El representante Elijah Cummings, D-Md., quién hasta que murió en octubre pasado era el principal demócrata del Comité de Supervisión y Reforma de la Cámara (House Committee on Oversight and Reform), estaba explicando como el aumento de precios de los medicamentos es una estrategia para enriquecer a algunos ejecutivos de la industria a expensas de los pacientes, cuando se detuvo para reprender a un testigo.
“No es gracioso, señor Shkreli”, dijo Cummings, a un hombre sonriente que estaba en la mesa frente a él “La gente se está muriendo, y cada vez están más enfermos”.
Se trataba de Martin Shkreli, el ex CEO de Turing Pharmaceuticals, quién en febrero de 2016 tuvo que testificar frente al comité de Cummings, después de subir el precio de un medicamento antiguo para las infecciones parasitarias de US$13,5 a US$750 por píldora. Shkreli se convirtió en la imagen de la codicia farmacéutica que ha definido la última década.
Durante ese tiempo surgieron nuevos medicamentos con precios más altos que nunca, y muchos medicamentos antiguos subieron repentinamente de precio. Mientras tanto, según una encuesta reciente de Kaiser Family Foundation, casi uno de cada cuatro estadounidenses tiene problemas para pagar los medicamentos de venta con receta.
“En este país, los aumentos de precios que los consumidores han tenido que soportar durante los últimos 10 años han sido más altos que la inflación”, dice Jim Yocum, vicepresidente senior de Connecture DRx, una firma de datos de salud.
A continuación, presentamos varios medicamentos que consumen los estadounidenses, que de repente, en la última década, se volvieron mucho más difíciles de pagar.
Daraprim: un medicamento viejo con un nuevo precio enorme
Durante décadas, Daraprim ha sido el medicamento de referencia para tratar la toxoplasmosis, una infección parasitaria especialmente peligrosa para las personas con sistemas inmunes comprometidos, como las personas que viven con el VIH y los pacientes que se han sometido a trasplantes de órganos.
La FDA aprobó el medicamento en 1953, y sus patentes expiraron hace mucho tiempo. Pero no había una versión genérica disponible, y en EE UU solo había un proveedor. Aun así, a principios de 2015 Daraprim solo costaba US$13,5 por píldora, que era un buen precio, tratándose de un medicamento que salva vidas y tiene efectos secundarios mínimos, dijo Wendy Armstrong, especialista en enfermedades infecciosas en la Universidad de Emory a Shots,.
Luego, Turing Pharmaceuticals, administrada por el ex gerente de fondos de inversión Martin Shkreli, compró los derechos del medicamento y de un día para otro aumentó su precio de lista en más del 5,000%. Shkreli finalmente dejó la compañía y fue encarcelado por un delito no relacionado (fraude de valores), pero no antes de que se le conociera como el “amigo de las farmacéuticas”.
La táctica de subir los precios no comenzó con él. Lo mismo que hizo la compañía Valeant, el mismo año, cuando compró dos medicamentos antiguos para el corazón, Isuprel y Nitropress, que tenían pocos competidores. También lo hizo Rodelis Therapeutics cuando adquirió un viejo medicamento contra la tuberculosis llamado Seromicina y subió el precio del suministro mensual de US$500 a US$10.800.
“Una vez te conviertes en el único fabricante, puedes hacer lo que quieras”, dice Vinay Prasad, oncólogo de la Oregon Health & Science University. No hay competencia que te haga bajar los precios.
A pesar de las protestas públicas por la decisión de Shkreli, el precio de Daraprim sigue siendo el mismo.
Hoy, muchos seguros de salud no cubren el medicamento, y a muchos hospitales les resulta demasiado costoso mantenerlo en existencia, dice Armstrong. Por lo que los médicos se han visto obligados a recurrir a alternativas más baratas, con más efectos secundarios y menos evidencia de que son eficaces.
Uno de sus pacientes fue diagnosticado con toxoplasmosis después de un trasplante de riñón. Pero cuando llegó el momento de trasladar a la mujer del hospital a un centro de rehabilitación, este último la rechazó.
“No asumirían el costo del medicamento”, dice Armstrong a Shots. “Terminó quedándose en un hospital durante meses y sufrió complicaciones, simplemente porque el precio de Daraprim estaba fuera del rango que el establecimiento donde debería haber estado consideraba aceptable”.
EpiPen: el flujo constante de aumentos de precios va sumando
Cuando en 2016 el precio de lista del EpiPen alcanzó los US$300 por autoinyector, su fabricante, Mylan, había aumentado su precio una docena de veces en solo seis años.
La gente imploraba que les vendieran un genérico más barato de ese producto, que inyecta una dosis de epinefrina para contrarrestar las reacciones alérgicas.
