Cuando Xarelto, de Johnson & Johnson, entró en el mercado en 2011 y Eliquis, de Bristol Myers Squibb, hizo lo propio en 2013, los precios de lista de los populares anticoagulantes eran de US$218 y US$250, respectivamente, por un suministro mensual, informa Fiercepharma [1].
Pero en enero de 2022, esos precios se habían disparado a US$516 para Xarelto y US$529 dólares. ¿Debería ocurrir esto en un mercado supuestamente competitivo? Esa es la pregunta que se hacen esta semana dos congresistas demócratas.
La senadora demócrata por Minnesota Amy Klobuchar, que dirige la aplicación de la legislación antimonopolio en el Comité Judicial del Senado, y la representante demócrata por California Katie Porter, miembro del Comité de Supervisión de la Cámara de Representantes, piden a los funcionarios del Departamento de Justicia y de la Comisión Federal de Comercio que investiguen si las subidas de precios se hicieron ilegalmente y de forma concertada [1].
“La falta general de comportamiento competitivo exhibida por estos vendedores de medicamentos plantea preocupaciones con respecto a una posible conducta ilegal. Los precios de estos dos productos competidores han subido cada año desde que entraron en el mercado a un ritmo muy superior a la inflación, sin ninguna mejora significativa de los medicamentos ni ningún aumento aparente de los costes de producción”, escribieron las congresistas [1].
En 2020, Medicare gastó US$9.900 millones en Eliquis y US$4.700 millones en Xarelto, convirtiéndolos en el primer y tercer medicamento más costoso para el sistema, señalaron las congresistas.
En 2021, Eliquis fue el quinto medicamento más vendido del mundo, con US$16.700 millones, mientras que Xarelto ocupó el puesto número 12 en ventas mundiales, con US$7.500 millones.
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