ÉTICA Y DERECHO
Conflictos de interés
El negocio de las revistas médicas ‘pirata’
Cristina G. Lucio
El Mundo, 24 de junio de 2014
http://www.elmundo.es/salud/2014/06/24/53a86f2922601dbd6f8b456b.html
Hace unos nueve meses, el especialista en Medicina Interna Francisco Fanjul empezó a recibir correos electrónicos semanales en los que supuestas revistas médicas le invitaban a escribir un artículo en sus páginas. Los mails, cada vez más frecuentes, enseguida empezaron también a solicitarle que acudiera como ponente a congresos científicos internacionales o, incluso, que preparase un manual sobre su especialidad.
Lejos de alimentar su ego con la repentina fama, Fanjul, que trabaja en las Urgencias del Hospital Son Espases de Palma de Mallorca, empezó a indagar en la web y a preguntar a sus colegas sobre esos extraños editores. Con los datos que obtuvo en el rastreo, constató lo que sospechaba: que era un oscuro negocio centrado en la profesión médica.
“Los correos más frecuentes los remiten publicaciones con nombres muy similares a revistas de prestigio -por ejemplo, en lugar de la conocida Journal of AIDS, escriben desde Journal of AIDS and Clinical Research- y te invitan a escribir un artículo para ellos remarcando que se han interesado en ti por tu amplia experiencia”, explica el médico.
Después, si consiguen que les envíes el texto, “te indican que no lo pueden publicar si no pagas unas tasas, que pueden ser de cientos o miles de euros”, y mediante un marketing agresivo sugieren que la revisión de ese artículo no será muy estricta y prácticamente que publicarán lo que sea. “No conozco a nadie cercano que lo haya hecho, pero con la creciente presión que existe en la medicina para publicar y así mejorar el currículum, entiendo que alguien pueda llegar a plantearse la opción”, señala.
En su investigación, Fanjul ha revisado muchas de esas revistas y ha comprobado que su factor de impacto [un medidor que se usa para evaluar la importancia de una publicación] es nulo, “por lo que si lo que intentas es hacer un poco de currículum, no te servirán de nada”.
Pero lo más preocupante de esta práctica, subraya, es la influencia que puede tener sobre la investigación. Algunas de estas revistas están incluidas en Medline -una base de datos de investigaciones médicas-, “por lo que estos artículos, que no pasan ningún tipo de filtro y pueden contener datos falsos, están disponibles para cualquiera que haga una búsqueda y esté realizando un estudio. Y eso puede alterar mucho los resultados de un trabajo”.
La revista Science comprobó hace unos meses con un artículo falseado [1] cómo algunas de estas revistas de libre acceso están eliminando las tradicionales revisiones por pares y los escrutinios de datos que realizan las publicaciones científicas para asegurar la validez de los trabajos. El texto hablaba del increíble poder de una molécula para inhibir el crecimiento del cáncer y mejorar la sensibilidad a la radioterapia, pero sus datos no tenían ni pies ni cabeza. De hecho, “cualquier revisor con unos conocimientos de química superiores a los del bachillerato y la capacidad de comprender datos básicos” hubiera rechazado de plano la propuesta. Sin embargo, nada menos que 157 revistas de libre acceso aceptaron la publicación.
“Se está convirtiendo en un modelo de negocio que se aprovecha de la ciencia. E incluso hemos visto que editoriales de prestigio están sacando publicaciones de bajo nivel para dar cabida a estos artículos por los que cobran bastante dinero”, explica Fanjul.
Plagio y pseudociencia
El médico español no es el primero que denuncia los abusos. Su colega Jeffrey Beall, de la Universidad de Colorado, ha creado incluso una lista con lo que denomina “editores depredadores” [2]. La relación ya tiene “más de 500 publicaciones” y “no deja de crecer” porque, tal y como señala Beall a través del correo electrónico, el de las revistas científicas es un negocio boyante.
Desde que comenzó a denunciar las prácticas poco éticas de estas empresas editoras -muchas de las cuales se basan en una intrincada maraña de sociedades- Beall ha “recibido amenazas en muchas ocasiones”, pero nunca ha abandonado su empeño en “ayudar a otros investigadores a no ser víctimas de los depredadores”. Lo contrario, subraya, sería dar un mazazo a la investigación, porque estas publicaciones están plagadas de “plagio y pseudociencia”.
La mayoría de los grupos editoriales sospechosos juegan con la legalidad. En muchos casos, sus prácticas no pueden considerarse “fraudulentas” en un sentido estricto, si bien tanto Beall como Fanjul han detectado algunos ejemplos en los que “podría estar dándose una suplantación de identidad”.
Muchos de los correos que recibe el médico tienen que ver con los congresos científicos internacionales que habitualmente se llevan a cabo para la actualización de los profesionales y la presentación de novedades terapéuticas. En este caso, “la trampa consiste en cobrar las inscripciones y luego cancelar el evento, moverlo de ubicación ” o vaciarlo prácticamente de contenido sin devolver el dinero ni dar opción a la reclamación, explica Fanjul, que ha alertado del negocio en su blog [3].
Para dar notoriedad al encuentro internacional, continúa, “a menudo utilizan nombres de médicos que muy probablemente no han dado su consentimiento o no han participado de ninguna manera en el programa”.
Christian Brander, investigador del Institut de Recerca del Sida de Barcelona (IrsiCaixa) recibió hace unos meses una solicitud por parte de OMICS Group -que figura en la lista de Beall- para que formara parte del comité científico de un congreso de VIH que iba a celebrarse a finales de este mes en Valencia. En principio, la propuesta le pareció bien, ya que el enfoque del encuentro podía aportar una perspectiva interesante. Sin embargo, no volvió a tener noticias del encuentro ni nadie le pidió aportaciones de ningún tipo, por lo que supuso que finalmente se había suspendido.
En realidad, OMICS trasladó el Congreso a Las Vegas y lo pospuso hasta octubre, pero conservó el nombre, la foto y la biografía del reconocido investigador en la información sobre el comité organizador del encuentro que figura en internet. De hecho, pese a que Brander solicitó la retirada de su nombre del evento, en la versión en español sigue apareciendo, así como la localización del encuentro en Valencia.
El investigador constata que “en el campo de la investigación biomédica, hay una inflación de encuentros y revistas on line que hacen muy difícil separar el grano de la paja”. Por eso, recuerda que es fundamental “revisar la letra pequeña y realizar preguntas específicas sobre costes potenciales, tasas de registro y otros factores que a menudo no están claramente reseñados”.
Otra investigadora que prefiere no dar su nombre ha vivido una experiencia similar a la de Brander. El grupo OMICS le pidió que fuera parte del comité organizador de un encuentro internacional relacionado con la neurología. Insistieron varias veces, subrayando su interés, hasta que finalmente la científica aceptó. Sin embargo, no volvió a tener noticias del grupo ni ha participado de ninguna manera en la organización o el programa. Su nombre también figuraba como ponente destacado en el encuentro hasta que la investigadora solicitó su retirada.
Este medio ha intentado ponerse en contacto con OMICS Group para conocer su punto de vista, pero no ha recibido respuesta.
Referencias