Primero, medidas no farmacológicas; después, paracetamol o ibuprofeno
Resumen
Hay un gran número de cuadros dolorosos que se denominan “nociceptivos”, es decir, se originan por daños en tejidos u órganos en vez de en el sistema nervioso. Por ejemplo, el dolor en una mujer lactante se puede deber a una episiotomía o una ingurgitación mamaria, entre otros. El tratamiento inicial para aliviar el dolor nociceptivo moderado consiste en averiguar su causa y utilizar medidas no farmacológicas.
Los analgésicos que consume una mujer lactante se pasan a la leche, exponiendo al bebé amamantado a sus efectos adversos. La concentración del medicamento en la leche suele ser parecida a los niveles en el plasma materno, pero las consecuencias clínicas para el niño amamantado varían dependiendo de numerosos factores, y, en general, se han hecho pocas evaluaciones sobre este tema. ¿Cuál es la relación riesgo-beneficio de los analgésicos en estos casos? Hemos analizado la evidencia disponible, utilizando la metodología estándar de Prescrire.
El paracetamol, o en su lugar el ibuprofeno, son medicamentos para los que no hay mucha información disponible. Sin embargo, se utiliza mucho y no se han detectado señales aparentes de seguridad en los bebés amamantados sanos. Se debe controlar la dosis, y nunca debería exceder la dosis máxima adecuada para la situación. Se debe consumir la dosis mínima eficaz, y se debería discontinuar el tratamiento apenas deje de ser necesario.
La vida media de eliminación del naproxeno del plasma es mucho más larga que la del ibuprofeno, y se han presentado efectos adversos graves entre los niños expuestos al naproxeno materno a través de la lactancia.
Para el dolor moderado a grave, se suelen utilizar opioides. La morfina, un opioide considerado fuerte, es el analgésico opiáceo de primera elección, y se utiliza a la dosis mínima eficaz. Los otros opioides fuertes (fentanilo, oxicodona, etc.) no parecen tener una relación riesgo-beneficio superior a la de la morfina, que también tiene una eficacia analgésica más predecible. Los opioides que toma una madre pueden causar depresión respiratoria, problemas neurológicos, etc., en los bebés amamantados. La mejor opción es evitar la administración repetida de morfina a la mujer que amamanta, o suspender la lactancia durante un tiempo mientras se elimina el medicamento. Mientras tanto, el bebé puede alimentarse con leche en polvo para bebés, que casi no tiene ningún efecto dañino para la salud, a menos que no se pueda garantizar el acceso a agua potable segura.
La codeína expone a los bebés amamantados a efectos adversos graves, a veces mortales, que son difíciles de predecir. Se observó que alrededor de cien bebés recién nacidos expuestos a la codeína a través de la leche materna tuvieron dificultad para extraer la leche materna, letargo, somnolencia, estreñimiento, cianosis, depresión respiratoria y bradicardia. Debido al metabolismo variable en la madre y el hijo, se pueden esperar los mismos efectos con el tramadol, la dihidrocodeína y la oxicodona. Sin embargo, si se elige uno de estos medicamentos, es aconsejable suspender la lactancia para permitir que este se elimine, y durante este periodo la madre se deberá extraer la leche y desecharla para mantener su capacidad para amamantar. También deberían evitarse otros opioides durante la lactancia como el opio en polvo, el tapentadol, el fentanilo, la hidromorfona o el sufentanilo. Asimismo, para mayor seguridad, debería evitarse el nefopam.