Políticas
América Latina
Argentina. Coherencia para la injusticia
Mirada Profesional, 12 de abril de 2018
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Platón, tal vez el pensador más importante de la Grecia clásica, cuna de la democracia, en su libro La República hace un diálogo digno de referencia en boca de un sofista llamado Trasímaco que charla con Sócrates sosteniendo de manera inquietante que la Justicia “no es otra cosa que la conveniencia del más fuerte”. Por estas horas, los farmacéuticos de la provincia de Buenos Aires están viviendo en carne propia aquella frase, que siglos atrás anticipó de alguna manera lo que sucede a cada rato en la Argentina, y su Justicia adicta al poder.
Es que en cualquier momento, se confirmará el fallo de la Corte Suprema en contra de la ley 10.606, el último obstáculo para que la cadena Farmacity desembarque en suelo bonaerense. En base al expediente elaborado por la Procuraduría General de la Nación, se declararían inconstitucionales artículos claves de la norma, despejando el camino para que el poder económico, representado por la cadenera y su enorme lobby político, triunfe sin miramientos. No alcanzó la campaña de concientización, los apoyos recibidos, la convicción de decenas de Concejos Deliberantes de ciudades de la provincia de Buenos Aires, las normas locales que rechazan la instalación de este modelo de negocios. La desacreditada Justicia argentina mostró otra vez su peor cara, permisiva a los intereses, y derrumbó una normativa histórica, ejemplar, vinculada al sanitarismo.
Fuentes judiciales muy calificadas confirmaron a MIRADA PROFESIONAL la noticia que ningún farmacéutico quería escuchar. Según se supo, la Procuraduría General de la Nación ya elaboró su dictamen, donde recomienda a la Corte Suprema Nacional declarar inconstitucional el artículo 14 de la Ley de Farmacias bonaerenses, que establece quiénes podrán ser dueños de un establecimiento. Esto permitirá a las sociedades anónimas ingresar al sector, y agregando a la supuesta inconstitucionalidad, también se derrumbaría la imposibilidad de no tener más de tres farmacias bajo el mismo dueño. Además, el texto también rechaza el artículo 3 de la norma, que establece las limitaciones por densidad poblacional y distancias mínimas que deberán existir entre farmacias. En este caso, la procuraduría aconseja que sea la Corte Suprema de Justicia bonaerense la que revise esta condición. Estos dos golpes directos al corazón de la ley terminan por derrumbar su carácter esencial, y le abre la puerta a la llegada de las grandes superficies concentradoras del mercado, las cadenas o “farmashopings”, en especial Farmacity.
A partir de esta confirmación, es cuestión de tiempo para que la provincia de Buenos Aires sea invadida por este negocio. Como sucedió en la Ciudad de Buenos Aires y Córdoba, las grandes zonas urbanas serán las primeras en caer ante la impiadosa aplanadora de estas superficies, que no creen en el rol social y sanitario de la farmacia y el farmacéutico, y que transforman al profesional de la dispensa en un repositor de stocks. La competencia desleal, las desventajas ante los mostradores chicos e independientes y la indiferencia estatal harán el resto. Según estimaciones del Colegio de Farmacéuticos bonaerense, por cada local de Farmacity que se abre “cierra nueve mostradores de barrio”. Una verdadera aniquilación de las oficinas de farmacéutica.
En plena campaña, el Frente Cambiemos habló de Justicia e Instituciones, en su respeto y modernización. “Creemos en la igualdad ante la Ley y en el cumplimiento de las leyes como un modo de protegernos de los abusos de los poderosos; y como un modo, también, de brindar certidumbre para desarrollarnos”, explicaba en su plataforma.
Hoy, vemos como esos postulados se convierten en letra muerta. Pese a la mucha evidencia, los intereses del poder se impusieron sobre una justicia renga, imparcial, que cedió a las presiones políticas de turno y violó toda jurisdicción. Para los ciudadanos de a pie, el sistema judicial argentino es algo lejano, inalcanzable, casi monstruoso, que como en una novela de Kafka se vuelve un gigante de pasillos y expedientes, de burocracia y trámites, que nunca nos escucha. En más de tres décadas de democracia, la falta de independencia del poder judicial es la gran deuda que mantiene con todos nosotros y que en silencio padecemos. “Más traicionero que la política sólo la justicia. Por eso andan siempre juntas, de la mano”, es la idea de todas estas palabras.