Ética
La Conferencia Interamericana de Seguridad Social (CISS) ha publicado un número monográfico sobre la industria farmacéutica (262 páginas). Todos los textos son de autores reconocidos a nivel mundial y están disponibles en el enlace que aparece en el encabezado. A continuación, reproducimos el Índice y el Preámbulo.
Preámbulo, Gibrán Ramírez Reyes (reproducido después del índice)
Presentación, por Renato González
Farmocracia. Valor, políticas y conocimiento en la biomedicina global, por Kaushik Sunder Rajan
La industria farmacéutica moderna: historia, posición actual y desafíos, por Mei-Ling Wang
La industria farmacéutica en el capitalismo contemporáneo, por Joel Lexchin
La demanda de productos farmacéuticos en los principales mercados internacionales, por Stuart O. Schweitzer, Z. John Lu
La economía política de la industria farmacéutica mundial, por Anil Hira
Valores poscoloniales: industrias nacionalistas en el imperio farmacéutico, por Kaushik Sunder Rajan
¿Inmunidad ante los ADPIC? La producción de vacunas y la industria biotecnológica en Cuba, por Simon Reid-Henry, Jens Plahte
Farmacéuticos, política de salud y derechos de propiedad intelectual en China, por Chee-Ruey Hsieh
La economía política de la producción farmacéutica en Brasil, por Cassandra M. Sweet
“Lo que es bueno para nosotros es bueno para ti”. El sector farmacéutico transnacional y el sistema internacionalista de patentes de México, por Kenneth C. Shadlen
Preámbulo,
Gibrán Ramírez Reyes, Secretario general de la CISS
A partir de 2019, en la Conferencia Interamericana de Seguridad Social (CISS) iniciamos un camino para producir, desde una mirada científica multidisciplinaria, una teoría del bienestar —que, a fin de cuentas, es el objetivo de la seguridad social— para el siglo XXI, en especial para las Américas, región que ocupa a nuestro organismo internacional. Para lograr este objetivo procuramos, sobre todo, encontrar caminos y experiencias comparadas. Para ello, además de los principios filosóficos que han querido incorporarse en diversos gobiernos progresistas de la región, es preciso mirar rigurosamente la economía política del bienestar y las políticas necesarias para conseguirlo en sus diversas dimensiones. Esta revista será testimonio de esa búsqueda, comenzando, en este número, por uno de los aspectos más importantes de la economía política de la salud.
A menudo, el diseño de la política pública en los sistemas de salud y aparatos de regulación de los países carece de una perspectiva propiamente política, lo que limita en gran medida los alcances de la acción estatal para conseguir el bienestar.
Se obvia —o eso se pretende— dónde está el poder y cómo se ejerce; cómo medra de lo público, cómo lo merma o lo ayuda, y qué puede hacerse para cambiar esas condiciones. Casi siempre se da por sentado que la capacidad de decisión reside en el Estado, y, por eso, se discute de políticas. Sin embargo, la evidencia internacional indica —con mucha claridad— que no es así. En todas las decisiones relacionadas con la elaboración de fármacos —tema que nos ocupa en esta publicación—, desde la investigación hasta la comercialización, el Estado juega el papel fundamental en la producción de valor, pero el interés público, que confiere legitimidad a este proceso, pocas veces se ve beneficiado por él. Sobre los beneficiarios deciden, primordialmente, grandes empresas transnacionales, como se explica a continuación.
La investigación que deriva en la producción de nuevos fármacos está condicionada por el ánimo de lucro y, por ello, orientada más a la curación que a la prevención de enfermedades. Además, muchas veces, dicha investigación se realiza en universidades u hospitales públicos, o bien en laboratorios privados financiados por programas públicos de innovación científica; no obstante, debido a un sistema de relaciones institucionales y personales cultivadas con esmero, la propiedad intelectual cae en manos de grandes empresas farmacéuticas que, contra lo que dicta su discurso y según se muestra en los textos que integran este volumen, invierten un ínfimo porcentaje de sus recursos en innovación y desarrollo; con ello, además, asumen un riesgo muy bajo en sus inversiones. Esto explica que no reporten pérdidas sensibles en el transcurso de los años. Al contrario, el negocio de las grandes farmacéuticas muestra la regularidad de las inversiones seguras.
Por otra parte, el régimen internacional de propiedad intelectual y las escasas capacidades de los Estados en materia de regulación dificultan el control de la comercialización de los medicamentos.
Si eso no fuera suficiente, la estructura del mercado internacional complica enormemente el uso de herramientas legales para hacer valer el interés público. Es el caso de las patentes obligatorias, que se usan poco, casi siempre comportan un castigo a las naciones por parte de las grandes empresas farmacéuticas. Más de un miembro de la CISS ha dado cuenta de las complejidades que esto entraña para gestionar los sistemas de salud, y, por esa razón, nos hemos abocado a desentrañar el problema, poniendo a su disposición investigación en la materia antes sólo disponible en idiomas distintos del español. Los pagadores son siempre los pueblos y los consumidores, y así seguirá siendo, probablemente, hasta que no cambie el régimen de propiedad intelectual y se reconstruyan las industrias farmacéuticas nacionales.
Espero que estos textos y, en general, la Revista Bienestar contribuyan a pensar salidas concretas a todas las complicaciones que se presentan en la búsqueda de sistemas que articulen de forma armónica la dignidad, el orden y la seguridad social.