En EE UU, alrededor de un millón de personas tienen la enfermedad de Parkinson, una enfermedad progresiva del sistema nervioso [1]. Los síntomas típicos incluyen temblores (por ejemplo, en las manos o la cabeza), rigidez muscular, lentitud de movimientos, alteraciones del equilibrio y cambios en el habla o la escritura [2, 3].
Se desconoce la causa de la enfermedad de Parkinson y las formas de prevenirlo. Sin embargo, dado que las vitaminas B, como la B6 (piridoxina), la B9 (folato) y la B12 (cobalamina), desempeñan un papel importante en la salud del sistema nervioso, se ha propuesto su uso para reducir el riesgo de desarrollar esta enfermedad [4]. Un estudio observacional prospectivo de 30 años y gran tamaño, publicado en el número de mayo de 2023 de Movement Disorders, aporta una respuesta parcial. Esta investigación encontró que la ingesta dietética y suplementaria de estas vitaminas por encima de la cantidad diaria recomendada y a largo plazo no se asociaba con un menor riesgo de desarrollar la enfermedad de Parkinson [5].
Acerca de la enfermedad de Parkinson
Las células nerviosas del cerebro, llamadas neuronas, producen la dopamina, un neurotransmisor que actúa como mensajero ayudando a coordinar los movimientos corporales [6]. En los pacientes con enfermedad de Parkinson, las neuronas de una parte del cerebro llamada sustancia negra, que controla el movimiento, se dañan o mueren y ya no pueden producir dopamina. Cuando los niveles de dopamina en el cerebro disminuyen, aparecen los síntomas de la enfermedad de Parkinson. Al principio, los síntomas suelen ser apenas perceptibles y empeoran gradualmente. Aunque los medicamentos pueden ayudar a controlar algunos de estos síntomas, no ralentizan la progresión de la enfermedad.
Los hombres y las personas de 60 años o más tienen más probabilidades de desarrollar la enfermedad de Parkinson [7]. Algunos genes y ciertos factores ambientales, como la exposición a toxinas específicas, pueden aumentar ligeramente el riesgo de que una persona desarrolle la enfermedad de Parkinson.
Vitaminas B para la enfermedad de Parkinson
Las personas no pueden producir vitaminas B; éstas se obtienen a través de la ingesta [8]. Como las vitaminas B pueden ayudar a que los nervios lesionados vuelvan a crecer y contribuyan al funcionamiento del sistema nervioso, se ha sugerido que los suplementos con estas vitaminas protegen contra el desarrollo de la enfermedad de Parkinson. Estudios previos sobre la asociación entre diferentes vitaminas B y el riesgo de desarrollar la enfermedad de Parkinson han aportado resultados inconsistentes, ya sea que no han encontrado una relación entre estas vitaminas y la enfermedad, o han hallado que una mayor ingesta de algunas vitaminas B puede tener un efecto preventivo [9,10].
El estudio nuevo [11]
Los investigadores utilizaron datos de dos grandes cohortes de profesionales de la salud de EE UU: el Nurses’ Health Study (todas mujeres) y el Health Professionals Follow-Up Study (todos hombres). Después de excluir a aquellos para quienes faltaban datos dietéticos o demográficos o que habían sido diagnosticados con la enfermedad de Parkinson, se incluyó a 80,965 participantes del Nurses’ Health Study y 48,837 participantes del Health Professionals Follow-Up Study en el estudio.
Los participantes fueron monitoreados durante 30 años. Los investigadores recopilaron información sobre la ingesta de vitaminas (a través de la dieta o como suplementos) y otros datos demográficos y sobre el estilo de vida mediante un cuestionario de frecuencia de alimentos al inicio del estudio y, posteriormente, cada cuatro años. Los participantes se dividieron en grupos en función de su ingesta de vitaminas B y los resultados se ajustaron para tener en cuenta diversos factores, como el índice de masa corporal, la actividad física, el tabaquismo y el consumo de alcohol.
A lo largo de 30 años, un total de 1.426 participantes fueron diagnosticados con la enfermedad de Parkinson (739 hombres y 687 mujeres). En general, los investigadores no encontraron ninguna asociación entre la ingesta promedio acumulada de vitaminas B y el riesgo de enfermedad de Parkinson.
Con respecto a la ingesta de cada vitamina por separado, los resultados del folato fueron los más claros, y no se encontró una relación entre su ingesta total y como suplemento y el riesgo de enfermedad de Parkinson, tanto en el análisis general y como en adicionales. Para la vitamina B6, una mayor ingesta de esta vitamina se asoció con un menor riesgo de enfermedad de Parkinson, tanto para las mujeres como para aquellos que obtuvieron la vitamina a través de su dieta, en lugar de como suplemento. En cuanto a la vitamina B12, los investigadores observaron una disminución del riesgo de enfermedad de Parkinson en algunos análisis entre los individuos que tomaban cantidades muy elevadas (aproximadamente 10 veces la cantidad diaria recomendada de esta vitamina).
El estudio tiene varias limitaciones importantes. Por ejemplo, los resultados se basan en la ingesta de vitaminas que declararon los participantes, que podría no ser exacta. Además, la absorción de las vitaminas B puede verse afectada por diversos problemas médicos y medicamentos, y no se midieron los niveles sanguíneos de estas vitaminas entre los participantes. Los resultados tampoco pueden generalizarse a poblaciones menos favorecidas, ya que los participantes en el estudio eran principalmente blancos, con un alto nivel educativo y bien alimentados.
Qué hacer
Los suplementos dietéticos no sustituyen una dieta sana y un estilo de vida activo. Las vitaminas están presentes en muchos alimentos. Aunque la vitamina B12 sólo está presente de forma natural en alimentos de origen animal, como el pescado, las aves de corral, la carne, los productos lácteos y los huevos, esta vitamina puede incluirse en la dieta mediante el consumo de alimentos enriquecidos, como las levaduras nutricionales y algunos alimentos empacados, incluyendo los cereales para el desayuno [12]. Las fuentes importantes de vitamina B6 también son de origen animal, como el pescado y las vísceras. Sin embargo, la vitamina B6 también puede encontrarse en verduras ricas en almidón, como las papas, y en algunas frutas no cítricas, como bananos, mangos, piñas, dátiles e higos [13]. El folato puede encontrarse en muchas verduras, como las de hoja verde oscura, los espárragos y las coles de Bruselas. El folato también está presente en frutas, los frutos secos, los cereales, las legumbres y algunos productos de origen animal, como los huevos, los lácteos, la carne, las aves y mariscos [14].
La capacidad de absorber cantidades adecuadas de vitamina B12 puede disminuir el riesgo de desarrollar la enfermedad de Parkinson, especialmente en las personas mayores, que ya tienen más riesgo. Por este motivo, el Departamento de Agricultura de EE UU en sus Directrices Dietéticas para los estadounidenses anima a los adultos mayores a satisfacer las dosis diarias recomendadas de esta vitamina a través de la dieta [15].
Referencias