En Canadá hay tres tipos diferentes de organizaciones médicas: las que conceden las licencias a los médicos para que puedan ejercer y garantizan su competencia; las que desarrollan programas para la formación de los médicos de familia y los especialistas; y los colegios médicos.
Los colegios médicos son organizaciones de afiliación voluntaria, principalmente para los médicos que tienen la misma especialidad médica (por ejemplo, la cardiología) o un interés común en un área particular de la práctica (por ejemplo, la medicina rural).
Los colegios tienen objetivos importantes: proporcionan formación profesional continua a sus miembros, cabildean ante el gobierno y otras instancias en nombre de sus miembros y de los pacientes, y promueven la mejora continua en su área de conocimiento.
Por la naturaleza de su trabajo, los colegios médicos son más propensos que los otros tipos de organizaciones médicas a interactuar con empresas que fabrican medicamentos, dispositivos médicos o que desarrollan tecnología médica; y, a menudo, reciben dinero de estas empresas relacionadas con la salud.
Relaciones con la industria
Se sabe que las recomendaciones de los colegios se han visto influenciadas por conflictos de interés de tipo financiero [1] y se ha pedido a los colegios que cambien sus forma de actuar [2] para evitar la apariencia o la realidad de que sus acciones estén indebidamente influenciadas por la industria.
En un artículo que publiqué recientemente [3], analicé la relación entre los colegios médicos canadienses y las empresas de salud. En la página web del Real Colegio de Médicos y Cirujanos de Canadá aparecen 65 colegios de especialidad [4]. Veintitrés de estos colegios obtienen patrocinio de empresas para sus actividades generales y 25 obtienen dinero para sus congresos anuales. Ninguno de los colegios dice cuánto dinero recibe de las empresas individuales y sólo dos divulgan la cantidad total que obtienen a través de donaciones.
Cuando los colegios reciben dinero de las empresas, suelen incluir sus logotipos en sus sitios web y los médicos pueden utilizar el hipervínculo a los sitios web de dichas empresas.
Es alarmante que sólo 10 colegios cuenten con políticas públicas para manejar sus interacciones con las empresas. La ausencia de una política sobre patrocinio coincide con investigaciones previas sobre otros aspectos de las interacciones entre los colegios médicos canadienses y las empresas de salud. Adrienne Shnier, abogada y profesora adjunta de la Escuela de Política y Gestión en Salud de la Universidad de York y yo descubrimos que las políticas de estos colegios con respecto a la participación de la industria en la formación médica continua eran generalmente débiles o inexistentes.
Los colegios médicos canadienses no son diferentes a los de otros países. De los 131 colegios médicas italianos, el 29% incluía los logotipos de fabricantes en su página web, el 4,6% tenía un código ético que cubría las relaciones con la industria, el 6,1% publicaba un informe financiero anual y el 64,9% había recibido patrocinio para su última conferencia [5].
Influencia de la industria
¿Realmente todo esto importa? ¿Debemos preocuparnos por estas relaciones? Hay pruebas fehacientes de que sí. Cuando los médicos se conectan a las páginas web de las empresas, se exponen directamente a la información generada por esas empresas sobre sus productos.
Una revisión amplia [6], en la que participé como uno de los autores, analizó la relación entre la exposición a la información de las empresas farmacéuticas y la calidad, cantidad y el coste de la prescripción médica. Los estudios que detectaron una asociación entre la información de las empresas farmacéuticas y la prescripción documentaron que aumentaba la frecuencia de prescripción y los costes, o bajaba la calidad de la prescripción. Algunos estudios no encontraron ninguna asociación, y ningún estudio encontró que mejorara el comportamiento prescriptivo.
Para los colegios médicos, recibir dinero de las empresas se asocia con la adopción de posturas favorables a los intereses de esas empresas. Las guías sobre anticoncepción publicadas en 2011 por el Colegio de Obstetras y Ginecólogos de Canadá (SOGC) [7], respaldaban el uso de dos anticonceptivos orales, Yaz y Yasmin, y eran una copia casi idéntica a una declaración de consenso de un taller patrocinado por Bayer [7], el fabricante de estas píldoras. El SOGC recibió financiación de Bayer y su vicepresidente ejecutivo defendió las guías.
Las guías para la prescripción de opiáceos [8] para el dolor crónico no relacionado con el cáncer, que elaboraron cuatro organizaciones con conflictos de interés con los fabricantes de opiáceos incluían múltiples “señales de alarma”, es decir, elementos que se sabe que pueden introducir sesgo.
En 2009, la Sociedad Americana de Hipertensión se asoció con su entonces mayor donante, la empresa farmacéutica Daiichi Sankyo, para crear un programa de formación para los representantes de ventas de la empresa que visitan a los médicos en sus consultas [9].
Divulgación y transparencia
Los colegios médicos deben demostrar a sus miembros y a los pacientes que tiene a su cargo que sus acciones no están influidas por quién los financia. Hay algunas medidas sencillas que pueden adoptar para lograr ese objetivo.
Todos los colegios deberían tener políticas detalladas para interactuar con entidades comerciales. Deberían publicar las cantidades que obtienen de las distintas empresas para que todo el mundo pueda ver qué porcentaje de su presupuesto procede de esos patrocinios. Reconocer a los patrocinadores es apropiado, pero los hipervínculos a sus sitios web no lo son y deberían dejar de incluirse en las páginas web de los colegios.
Los colegios médicos realizan un trabajo valioso, pero no es bueno para nadie que surjan dudas sobre quién se beneficia de ese trabajo.
Referencias