preclínica es costosa. Creemos que la ausencia de informes de financiación para un conjunto de ensayos preclínicos que involucraron a 992 animales y diversas intervenciones y evaluaciones es un signo de alarma o “bandera roja”: ¿cómo se puede hacer el trabajo sin los recursos adecuados? A la mayoría de los financiadores, razonablemente, les gusta ser reconocidos y la mayoría de los investigadores los reconocen como algo natural.
RW: Ustedes escriben que “La investigación de la integridad de la investigación podría mejorarse mediante el establecimiento de un organismo independiente cuya responsabilidad específica fuera garantizar la integridad de la literatura científica publicada” ¿Cómo sería un organismo de este tipo y en qué se diferenciaría del Comité de Ética en las Publicaciones (COPE)?
AA, MB, AG: COPE proporciona orientación general para los editores sobre cómo responder a las inquietudes sobre la integridad de la publicación, pero no sobre cómo evaluar la integridad de la publicación. Tampoco se involucra en la evaluación de la integridad de la publicación o, en nuestra experiencia, en la resolución oportuna y precisa de los cuestionamientos. Sabemos que quienes cometen mala conducta a menudo lo hacen repetidamente. La orientación de COPE no refleja el hecho de que se pueden requerir investigaciones más amplias de otras publicaciones y autores.
Por último, COPE solo proporciona orientación. Se necesita un organismo que sea independiente de las revistas y editoriales que realmente tome decisiones que permitan actuar. Establecer un organismo independiente beneficiaría a la ciencia pues podría resolver algunos de los problemas existentes para garantizar la integridad de la publicación, por ejemplo los conflictos de interés dentro de las instituciones, a través de coordinar las investigaciones sobre el trabajo de un investigador y consultas más amplias, y abordando la inconsistencia y la falta de transparencia en las revistas y casas editoriales.
En última instancia, la integridad de la publicación es responsabilidad de las revistas y las casas editoriales, ya que las publicaciones son su “producto”. Se benefician enormemente de su actividad editorial. Invertir una mayor proporción de esa ganancia en un proceso sólido y transparente para controlar la calidad ayudaría a todos los interesados, los más importantes son los ciudadanos, que esperan y confían en la integridad de la publicación para guiar a quienes usan esa evidencia, como los clínicos, los investigadores y los formuladores de políticas.