La presión arterial alta, o hipertensión, afecta a unos 108 millones de estadounidenses adultos [1]. Es importante controlar la presión arterial para prevenir o minimizar sus complicaciones a largo plazo, incluyendo las enfermedades cardíacas, los accidentes cerebrovasculares y la enfermedad renal crónica.
Las pautas de 2017 del American College of Cardiology / American Heart Association (ACC / AHA) recomiendan, como terapia inicial para el tratamiento de la presión arterial, cualquiera de las cuatro clases principales de medicamentos antihipertensivos (para bajar la presión arterial) [2]. Estas clases de medicamentos incluyen a las tiazidas o diuréticos similares a las tiazidas (conocidos como píldoras de agua, como la clortalidona [solo genérica], hidroclorotiazida [Microzida], indapamida [solo genérica] y metolazona [Zaroxolyn]), inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina (ACE) (como captopril [solo genérico]), bloqueadores de los receptores de angiotensina (BRA) (como losartán [Cozaar]) y bloqueadores de los canales de calcio. Los bloqueadores de los canales de calcio se dividen en dos categorías: dihidropiridinas (como amlodipino [Katerzia, Norvasc]) y no-hidropiridinas (como diltiazem [Cardizem, Cartia XT, Diltzac, Taztia XT]).
Las pautas ACC / AHA se basaron en la evidencia de ensayos clínicos aleatorizados que compararon a unos pocos medicamentos individualmente, en lugar de comparar las clases de medicamentos entre sí.
Un estudio observacional reciente, de gran tamaño, que abordó esta brecha mostró que las tiazidas o los diuréticos similares a las tiazidas parecen ser los medicamentos más efectivos y seguros para el tratamiento inicial de la hipertensión. El estudio fue publicado en la edición del 16 de noviembre de 2019 de The Lancet, y fue parcialmente financiado por los gobiernos federales de Australia, EE UU y Corea del Sur.
El nuevo estudio del Lancet [3]Los investigadores utilizaron varias bases administrativas de facturas a los seguros de salud y de historias clínicas electrónicas de EE UU, Alemania, Japón y Corea del Sur, para identificar a 4,9 millones de pacientes que iniciaron la terapia con un solo medicamento antihipertensivo entre julio de 1996 y marzo de 2018, sin que hubiera evidencia de que hubieran utilizado un medicamento para la presión arterial durante el año anterior.
Los investigadores encontraron que la clase de medicamentos que la mayoría de los pacientes utilizó para iniciar el tratamiento fueron los inhibidores de los ECAs (48%), seguidos de los bloqueantes de los canales de calcio (19%), las tiazidas o diuréticos similares a las tiazidas (17%) y los BRA (15%). La mayoría de las bases de datos incluyeron una mediana de seguimiento de al menos dos años, y los investigadores compararon la efectividad y seguridad de estas clases de medicamentos utilizando un análisis estadístico sofisticado para ajustar las diferencias observables entre los pacientes (como características demográficas, condiciones previas y consumo de otros medicamentos).
Los investigadores descubrieron que cuando los pacientes seguían tomando su fármaco antihipertensivo inicial, el uso de tiazidas o los diuréticos similares a las tiazidas se asoció a tasas aproximadamente 15% más bajas en las medidas principales de impacto (ataque cardíaco agudo, hospitalización por insuficiencia cardíaca y accidente cerebrovascular) que cuando los pacientes recibían tratamiento con inhibidores de las ECAs. Las tiazidas o los diuréticos similares a la tiazida también se asociaron con tasas más bajas en estas medidas de impacto que los bloqueantes de los canales de calcio no dihidropiridínicos, pero para estos diuréticos las tasas no diferían de las de los bloqueantes de los canales de calcio dihidropiridínicos o los BRA.
Además, según una evaluación de 46 eventos adversos de seguridad, las tiazidas o los diuréticos similares a las tiazidas generalmente tuvieron un perfil de seguridad más favorable que todas las demás clases de fármacos antihipertensivos. En particular, los inhibidores de la ECA se asociaron con un mayor riesgo de muerte, angioedema (una reacción alérgica caracterizada por hinchazón de la piel y de las membranas mucosas), tos, ataque isquémico transitorio (síntomas breves parecidos a un accidente cerebrovascular), hipercalemia (niveles altos de potasio en la sangre), hipotensión (presión arterial baja), demencia y enfermedad renal que las tiazidas o los diuréticos reticulares similares a tiazidas.
Sin embargo, en comparación con otras clases de fármacos, las tiazidas o los diuréticos similares a la tiazida se asociaron con un mayor riesgo de desequilibrios electrolíticos: hipocalemia (niveles bajos de potasio en la sangre) e hiponatremia (niveles bajos de sodio en la sangre). Aunque la hipopotasemia y la hiponatremia podrían ser graves, se pueden detectar con análisis de sangre de rutina y son fáciles de manejar: la hipocalemia se maneja aumentando la ingesta de alimentos ricos en potasio, y la hiponatremia restringiendo la ingesta de agua.
Los investigadores estimaron que si los que en este estudio iniciaron tratamiento con inhibidores de la ECA (2,4 millones) hubieran comenzado tratamiento con una tiazida o un diurético similar a la tiazida, podrían haberse evitado más de 3.100 eventos cardiovasculares importantes (incluyendo ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares).
En particular, el Public Citizen’s Health Research Group ha recomendado previamente que, en general se inicie el tratamiento de la hipertensión con los diuréticos tipo tiazida (excepto en aquellos con enfermedad renal crónica) porque previenen mejor los eventos de insuficiencia cardíaca aguda [4].
Lo que puede hacer
Si le acaban de diagnosticar hipertensión y no tiene otros problemas de salud (como diabetes o colesterol alto), primero debe intentar modificar su estilo de vida, reduciendo la ingesta de sal en su dieta y haciendo más ejercicio. Si estos cambios no funcionan y requiere terapia antihipertensiva, hable con su médico acerca de tomar, como tratamiento de primera línea, una dosis baja de tiazida o un diurético similar a la tiazida. Durante el tratamiento con tiazidas o diuréticos similares a tiazidas, es importante que controle los signos de hipocalemia (que incluyen pulso irregular, palpitaciones y debilidad) e hiponatremia (que incluyen dolor abdominal, vómitos, mareos y debilidad), y se someta a análisis de sangre antes y después de iniciar la terapia con tiazidas para controlar sus niveles de sodio y potasio. Si desarrolla estos desequilibrios electrolíticos mientras toma un determinado producto tiazídico, consulte a su médico acerca de cambiar a otra tiazida porque hay evidencia de que el riesgo de estos efectos adversos puede ser distinto para las diferentes tiazidas [5].
Si tiene diabetes, enfermedad renal o ciertas otras afecciones, es posible que deba tomar un inhibidor de la ECA, un BRA o un bloqueante de los canales de calcio para controlar su presión arterial alta. Discuta estas opciones con su médico.
Referencias