El paracetamol (denominación común internacional y argentina, DCI y DCA, respectivamente), también conocido como acetaminofén o acetaminofeno en otros países, es un derivado del para-aminofenol al igual que la fenacetina. Tiene propiedades analgésicas y antipiréticas con escaso efecto antiinflamatorio.
En 1948, Axelrod y Brodie propusieron su uso como analgésico y antipirético, popularizándose su empleo por años como un fármaco efectivo, seguro y eficaz.
En 2009 la FDA obligó a los fabricantes a informar que puede ser altamente tóxico y potencialmente mortal en virtud de los daños que puede causar al hígado.
Después de hacer una revisión de lo que han dicho diversas agencias reguladoras internacionales, el boletín llega a la siguiente conclusión:
El paracetamol, cuando se usa de acuerdo con las instrucciones del prospecto, es un fármaco seguro. La Organización Mundial de la Salud lo propone en su lista de medicamentos esenciales. Está permitido durante la lactancia y el embarazo. Se utiliza, tanto para aliviar el dolor debido a su actividad analgésica, como para reducir la fiebre, gracias a su actividad antipirética. No tiene capacidad antiinflamatoria. Tampoco afecta a la coagulación ni a la agregación plaquetaria. A diferencia del ibuprofeno, el paracetamol no se considera un fármaco gastrolesivo. Se absorbe de forma rápida y casi completa por el intestino delgado y más lentamente por vía rectal.
Sin embargo, la sobredosis aguda, las dosis crónicas de más de 4 a 6 g/día e incluso dosis más bajas en ciertas poblaciones, pueden estar asociadas a hepatotoxicidad (alteración enzimática, hepatitis aguda e incluso muerte). El paracetamol se asocia a la ingestión tóxica más frecuente de una sustancia médica en el Reino Unido y en otros países de Europa (p. ej: Suecia) y es el medicamento más frecuente asociado a autolesiones intencionadas. Si el paciente acude a urgencias a tiempo después de una sobredosis, existe un antídoto eficaz disponible: N-acetilcisteína (NAC). La mayoría de los países han adoptado directrices que se basan en un nomograma para determinar si el paciente debe ser tratado con NAC o no, que relaciona la concentración sérica de paracetamol con el número de horas transcurridas entre la ingestión y el análisis de sangre.
La mayoría de los episodios de toxicidad hepática se producen como consecuencia de acudir tardíamente al hospital.
¿Y en niños?
Si bien es un medicamento muy utilizado en niños, una sobredosis de paracetamol para ellos puede ser muy peligrosa. En el centro médico y de investigación estadounidense Mayo Clinic advierten que esto puede ocurrir porque no se mira bien en el prospecto la dosis correspondiente según edad y peso, o porque se utiliza una cuchara casera que da una medida mayor a la indicada, o porque no se tiene en cuenta que se le está dando también otro medicamento en cuya composición hay paracetamol. Su uso prolongado en dosis altas produce nefropatía intersticial. La dosis en adultos no debe exceder de 4 g al día y en niños, siempre es conveniente ajustar la dosis al peso (10-15 mg/kg/dosis y 40-60 mg/kg/día).
En general siempre se recomienda utilizar a la dosis mínima eficaz y durante el menor tiempo posible. Se debe administrar con precaución, evitando tratamientos prolongados en pacientes con anemia, afecciones cardíacas o pulmonares, o con disfunción renal grave (en este último caso, el uso ocasional es aceptable, pero la administración prolongada de dosis elevadas puede aumentar el riesgo de aparición de efectos renales adversos). La utilización de paracetamol en pacientes que consumen habitualmente alcohol (tres o más bebidas alcohólicas al día) puede provocar daño hepático. En alcohólicos crónicos, no se debe administrar más de 2 g/día de paracetamol. Se debe evitar el uso simultáneo de distintos medicamentos que contengan paracetamol en su composición, ya que pueden dar lugar a cuadros de intoxicación.
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