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Los motivos de la lucha en contra de la corrupción que incide en los altos precios de los medicamentos en Guatemala… con especial dedicatoria al “empresario” demandante.
- Los altos costos de los medicamentos en Guatemala, muy por arriba de lo que se encuentra en países vecinos como México o El Salvador, y en la mayor parte de países del mundo, constituyen una de las más importantes barreras de acceso para la recuperación de la salud y disminuyen la probabilidad de su sostenimiento en el largo plazo, especialmente en pacientes con enfermedades crónicas, degenerativas o neoplásicas, que requieren medicación continua y esquemas terapéuticos que frecuentemente conllevan más de un medicamento.
- En un país donde casi el 60% de la población vive en situación de pobreza y los ingresos apenas si alcanzan para comer, los pacientes y sus familias enfrentan un auténtico desafío para comprar medicamentos. Esta realidad la vivimos también las familias de clase media: nuestros ingresos tampoco alcanzan para pagar los costos de los medicamentos que nos son recetados.
- Durante las últimas semanas han aparecido en medios de comunicación y en redes sociales distintos testimonios que ilustran los costos que le toca pagar a una persona por su medicamento, y cuánto pagan, por ejemplo, ciudadanos en El Salvador o en México. También hay resultados de estudios específicos realizados en el país e información proveniente de la base de datos de Guatecompras que demuestra el enorme negocio en que se ha convertido la venta de medicamentos, donde el IGSS y el Ministerio de Salud se han convertido en botín para la voracidad sin límite y a toda costa. Con mucho gusto le puedo hacer llegar al señor Jarquín dicha información, aunque como sus empresas son proveedoras de medicamentos para el Estado, seguro está al tanto de que esa información es de libre acceso.
- No represento a nadie; y no todos actuamos incentivados por el afán de lucro o tenemos “intereses ocultos” para denunciar públicamente esta lacerante realidad. Me motiva el ver cada día más pacientes con una enorme necesidad, pero sin la posibilidad de comprar los carísimos medicamentos que se venden en Guatemala, sabiendo que los mismos podrían ser muchísimo más baratos y accesibles, sin por ello llevar a ninguna empresa a la quiebra. Lo que yo he denunciado lo viven a diario cientos de pacientes y de médicos. Simplemente, había que decirlo en voz alta, y lo hice, haciendo uso de mi libertad de expresión. Por eso ha reverberado en el sentir ciudadano, en la opinión pública y en muchos profesionales de la salud que bien saben cómo funciona en realidad ese negocio de los medicamentos.
- La industria farmacéutica y los empresarios de los medicamentos en Guatemala tienen una enorme responsabilidad pendiente: Hacen negocios multimillonarios con las medicinas, a sabiendas de la enorme precariedad del sistema público de salud, de la pobreza de la gente y de la enorme carga de enfermedad que vive, en general, la población guatemalteca, aun si no usan los servicios públicos de salud. Los medicamentos caros los compramos todos. Los circuitos llegan hasta las farmacias, las clínicas médicas y los hospitales y sanatorios privados.
- Ahora, las empresas que además son proveedoras del Estado tienen una doble responsabilidad para con la sociedad: sus negocios –y su ganancia monumental– se hacen con nuestros impuestos. Esto saca al señor Jarquín, por ejemplo, de la categoría de “ciudadano común”, aún y cuando nunca haya sido funcionario público. Hacerse la víctima no le hace ningún favor. Las víctimas son todos esos pacientes que, necesitando, tienen que hacer un enorme sacrificio personal para comprar su medicamento, o renuncian a su salud –o a la posibilidad de seguir viviendo, inclusive– por no poder acceder a las medicinas que necesitan.
- Muchos países han logrado bajar los costos de los medicamentos, manteniendo a la par activo y boyante el mercado de medicamentos. Aplican medidas regulatodoras que impiden abusos y prácticas de colusión entre empresas y/o proveedores; desarticulan las cadenas de corrupción que involucran empresas y funcionarios públicos; abren los mercados a la verdadera competencia; incentivan la producción y uso de genéricos de alta calidad, modifican las modalidades de compra, buscando siempre una auténtica competitividad, como con las compras conjuntas y la subasta inversa, que por cierto, sigue sin aplicarse en Guatemala. Exigen, además, el cumplimiento de códigos de ética a todo profesional que ejerce en el campo de la salud, impidiendo los conflictos de interés a la hora de recetar y/o solicitar la compra de medicamentos e insumos médicos.