“Estas cosas tienen una fecha de vencimiento”, dice Yocum de Connecture DRx. “Por lo tanto, deben reemplazarse regularmente, aunque nunca se usen”.
Y después de todo el EpiPen no era nuevo. Se había aprobado en 1987, pero Mylan tenía prácticamente un monopolio. En la primavera de 2016, la FDA había rechazado dos solicitudes de otras empresas que querían hacer versiones genéricas.
Los legisladores estatales y federales tomaron nota. Durante años, habían aprobado leyes exigiendo que las escuelas y otros lugares públicos tuvieran EpiPens a mano.
El senador Richard Blumenthal, D- Conn., escribió al CEO de Mylan exigiendo que la compañía bajara su precio. “Docenas de residentes de Connecticut, familias, enfermeras escolares y personal de primeros auxilios se han puesto en contacto con mi oficina, están preocupados, requieren urgentemente su producto para salvar vidas, pero temen que el aumento vertiginoso de precio lo haya puesto fuera de su alcance”.
Lo consiguió. Bueno, en cierta manera. En diciembre de 2016 Mylan comenzó a ofrecer su propio genérico a la mitad del precio, y dejó el precio de su producto de marca donde estaba. La nueva versión de Mylan se llama genérico autorizado. Por lo general, se comercializan para socavar la competencia de los genéricos de otras compañías, y captan parte de las ganancias de los competidores.
En este caso, la versión genérica de Mylan fue aparentemente una respuesta a la presión pública, pero todavía cuesta el triple de lo que el EpiPen había costado unos años antes.
En 2018, se aprobó la primera verdadera versión genérica del EpiPen, pero no era más barata que la genérica autorizada.
“Es la nueva normalidad”, dice Yocum. “Los primeros genéricos que se comercializan no tienen un precio significativamente inferior al producto de marca”.
Sovaldi: el primer medicamento contra la hepatitis con un precio muy alto
Cuando en 2013 la FDA aprobó Sovaldi, se promocionó como un cambio radical para las personas con hepatitis C. Era el primer medicamento que, en solo unos meses, podía curar la mayoría de los casos de enfermedad hepática crónica, sin los debilitantes efectos secundarios de los medicamentos anteriores. Pero había una trampa: Sovaldi costaba US$1.000 por píldora. Eliminar el virus de la hepatitis C costaría US$84.000 por paciente.
Los sistemas de salud estatales tuvieron problemas para pagar el tratamiento, y las aseguradoras solo lo autorizaban para los pacientes más enfermos. Una investigación dirigida por el senador republicano de Iowa, Chuck Grassley, y el senador demócrata de Oregón, Ron Wyden, documentó que, en 2014, los programas estatales de Medicaid gastaron más de US$1.000 millones en este medicamento, sin embargo, menos del 2,4% de los pacientes de Medicaid con hepatitis C recibieron tratamiento con Sovaldi.
“Posiblemente había un millón de personas con hepatitis C en el programa de Medicaid”, dijo Matt Salo, director ejecutivo de la Asociación Nacional de Directores de Medicaid. “Al precio de lista que nos lo vendían en 2014, 2015, hubiéramos gastado tanto en ese medicamento para este problema de salud como en todos los demás medicamentos cubiertos por el programa de Medicaid”.
Ahora, hay otros tratamientos para la hepatitis C, lo que genera cierta competencia.
“Pudimos hablar con Merck, Gilead y los otros fabricantes y les dijimos: ‘Vamos a cubrir uno de estos productos. Podría ser es suyo. Podría ser el del otro tipo. Así que, si quieres que sea el tuyo, vas a tener que bajar tu precio significativamente'”, dijo Salo.
Ahora, el precio negociado después de los descuentos y reembolsos para los medicamentos contra la hepatitis C podría ser de alrededor de US$20.000 por paciente, lo que ayuda a mejorar el acceso, dice Salo. Pero incluso este precio no es lo suficientemente bajo como para curar a todos los que tienen hepatitis C.
Ahora la atención se ha dirigido a Louisiana, que estableció un acuerdo de cinco años con el fabricante de medicamentos Gilead por una cantidad ilimitada de un genérico autorizado de Epclusa, otro medicamento contra la hepatitis C, para la población carcelaria y de Medicaid. En lugar de pagar por dosis, Louisiana pagará anualmente una cantidad fija. El estado llama a esta estrategia de suscripción “el modelo de Netflix”. El objetivo es erradicar la enfermedad en Louisiana.
Insulina: los aumentos casi simultáneos de precios acaban en una demanda
Hace casi 100 años que se descubrió la insulina, para que pudiera estar ampliamente disponible a bajo costo se transfirieron los derechos a la Universidad de Toronto por US$1.
