El desarrollo rápido de las vacunas contra la COVID-19 ha sido un éxito. Sin embargo, en el caso de las vacunas rusas, es un éxito con muchos errores, escribe Vasiliy Vlassov.
Hace setenta años, la carrera espacial tuvo lugar en países grandes y poderosos que competían entre ellos utilizando la misma tecnología. La tecnología no recibió el nombre de «poder blando (soft power)» porque era parte de la Guerra Fría. Pero el primer «Sputnik» y el primer hombre en el espacio eran una especie de poder blando, que durante años, hasta que la URSS invadió Checoslovaquia en 1968, atrajo a muchos hacia las ideas del comunismo. Ahora, en 2021, la carrera de las vacunas contra la COVID-19 tiene lugar en los países que compiten con tecnologías similares. Y nuevamente, el éxito tecnológico se utilizó para hacer propaganda: la vacuna rusa más prometedora recibió un apoyo presupuestario importante del gobierno y se la llamó SPUTNIK-V, sin dudas para recordar los éxitos del pasado.
Los paralelismos entre la «carrera espacial» y la «carrera por las vacunas» son sólidos. Mientras los Estados Unidos avanzaron en el viaje espacial paso a paso, con vuelos suborbitales, la URSS envió a Yuri Gagarin al espacio con el objetivo de hacer un vuelo orbital completo. Poco tiempo después de utilizar un par de perros para evaluar su seguridad. En 2020, todas las vacunas contra la COVID-19 se han desarrollado con rapidez, y las agencias reguladoras nacionales han acelerado los procesos de regulación de estos productos. Los ensayos de las vacunas también se han simplificado por cuestiones de tiempo. Surgieron dudas sobre la vacuna rusa cuando Vladimir Putin, el presidente de Rusia, anunció que había recibido la aprobación para uso en emergencia antes de que se publicaran los datos obtenidos en los ensayos de fase I y II. La propaganda actual argumenta que Rusia fue el primer país en registrar una vacuna. De hecho, fue China el primer país en registrar una vacuna[a] después de publicar datos limitados de un ensayo, en una población limitada.
¿Cuáles son las preocupaciones en torno a esta vacuna y por qué es importante?
La vacuna Sputnik V se registró después de que se llevara a cabo un pequeño ensayo de fase I y II, que incluyó solamente a voluntarios jóvenes y sanos. Además, eran un grupo selecto de voluntarios del ejército. El patrocinador de la vacuna[b] y el director del instituto de investigación donde se desarrolló han rechazado las inquietudes por el diseño del estudio y han afirmado que los sujetos no eran reclutas, sino militares contratados. El estudio era muy pequeño: solo 20 sujetos recibieron las dos dosis completas de la vacuna. Al parecer, el ensayo se llevó a cabo sin ningún protocolo preliminar y comenzó antes de haberlo registrado. A los rusos se les dijo que el personal del instituto de investigación y el personal del ejército ya habían recibido la vacuna, y que había sido bien tolerada y había generado inmunidad. En abril y mayo de 2020, a una gran cantidad de personas, que podrían describirse como miembros de la «élite» rusa, se les ofreció la vacuna y un número desconocido de personas se vacunó.
El protocolo original del ensayo de fase I y II nunca se publicó[c]. La publicación de los resultados en The Lancet incitó muchos comentarios y un cierto escepticismo [1]. Enrique Bucci destacó las semejanzas poco realistas entre las figuras que presentaban los datos [2]. Los autores contestaron[d] que el patrón era extraño, pero real. Muchos científicos, y nuestro grupo de Russian Society for evidence-based medicine [Asociación rusa para la medicina basada en la evidencia] (osdm.org), solicitamos los datos originales a los autores, pero, a mi entender, nadie ha obtenido respuesta alguna. En enero de 2021, se publicaron correcciones a los datos numéricos publicados en The Lancet [4]. Esto ha provocado un número aún mayor de preguntas y pone de manifiesto la necesidad de tener acceso a los datos individuales de cada paciente.
El 9 de noviembre de 2020, Pfizer y BioNTech informaron los resultados del primer análisis preliminar de eficacia de su ensayo de la vacuna contra la COVID-19 todavía en curso [5]. El análisis se basó en información sobre 94 casos de COVID-19 e informó una eficacia de 90%. Dos días después, los científicos que desarrollaron el Sputnik V anunciaron que su vacuna tenía una eficacia del 92%, a partir del análisis de 20 casos [6]. Cabe destacar que el registro del ensayo en ClinicalTrials.gov no mencionaba la realización de un análisis preliminar de su eficacia (NCT04530396 (https://clinicaltrials.gov/ct2/show/NCT04530396)). Aun así, el informe preliminar del ensayo de fase III se publicó en The Lancet el 2 de febrero de 2021 [7]. En este artículo, se sostiene que el protocolo se modificó el 5 de noviembre de 2020, pero estos cambios no parecen haber sido registrados en ClinicalTrials.gov. El protocolo del ensayo no se ha publicado. Al igual que la primera publicación, la publicación del estudio de fase III también generó críticas e inquietudes. Los autores informaron que el “estudio fue organizado y supervisado por la oficina de la organización holandesa de investigación por contrato llamada Crocus Medical en Moscú”, una empresa que se dedica al mercado postsoviético de ensayos clínicos [7].
