Una nueva investigación presentada en el Congreso Europeo de Microbiología Clínica y Enfermedades Infecciosas (ECCMID, por sus siglas en ingles) de este año, que se llevó a cabo de manera virtual entre el 9 y el 12 de julio, sugiere que hay tres clases de medicamentos que se recetan con frecuencia que podrían provocar infecciones por enterobacterias resistentes: los inhibidores de la bomba de protones (IBP), los beta-bloqueantes y los antimetabolitos. A su vez estas infecciones resistentes se asocian con hospitalizaciones más prolongadas y posiblemente con un mayor riesgo de muerte.
Este estudio observacional subraya la importancia de los medicamentos no antimicrobianos (MNA), de uso frecuente en la práctica clínica, como factor de riesgo para la resistencia a los antibióticos.
Se cree que las bacterias desarrollan resistencia a los antibióticos en gran parte tras su repetida exposición a la prescripción excesiva, lo que hace que el uso reciente de antibióticos sea un factor de riesgo clave para la resistencia microbiana. Sin embargo, no se ha encontrado un factor de riesgo identificable hasta en la mitad de los pacientes colonizados con bacterias resistentes que ingresan en el hospital.
Los MNA de uso frecuente ayudan a tratar enfermedades y controlar los síntomas de afecciones crónicas, pero pueden causar efectos secundarios no deseados. Recientemente se ha descubierto que algunos de estos medicamentos tienen un impacto significativo en la composición bacteriana del microbioma intestinal. Sin embargo, no se ha estudiado sistemáticamente el papel que juegan los MNA como factor de riesgo de infección por bacterias resistentes a los antibióticos.
Para abordar este tema, los investigadores analizaron datos de 1.807 adultos ingresados en un hospital académico de tercer nivel ubicado en Tel Aviv, Israel, entre el 1 de enero de 2017 y el 18 de abril de 2019, con diagnóstico de infección del tracto urinario superior y un hemocultivo o un cultivo de orina positivo para enterobacterias. El uso de 19 clases de MNA antes de la admisión hospitalaria se obtuvo de las historias clínicas electrónicas.
Se identificaron organismos resistentes en más de la mitad de las muestras de pacientes (944 / 1.807) y se identificaron organismos multirresistentes (resistentes a 3 o más clases de antibióticos) en aproximadamente una cuarta parte de las muestras (431 / 1.807).
Los análisis encontraron que el uso de siete categorías de MNA de uso frecuente se asoció con una mayor resistencia a los antimicrobianos: los ISRS (Inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina) que ayudan a controlar los síntomas de la depresión; los antipsicóticos típicos que se utilizan para tratar afecciones de salud mental como la esquizofrenia; los inhibidores del factor Xa de la coagulación para la prevención de accidentes cerebrovasculares en pacientes con fibrilación auricular; los IBP (Inhibidores de la bomba de protones) que reducen la producción de ácido estomacal; los betabloqueantes que ayudan a tratar problemas cardíacos; y los antimetabolitos quimioterápicos que se usan para tratar cánceres y enfermedades inflamatorias.
Los investigadores también encontraron que tres clases de fármacos (IBP, betabloqueantes y antimetabolitos) se asociaron significativamente con la resistencia a cefalosporinas de tercera generación, trimetoprima-sulfametoxazol (cotrimoxazol) y fluoroquinolonas. Los antimetabolitos parecen ser los que tienen mayor impacto sobre la resistencia antibiótica.
“Nuestros hallazgos resaltan la importancia de la exposición a MNA como factor de riesgo para la resistencia a los antibióticos, dice el autor principal, el Dr. Meital Elbaz, del Centro Médico de Tel Aviv en Israel.” Necesitamos con urgencia estudios más amplios con más clases de fármacos para confirmar el descubrimiento y para aclarar el vínculo biológico entre los medicamentos recetados de uso habitual y la resistencia a los antibióticos”.
Los autores señalan varias limitaciones de su estudio, incluyendo que la exposición a MNA se basó en las historias clínicas y la falta información sobre la dosis y la duración del uso. Además, para algunos medicamentos, el número de pacientes era demasiado pequeño para lograr una significación estadística.