Las guías vigentes del National Comprehensive Cancer Network (NCCN versión 1.2023) para tratar la leucemia mieloide crónica (LMC) en fase crónica recomiendan los inhibidores de la tirosina quinasa de segunda generación (2G-TKI) como tratamiento de primera línea para los pacientes con puntuaciones Sokal o Euro de riesgo intermedio o alto. En este editorial, analizamos las razones por las que el imatinib debería ser el fármaco preferido de primera línea para todos los grupos de riesgo.
El imatinib debe ser el fármaco preferido de primera línea para la LMC en fase crónica, independientemente de la categoría de riesgo. El imatinib tiene un perfil de toxicidad mejor al de los 2G-TKI y es más seguro en pacientes con múltiples comorbilidades. Disponible en forma genérica, el imatinib cuesta menos de una trigésima parte que el 2G-TKI más barato. En el caso de los pacientes que no responden al imatinib, el cambio a tratamientos de segunda línea puede dar buenos resultados. Las ventajas de coste y seguridad del imatinib no comprometen la supervivencia, ya que no se han establecido diferencias en la supervivencia general entre el imatinib y los 2G-TKI.