En 2020, un equipo de EE UU publicó los resultados de un estudio que se hizo para determinar si hay una relación entre la exposición de los hombres a la testosterona y la aparición de trombosis venosas tratadas con anticoagulantes y que utilizó la base de datos de una compañía de seguros médicos. Se excluyó a los pacientes con cáncer.
Cada paciente actuó como su propio control, los períodos de exposición se compararon con períodos de no exposición [1].
El estudio incluyó a 374 hombres sin hipogonadismo y a 1330 hombres con hipogonadismo, y todos ellos habían recibido una prescripción de testosterona durante el año anterior a la aparición de la trombosis venosa profunda.
En cada grupo, los períodos de exposición a la testosterona se asociaron con un riesgo aproximadamente dos veces superior de sufrir trombosis venosa profunda (es una diferencia estadística significativa) [1]. Uno de los mecanismos que se han propuesto es el aumento del nivel de hematocrito causado por la testosterona [2].
La trombosis arterial, el infarto de miocardio y el accidente cerebrovascular se han asociado al tratamiento con testosterona en otros estudios epidemiológicos [2,3].
En la práctica, la aparición de trombosis arterial y trombosis venosa son otros de los riesgos asociados a la testosterona, además de acelerar la progresión del cáncer de próstata y de asociarse a trastornos de la salud mental [4]. Estos efectos adversos tienen mucha importancia cuando se evalúan los posibles riesgos y beneficios de la testosterona, y justifican que se limite este tratamiento a las situaciones en las que los beneficios claramente justifican correr esos riesgos.
Referencias