Mientras la pandemia de covid-19 hacía estragos en 2020, la vasopresina, un medicamento centenario para tratar a los pacientes con enfermedades críticas acompañadas de shock por excesiva vasodilatación, se encontraba entre los 10 fármacos hospitalarios más caros. ¿Por qué los hospitales y el sistema salud estadounidense pagó tanto por este fármaco? Porque la FDA no aprobó formalmente la vasopresina hasta abril de 2014, y Par Pharmaceutical aprovechó la aprobación de su medicamento para dominar el mercado y aumentar el precio del fármaco en un 5.400% entre 2010 y 2020. La aprobación de la vasopresina formó parte de la Iniciativa de Medicamentos no Aprobados de la FDA (FDA’s Unapproved Drugs Initiative UDI), un esfuerzo por regular los productos que han permanecido en el mercado desde antes de que el Congreso concediera la autoridad para evaluar la seguridad y la eficacia de los medicamentos a la FDA. La historia de la vasopresina alerta sobre los peligros de conceder la exclusividad comercial como incentivo regulador, ejemplifica las consecuencias de la debilidad de las normas sobre patentes de medicamentos en EE UU y pone de manifiesto la necesidad de reformar la UDI.
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