ECONOMÍA y ACCESO
Precios
Sofosbuvir. El Impuesto Sovaldi: Gilead no puede justificar el precio que está pidiendo para la terapia de hepatitis C (The Sovaldi tax: Gilead can’t justify the price it’s asking for Hepatitis C therapy)
Steve Miller, vicepresidente y director médico de Express Scripts.
Forbes, 17 de junio de 2014
http://www.forbes.com/sites/theapothecary/2014/06/17/the-sovaldi-tax-gilead-cant-justify-the-price-its-asking-americans-to-pay/
Traducido por Salud y Fármacos
Una cura para la hepatitis C está al alcance de 170 millones de personas en todo el mundo – gracias a los esfuerzos caritativos de pobres y enfermos estadounidenses que están pagando la cuenta por pagar precios escandalosos para su propio tratamiento. Es como Robin Hood al revés.
Esto es lo que sucede cuando una pastilla tiene un precio de US$1.000 por día en EE UU, y un régimen de tratamiento completo de 84 de esas pastillas cuesta sólo US$900 en Egipto. La exacta misma medicina, precios completamente diferentes.
Si bien es un buen gesto por parte de los pacientes de hepatitis C en EE UU para ayudar a la gente que nunca conocerán, es algo verdaderamente lamentable. Gilead Sciences, el fabricante de la droga Sovaldi, está generando enormes ganancias gracias a los pacientes estadounidenses y se asegura al mismo tiempo beneficios significativos en otros países como Egipto e India, incluso cuando vende su medicamento a un descuento del 99 por ciento en esos países.
Sovaldi cuesta US$84.000 para un curso de tratamiento. Si se añade el precio de las otras terapias que complementan Sovaldi el tratamiento llega a US$100,000 o más por paciente. El uso de Sovaldi para cada uno de los 3 millones de pacientes con hepatitis C en los EE UU costaría alrededor de US$300.000 millones, o aproximadamente la misma cantidad que anualmente gastamos para el resto de todos los demás medicamentos.
Gilead merece obtener una ganancia razonable de su inversión. Pero Gilead no inventó Sovaldi, lo compró de otra compañía por $US11 mil millones. Tuvo visión y asumió un riesgo. También ha tenido una total falta de vergüenza – y descaro absoluto – al poner el precio que ha puesto a Sovaldi.
Los pacientes de Hepatitis C en EE UU son en su mayoría personas sin seguro, con seguro insuficiente y / o encarcelados. El servicio médico para los pobres (Medicaid), el servicio médico para los veteranos de guerra (VA) y nuestro sistema penitenciario son los que se llevan la peor parte del impacto del precio de Sovaldi y, por extensión, también lo hacen todos nosotros como contribuyentes. Claro, se podría pedir que estos pacientes pagaran un copago mayor, pero incluso un copago de 10% es ya muy alto para medicamentos que cuestan cientos de dólares y realmente imposible un copago de US$1.000 por píldora.
Fabricar Sovaldi cuesta alrededor de US$$130, lo que deja claro el ultrajante precio que Gilead ha puesto. Gilead afirma que el refleja el valor de Sovaldi y que merece una prima porque al fin y al cabo a lo largo, el medicamento produce grandes ahorros. Siguiendo esa lógica, todos los antibióticos se han infravalorado enormemente desde la introducción de la penicilina hace unos 60 años.
En Alemania, el coste de Sovaldi es de alrededor de US$67.000 por tratamiento. En Canadá y el Reino Unido es alrededor de US$55.000. Si bien estas no son ofertas de rebaja como la que se hacen en India o Egipto, estos precios siguen representando un importante descuento en comparación al precio que se ha puesto en EE UU.
No existe ningún investigador independiente que puede explicar las razones del precio que ha puesto Gilead. Los estadounidenses más pobres ahora pagan más por Sovaldi que los británicos más ricos. Los costos del tratamiento de la hepatitis C va a subir alrededor de 1.800 por ciento en 2016.
La fijación de precios irracionales para los medicamentos – y lo que se ha convertido esencialmente en un impuesto a los estadounidenses para sufragar el costo del tratamiento para el resto del mundo [1] – ha producido un furor como no se había visto nunca. Los grupos de pacientes están protestando, y los contribuyentes de todo tipo – las pequeñas empresas, las grandes empresas, los programas de salud, los de Medicaid, los sindicatos y agencias gubernamentales – se están movilizando para hacer algo al respecto. Ninguna idea es demasiado extravagante y todas ellas están sobre la mesa para discusión.
Sería más sencillo si Gilead y otros se centraron en determinar el precio en base al beneficio que proporcionan sus medicamentos proporcionan, y no sólo en un intento de rellenar sus arcas. Gilead está en camino de recuperar el coste total de su 11 mil millones dólares de inversión en poco más de un año. Eso no tiene precedentes.
Sovaldi no es el primer medicamento con un precio alto, y, con más de 5.400 fármacos en desarrollo en los EE UU, no será lel último. Las planes de desarrollo de medicamentos están llenas de terapias prometedoras para enfermedades terribles – Alzheimer, cáncer, diabetes, enfermedades del corazón y otros. Les pondrán el precio que el mercado esté dispuesto a pagar, a pesar de que el mercado no puede ya enfrentarse con muchos más gastos.
Sin un cambio de rumbo, todos nos vamos a enfrentar con situaciones muy difíciles. Y un impuesto tipo Sovaldi, tan malo como es, puede ser la menor de nuestras preocupaciones.