Pero los precios de la insulina han ido subiendo a un ritmo más alto que la inflación. Esto ha obligado a algunos pacientes a racionar sus medicamentos, omitiendo dosis o dividiéndolas por la mitad.
En 2017, un grupo de pacientes demandó a los tres principales fabricantes de insulina, Sanofi, Eli Lilly y Novo Nordisk, al notar que las compañías estaban subiendo sus precios simultáneamente.
Yocum se refiere a estas alzas de precios como “alucinantes”. Parecían aumentar siguiendo un patrón, en ciertas épocas del año, a pesar de que había productos competidores en el mercado. “No recuerdo que en los últimos 10 años haya habido otro producto que haya ido subiendo de precio de esta forma”, dice Yocum, y no ha generado “ningún tipo de reacción competitiva por parte de los otros fabricantes de medicamentos de venta con receta”.
Cuando el Congreso y los medios de comunicación se dieron cuenta, los aumentos se detuvieron, pero los precios no bajaron.
“La última vez que vimos aumentos significativos en los precios de lista de todas las insulinas fue entre 2017 y 2018”, dice Yocum. “Desde entonces, la mayoría han mantenido el precio”.
Uno de los abogados de la demanda por los precios de la insulina le dijo a Shots que su equipo está tratando de obtener una orden judicial contra los fabricantes de insulina que podría bajar los precios.
“Con suerte, dentro de un año obtendremos un fallo en ese sentido”, dice el abogado Steve Berman.
Las compañías farmacéuticas, por su parte, dicen que las acusaciones en su contra son falsas y están defendiéndose de la demanda.
Zolgensma: un fármaco que altera los genes que podría acabar con el banco
A pesar de la presión creciente de la Casa Blanca y el Congreso para reducir el precio de los medicamentos de venta con receta, en 2019, Novartis presentó el medicamento más caro del mundo: Zolgensma.
Es una inyección que altera los genes, cuesta US$2,1 millones y se administra como tratamiento único para una forma grave de atrofia muscular espinal, una enfermedad hereditaria rara que destruye ciertas células involucradas en el movimiento muscular. Si no se trata, los pacientes jóvenes a menudo no superan la infancia.
Yocum dice sobre los precios de los medicamentos de siete cifras “Es un fenómeno nuevo, y veremos más en la próxima década”.
Novartis ha ofrecido a las aseguradoras la opción de pagar el tratamiento en cuotas de US$425.000 durante cinco años.
Inicialmente, los críticos tenían opiniones divididas sobre el precio. Por un lado, el medicamento podría agregar años a la vida a los pacientes. Por otro lado, incluso si un medicamento está cubierto por el plan de salud de un paciente, las aseguradoras simplemente transfieren su alto costo a todos los demás, aumentando las primas.
Posteriormente creció la controversia. Novartis se enteró de que la solicitud de comercialización de Zolgensma que se presentó a la FDA incluía datos que habían sido manipulados, pero no informó a la FDA hasta después de que aprobaran la comercialización de Zolgensma. La manipulación por parte de los investigadores de la compañía ocurrió durante las pruebas en ratones, no en las personas, y tras estallar el escándalo la compañía despidió a dos ejecutivos. La FDA dijo que todavía confía en la seguridad y eficacia del medicamento.
En los países donde Zolgensma aún no ha sido aprobado, Novartis planea regalar dosis gratuitas del medicamento a través de una lotería, pero la medida ha sido criticada como demasiado simplista y emocionalmente dura para las familias.
¿Qué sigue?
En diciembre, la Cámara aprobó un proyecto de ley para reducir los precios de los medicamentos de venta con receta. La propuesta de ley permitiría que el gobierno negociara los precios de algunos medicamentos de venta con receta para los pacientes de Medicare, limitaría los gastos de bolsillo de los pacientes de Medicare por los medicamentos de venta con receta, y penalizaría a los fabricantes de medicamentos por aumentar los precios por encima de la inflación. Pero no se espera que el Senado apruebe el proyecto de ley de la Cámara, y la Casa Blanca ha prometido vetarlo.
Aun así, algo se tendrá que hacer con los precios de los medicamentos, es inevitable, dice Prasad de la Universidad de Salud y Ciencia de Oregón.
“¿Cuál es el status quo?” pregunta Prasad. “Los continuos aumentos de precios sin un mecanismo de resistencia que logre bajarlos presionan al sistema hasta que no pueda soportarlo más y colapse”.
Pero hasta que la nación no tenga más remedio que resolver su problema por el precio de los medicamentos, dijo Prasad, las compañías farmacéuticas “extraerán tanto dinero como puedan”.