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Los comentarios del CEO de Sanofi, Paul Hudson, de que EE UU sería el primer país en acceder a la vacuna Covid-19 de la compañía, si se aprobara, generaron una reacción violenta en Francia, tanto en su propia compañía como por parte de un miembro del gobierno francés.
Primero, horas después de que apareciera la entrevista de Hudson en Bloomberg.com, Sanofi envió un correo electrónico a los periodistas haciendo declaraciones breves en las que más o menos revocaba los comentarios de su CEO. La compañía dijo que, si bien las vacunas que se produzcan en EE UU se reservarán principalmente para los estadounidenses, la producción en otros lugares abastecerá a Europa y al resto del mundo. La tecnología que Sanofi usa para su candidato a vacuna Covid-19 se fabrica principalmente en EE UU, aunque la compañía dijo que está ampliando su capacidad en las instalaciones que tiene en Europa y en otros lugares.
“En estas circunstancias sin precedentes, siempre hemos querido que nuestra vacuna sea accesible a todos”, escribieron. “Sanofi se beneficia de tener instalaciones en todo el mundo. Tenemos capacidad de fabricación en EE UU, Europa y en todas las demás regiones principales. La producción de EE UU será principalmente para EE UU, y el resto de la capacidad de manufactura abastecerá a Europa y el resto del mundo”.
Luego, un funcionario francés apareció en un programa de radio y calificó de “inaceptable” cualquier plan para que los estadounidenses sean los primeros en acceder a la vacuna.
“Para nosotros, sería inaceptable privilegiar a este o aquel país con un pretexto, que sería un pretexto financiero”, dijo el ministro junior de economía, Agnes Pannier-Runacher, en una entrevista con Sud Radio.
Hudson dijo el miércoles a Bloomberg que “el gobierno de EE UU tiene derecho al mayor pedido anticipado” de la vacuna experimental porque una agencia estadounidense, BARDA, ha financiado su desarrollo. “Ha invertido en el riesgo”, dijo Hudson.
Los comentarios de Hudson generaron una lenta batalla sobre quién recibirá la vacuna una vez sea aprobada. Esta batalla se ha centrado particularmente en EE UU y en la administración Trump, que ha invertido más de US$1.000 millones en las principales empresas que desarrollan vacunas y ha expresado preferencia por establecer un sistema interno y hasta ahora poco definido que permita que los estadounidenses se vacunen primero, evitando la cooperación internacional – no participó en las recaudaciones de US$8.000 millones a principios de este mes.
El debate comenzó en marzo, cuando Reuters y un importante periódico alemán informaron que la administración Trump intentó atraer a la compañía alemana de vacunas de ARNm CureVac a EE UU. Aunque CureVac negó los informes, los científicos y funcionarios alemanes respondieron con consternación y acritud, condenando los esfuerzos de cualquier país para garantizar el acceso exclusivo a una vacuna. Posteriormente, la UE otorgó a CureVac una subvención de US$89 millones, en parte para ampliar su fabricación en el continente.
Desde entonces, AstraZeneca también ha prometido que el Reino Unido tendrá acceso temprano a la vacuna que se está investigando en Oxford, mientras que algunos líderes mundiales han dicho que el acceso debe ser más universal. Hoy, ONUSIDA y OXFAM publicaron una carta pidiendo una “Vacuna del Pueblo”, lo que significa que la OMS “establece un plan de fabricación y distribución rápida, global y equitativa, para la vacuna y todos los productos y tecnologías Covid-19 que garantice transparencia ‘a precios de costo real’ que esté totalmente financiado por las naciones ricas”.
Los principales fabricantes de vacunas están haciendo esfuerzos por ampliar drásticamente su capacidad de manufactura, pero los expertos advierten que cualquier vacuna llegará en lotes, en lugar de todas a la vez.
BARDA, fundada en 2005 para proteger a EE UU de las amenazas biológicas, está financiando algunos de los principales esfuerzos para desarrollar la vacuna Covid-19, y ha apoyado no solo a Sanofi, sino que también ha contribuido alrededor de US$1.000 millones al esfuerzo de J&J y de Moderna. Durante los últimos 15 años, ha financiado tanto a Sanofi como a su subsidiaria de vacunas recombinantes Protein Sciences, que está fabricando la vacuna Covid-19, con el objetivo de fortalecer su capacidad para producir una vacuna pandémica. Esta primavera, invirtió alrededor de US$30 millones en Protein Sciences.
Las vacunas recombinantes de Protein Sciences se fabrican principalmente en una instalación financiada por BARDA en Pearl River, Nueva York. También se utilizarán las instalaciones de manufactura de la compañía en Swiftwater, Pennsylvania, financiadas por BARDA. Y tienen un acuerdo adicional en Japón con Unigen.
En sus comentarios, Hudson criticó a Europa por no respaldar los esfuerzos privados por encontrar una vacuna, calificando a EE UU y China como “modelos” de asociación público-privada y advirtió, “no dejen que Europa se quede atrás”. Añadió que están trabajando para acelerar el proceso de abastecer a Europa con vacunas.
“La cooperación que tenemos en EE UU con BARDA nos permite iniciar la producción lo antes posible, mientras seguimos desarrollando y registramos la vacuna”, dijo Sanofi. “Mientras tanto, nos alienta mucho ver cómo, durante las últimas semanas, la Comisión Europea se ha movilizado, explorando medidas similares que podrían acelerar el desarrollo de vacunas y el acceso de los europeos. Estamos teniendo conversaciones muy constructivas con instituciones de la UE y el gobierno francés y alemán, entre otros”.