ECONOMÍA Y ACCESO
Acceso y precios
Tipos de financiamiento: precios basados en el beneficio para los pacientes (Charging schemes: price hangs on patient outcomes)
Por Andrew Jack
Financial Times, 4 de mayo 2010 p. 4
Traducido por Oscar Lanza
Cuando el Consejo Consultivo de Medicamentos del Gobierno del Reino Unido expresó dudas, hace casi una década, acerca del valor o beneficio del uso de varios medicamentos nuevos para la esclerosis múltiple (EM), el Departamento de Salud planteó una iniciativa innovadora para evitar que se gestara una fuerte polémica política sobre el tema.
Se propuso pagar por los medicamentos – Avonex, Betaferon, Rebif y Copaxone – precios con descuentos del fabricante con la condición de que sus efectos fueran monitoreados de cerca. Si los beneficios resultaban ser muy superiores o inferiores a los esperados, se modificarían los precios en base a la evaluación de su impacto.
El organismo asesor del Gobierno Británico – el Instituto Nacional de Salud y la Clínica de Excelencia (NICE)- está siendo observado por expertos de alrededor del mundo por su esfuerzo en asegurar acceso a medicamentos nuevos teniendo en cuenta su costo y sus beneficios clínicos. Al igual que el esquema de riesgos compartidos en el tratamiento de la esclerosis múltiple.
En el papel, esta propuesta es una solución atractiva para acabar con la incertidumbre en la evaluación de tratamientos nuevos antes de tener suficiente información sobre su funcionamiento en pacientes normales, y para no tener que depender de lo acontecido a un número mucho más reducido de pacientes tratados con el medicamento durante los ensayos clínicos, que suelen ejecutarse en un entorno artificial.
En la práctica, esta experiencia aportó resultados que deben conocer los responsables de los sistemas de salud de alrededor del mundo que quieren obtener mejor rentabilidad en sus acuerdos con la industria farmacéutica adoptando formas de financiamiento vinculadas al impacto del medicamento en los pacientes.
El reclutamiento de 5.500 pacientes con Esclerosis Múltiple (EM) se inició en 2002 y concluyó en 2005. La evaluación no se concluyó hasta el 2007. Los resultados no fueron publicados en el British Medical Journal más que a finales de 2010. Los mismos no fueron concluyentes y los autores argumentaron que era demasiado pronto para juzgar si tales medicamentos habían aportado valor terapéutico. Por tanto no hubo cambios en los precios inicialmente adoptados.
Algunos investigadores que siguieron el programa de cerca dudaron de su utilidad desde el principio. Se argumentó que era éticamente imposible negar el tratamiento a los pacientes con EM, y por lo tanto era difícil establecer un grupo “control” que no tomaran los nuevos medicamentos para así poder medir su impacto. Desde entonces, algunos críticos han dicho que este esquema obligó a que algunos pacientes tuvieran que seguir en tratamientos que quedaron obsoletos, retrasando la introducción de otros tratamientos innovadores.
“Hay cuestionamientos serios respecto al funcionamiento de esta estrategia”, dice Simon Gillespie, presidente ejecutivo de la Sociedad de EM. “El Departamento de Salud debe enfrentarse con el hecho de que la estrategia no es útil para lo que se había diseñado.”
Sin embargo, desde entonces las compañías farmacéuticas han adaptado y adoptado muchos otros esquemas de precios innovadores. “No es raro que algunas clases de medicamentos sean eficaces en sólo uno de cada tres pacientes que los consumen” sostiene Steve Black, especialista en Sistemas de Salud del PA Consulting Group, citando la experiencia en tratamientos contra el cáncer y con los psicotrópicos. “Podríamos tener que invertir decenas de miles de estudios antes de saber si un medicamento tendría algún efecto.”
En el Reino Unido, después que NICE rechazara Velcade , de Janssen & Cilag para el tratamiento de mieloma múltiple – un cáncer de las células blancas de la sangre – en el año 2006, la empresa aceptó un esquema de riesgo compartido en la que el Servicio Nacional de Salud –“ NHS- pagaría sólo por el subgrupo de pacientes que se beneficiara del tratamiento.”
Desde entonces, en el país hay una docena de tratamientos que se pagan con esquemas parecidos, que van desde garantías para la devolución de dinero hasta la provisión gratis de medicamentos una vez se sobrepasa el número de dosis acordadas. Tales el caso de Lucentis, que se utiliza en el tratamiento de la degeneración macular relacionada con la edad – enfermedad que causa la pérdida de la visión.
Experiencias similares se producen en otras partes. Nathan Swilling, socio de Simon-Kucher, una consultora alemana, sostiene que las experiencias de riesgo compartido en el caso de medicamentos nuevos contra el cáncer, como el Nexavar de Bayer, se han generalizado en países como Italia. Los medicamentos se ofrecen a mitad del precio durante en un máximo de tres meses, y cuando se utiliza posteriormente en los pacientes que han respuesto al tratamiento se paga el precio total.
En Alemania, Novartis se ha comprometido a reembolsar a dos compañías de seguros por los pacientes que sufrieron una fractura mientras eran tratados con Aclasta, ácido zolendrónico, para la osteoporosis. Se cree que este fármaco, prescrito una vez al año en forma inyectable, mejora significativamente los resultados al favorecer la adherencia al tratamiento, en comparación con la alternativa de ingesta diaria o semanal de otros productos.
Uno de los retos es encontrar medidas genuinamente significativas para evaluar el progreso y evolución de los pacientes, y cuyos resultados puedan ser acreditados como beneficio directo del medicamento que está siendo observado. El riesgo para las compañías farmacéuticas es que los esquemas, una vez acordados, se expandan a otros mercados, y se conviertan en productos con descuentos generalizados.
Pero ante la alternativa- una creciente reticencia por parte de las autoridades de salud a reembolsar por los medicamentos a las empresas- las compañías aceptan que se vinculen los precios a la efectividad del medicamento.