Según Damian Garde [1], Royalty Pharma, una empresa creada en 1996 que invierte en los productos que desarrolla la industria farmacéutica, obtuvo US$2.200 millones en una oferta pública inicial (OPI), y su valor en bolsa superó los US$25.000 millones.
La empresa sacó 78 millones de acciones a US$28, pero su precio subió inmediatamente a US$44 (un 57%). Es la OPI más cuantiosa en biofarmacia dirigida a humanos, el récord anterior lo tenía Moderna con US$600 millones en 2018.
Royalty Pharma no produce medicamentos, en realidad se comporta más como un fondo de inversión, identifica moléculas que podrían ser exitosas, y financia su desarrollo a cambio de regalías cuando los medicamentos exitosos se comercializan. La empresa se anuncia como una arquitecta de acuerdos de beneficio mutuo con instituciones académicas, empresas biotecnológicas en crecimiento y gigantes farmacéuticos establecidos. Su éxito radica en saber escoger las moléculas en las que invertir, y en saber negociar y establecer contratos que aporten beneficios.
Hasta ahora le ha ido bien. El año pasado Royalty Pharma ingresó US$1.800 millones, que representaron casi US$1.200 en ganancias netas. Durante sus 24 años de existencia, ha invertido alrededor de US$18.000 millones en comprar participaciones en casi 50 medicamentos, incluyendo en los cuatro medicamentos para la fibrosis quística de Vertex, y el oncológico Imbruvica. Su plan es seguir con la misma estrategia.
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