El estudio de fase III publicado en The Lancet incluyó una frase sorprendente sobre el intercambio de datos: “el patrocinador, el departamento de seguridad, así como el investigador y su personal revisarán y aprobarán [las solicitudes], en virtud de su mérito científico y la ausencia de conflictos de interés. Una vez aprobada la propuesta, los datos se podrán transferir a través de una plataforma en línea que es segura, pero solo después de la firma de un acuerdo de confidencialidad y de acceso a los datos”. En mi opinión, esto parece ser una buena manera de garantizar que no se compartan los datos, aunque desconozco por qué una revista aceptaría esto. Incluso el título del artículo (“… un análisis provisional del ensayo aleatorizado y controlado de fase III”) me sorprende, dado que dos meses antes de la publicación se anunció que se había detenido la aleatorización al grupo placebo y se había desenmascarado a todos los participantes que habían recibido placebo. Esto implica que se acabó el ensayo aleatorizado como estudio comparativo.
En Rusia, se están desarrollando otros candidatos a vacunas, pero no han recibido mucha atención, ni el apoyo financiero y comercial del Estado. Dos de estas (CoviVac del Centro Científico Federal de Investigación y Desarrollo de Fármacos Inmunobiológicos M.P. Chumakov y EpiVacCorona del Centro Nacional de Investigación de Virología y Biotecnología VECTOR), se registraron hace poco, tras completar ensayos limitados, al igual que la Sputnik V. Los informes sobre su eficacia y seguridad tardaron un largo tiempo en publicarse. En marzo de 2021, se publicó un informe sobre los ensayos preclínicos de la EpiVacCorona en el diario especializado de Rospotrebndzor [sic]. Si bien la campaña de vacunación con esta vacuna ya ha comenzado, esto solo agregó motivos para ser escépticos. Los científicos que desarrollaron de EpiVacCorona sostienen que es posible que después de la vacunación los anticuerpos para hacer frente al virus SARS-COV-2 no se identifiquen mediante los métodos habituales. Además, agregan que se deben utilizar los kits especiales de Vector. La patente publicada enumera a varios funcionarios como titulares de patentes, entre ellos al director del servicio nacional de salud pública y del mercado para los consumidores de Rusia (Rospotrebnadzor).
Por supuesto, gran parte de los problemas mencionados anteriormente, como el desenmascaramiento del grupo placebo y la falta de registro de los efectos adversos, se pueden aplicar a otras vacunas. Las publicaciones de esos ensayos han generado fuertes críticas. Pero mi centro de atención es Rusia, mi país de origen, que en 2020 tuvo el exceso de mortalidad más elevado del mundo y donde la calidad de los informes y la confidencialidad de los datos del ensayo han generado una profunda preocupación por la integridad de la investigación.
En Rusia hay una reticencia enorme a recibir la vacuna. En algunas poblaciones, entre el 70 y 80 % no planea vacunarse contra la COVID-19 o dice no estar seguro. Quizás a raíz de esto, el gobierno ruso ha estado ofreciendo la vacuna Sputnik V en todo el mundo (a pesar de los niveles bajos de producción) [9]. Mientras tanto, la vacuna todavía debe obtener el permiso de la Agencia Europea de Medicamentos (EMA, por sus siglas en inglés), un proceso que ha experimentado un número de torpezas reglamentarias superior a lo normal. En un momento, después de que el patrocinador de la Sputnik anunciara que había solicitado el permiso de la EMA, la agencia declaró públicamente que no había recibido la solicitud. Desde ese entonces, la EMA notificó que la evaluación de la Sputnik V ha comenzado[e].
En un esfuerzo por comercializar la vacuna Sputnik en el mayor número de mercados posible, el gobierno ruso ha optado por no colaborar con la iniciativa COVAX. Siendo fiel a la tradición soviética, Rusia parece estar creando su propio camino para tener influencia global ofreciendo un producto que salva vidas: una vacuna. Por desgracia, la información sobre esta vacuna es insuficiente y no es muy transparente.
Vasiliy Vlassov, Vicepresidente, Asociación para la medicina basada en la evidencia, Moscú, Rusia.
Conflicto de intereses: ninguno declarado.
Referencias