Según los autores de un estudio reciente, más de un millón de diabéticos estadounidenses podrían estar saltándose las dosis de insulina o retrasando su compra debido a su elevado precio.
El doctor Adam Gaffney, de la Facultad de Medicina de Harvard en Cambridge, Massachusetts, y sus colegas, utilizaron los datos de 982 usuarios de insulina que participaron en la Encuesta Nacional de Salud (National Health Interview Survey NHIS) que hicieron los CDC en 2021, y encontraron que el 16,5% había informado que racionaba el medicamento de alguna forma (IC del 95%: 13,8%-19,6%) [1].
En un breve informe publicado en Annals of Internal Medicine, los investigadores escribieron que, si esa información es representativa de todos los estadounidenses con diabetes, más de un millón de pacientes podrían estar racionando la insulina con consecuencias potencialmente dañinas [2].
En la encuesta se preguntó a los diabéticos adultos tipo 1 o 2 que utilizan insulina si en los últimos 12 meses se habían saltado dosis de insulina, si se habían administrado menos de la necesaria o si habían retrasado la compra del medicamento para ahorrar dinero. El equipo de Gaffney consideró que cualquier respuesta positiva era un indicio de racionamiento. Según el estudio, la forma más frecuente de racionamiento fue el retraso en la compra (14,2%), seguido de tomar menos de lo necesario (10,6%) y saltarse dosis (9,6%).
Gaffney y sus colegas dijeron: “Es probable que varios factores apoyan nuestros resultados. Los precios de la insulina en EE UU son mucho más altos que en otros países. Además, las empresas farmacéuticas han aumentado los precios de la insulina año tras año, sin haber modificado el producto”.
Los investigadores señalaron: “Investigaciones previas, los informes de muertes por falta de insulina que se anuncian en los medios de comunicación y la fisiopatología de la diabetes indican que la falta de adherencia a la insulina por el problema de los precios puede acarrear efectos graves, incluso fatales”.
El racionamiento de insulina fue diferente para cada subgrupo. Entre los adultos de 65 años o más, el 11,2% declaró haberla racionado, en comparación con el 20,4% de los más jóvenes. Entre las personas con mayores ingresos, el 10,8% dijo racionarla, en comparación con el 19,8% de las personas con ingresos medios y el 14,6% de las personas con ingresos bajos. Entre los participantes negros, el 23,2% racionó la insulina, en comparación con el 16,0% de los blancos e hispanos.
Según el estudio, las tasas de racionamiento fueron más altas entre los no asegurados (29,2%), seguido de los que tenían seguro privado (18,8%), otra cobertura (16,1%), Medicare (13,5%) y Medicaid (11,6%).
El grupo de Gaffney también investigó si el racionamiento se asociaba con el hecho de haberse sentido “abrumado por las exigencias de vivir con diabetes” durante el último mes. Las respuestas se agruparon en “a veces, normalmente o siempre” o “rara vez o nunca”. Tras el ajuste por variables sociodemográficas, se observó una asociación significativa con la sensación de agobio (razón de prevalencia 1,48; IC del 95%: 1,20-1,76).
En un correo electrónico a MedPage Today, Gaffney dijo: “Los médicos deben ser conscientes de las barreras financieras que enfrentan sus pacientes y prescribir versiones menos costosas de los medicamentos, cuando sea clínicamente apropiado y haya múltiples alternativas con la misma eficacia”.
Y añadió: “Pero a menudo no las hay, lo cual es una razón más por la que hay que hacer una reforma integra a la forma en que adquirimos y suministramos medicamentos con receta… Las barreras de precios son un impuesto a la enfermedad: no necesitamos copagos ni deducibles para la insulina, realmente nadie usa más de lo que necesita. En mi opinión, la insulina -como todos los medicamentos esenciales- debería ser gratuita para todos”.
Gaffney comentó que los precios de la insulina son más altos en EE UU que en otros países, en parte porque el gobierno federal no utiliza su poder adquisitivo para negociar precios más bajos. “Así que pagamos a las empresas farmacéuticas el doble que otras naciones de altos ingresos por sus medicamentos. En segundo lugar, carecemos de un sistema de salud universal que cubra totalmente los medicamentos, por lo que los pacientes pagan cantidades significativas de su bolsillo, o incluso el precio total de la etiqueta si no están asegurados. Es un sistema disfuncional que ha provocado la muerte de pacientes”.
En una declaración que acompaña al estudio, los investigadores dijeron que esta información tiene consecuencias para los debates políticos en curso. La Ley de Reducción de la Inflación de 2022 limitó los copagos de la insulina para los afiliados a Medicare a US$35 al mes [3], pero los investigadores comentaron que el borrador inicial de ese proyecto de ley también limitaba los costos de la insulina para los que cuentan con seguro privado.
Sin embargo, esa disposición no se incluyó en la legislación final. El grupo de Gaffney afirmó: “Consecuentemente, ni los asegurados privados ni los no asegurados -los grupos que, según el nuevo estudio, racionan la insulina con mayor frecuencia- están protegidos frente a los precios de la insulina, que pueden alcanzar un promedio de US$1.000 al mes o más”.
Los investigadores señalaron que las limitaciones del estudio incluían el autoinforme de los resultados y los diagnósticos. Además, el NHIS no recogió datos sobre las posibles consecuencias del racionamiento de insulina, como el daño a los órganos o las hospitalizaciones por cetoacidosis.
Referencias