- Como se ve, soluciones hay y ninguna de ellas implica la quiebra de los negocios; eso sí, el empresario se ve obligado a ser verdaderamente competitivo, responsable socialmente y con un fuerte sentido de la ética y de humanidad, de esa que no se obnubila por el afán de lucro desmedido. La muestra evidente es lo que actualmente ocurre en el IGSS, donde la política de comprar por medio de la UNOPS ha logrado mejorar significativamente la eficiencia en la compra de medicamentos, sin atentar contra la calidad, aunque algunos intenten desinformar y sembrar miedo a la población.
- A la fecha UNOPS solo ha podido comprar medicamentos sobre el 30% del listado oficial de lo que provee el IGSS a sus afiliados y beneficiarios. Aun así, las cifras de reducción de costos son impresionantes: más de Q1,300 millones (1US$=Q7,5). En el esquema actual, esa suma multimillonaria se hubiera trasladado al precio de los medicamentos.
- En Guatemala, se ha vuelto normal que personas y empresas se victimicen, en lugar de confrontar sus prácticas y hacer de la mejora continua un propósito. Yo invito a las cuatro principales empresas responsables (y a sus inmorales empresas afines), que abracen una agenda más constructiva, en beneficio de la salud de los pacientes del país. Revisen sus estructuras de costos y, entre otras cosas, verán que todo lo que actualmente emplea para consentir a médicos y otros practicantes de la salud, y para pagar otros sobrecostos que se generan en el camino, los podrían reducir. Con ello, abarataría las medicinas rápidamente, sin por ello llevar a sus empresas a la quiebra. Es más, hasta se podría ampliar su mercado, pero de una forma más saludable y beneficiosa para toda la sociedad. Sean ejemplo positivo en su gremio. Dejen de ser unos corruptores más y dejen de ser parte de un cartel que ha destruido nuestro sistema de salud pública e incluso privado.
- Guatemala está urgida de empresarios que antepongan el bien común a su eterna búsqueda por maximizar ganancias, que ya han sido por demás abundantes. Solo entre el 2004-2019 a una de las empresas proveedoras del Estado (una de varias del señor Jarquín) le fueron adjudicados más de Q2.138.317.098,39 millones de quetzales, o sea, un promedio de ciento cuarenta y dos millones, quinientos cincuenta y cuatro mil cuatrocientos setenta y tres quetzales al año. Esta cifra no incluye los montos de lo que venden a los servicios privados de salud, y menos aún, lo que la gente paga de sobreprecio en las farmacias.
- Finalmente, expongo, de forma constructiva, algunos de los argumentos que es necesario expresar por el bien de los pacientes. Las cosas deben cambiar en Guatemala y reducir el costo de los medicamentos en el país debe ser una prioridad en la que todos concurramos.
Nota de Salud y Fármacos. Según un artículo de Miguel Ángel Sandoval, titulado Corruptelas en salud (III) y publicado el 2 de enero en El Periódico https://elperiodico.com.gt/opinion/2020/01/02/corruptelas-en-la-salud-iii/, la Junta Directiva del Colegio de Médicos apoyó al Doctor Román Carlos Begni, quien habría sido demandado por una farmacéutica por las denuncias de precios excesivos en las medicinas.
Pero el Sr. Sandoval también enumera comportamientos médicos que influyen en el acceso y la asequibilidad de los medicamentos, y sobre los que el Colegio de Médicos nunca se ha pronunciado incluyendo: “¿qué hacen por ejemplo, cuando médicos sugieren al paciente determinada medicina porque reciben comisión de las empresas? ¿O médicos que sugieren laboratorios clínicos pues igualmente reciben comisión? ¿O que hacen, cuando se sabe que la mayoría de las cesáreas no son por necesidad clínica, sino es por la inminente ganancia de los galenos? Tenemos entonces dos fuentes de negocios ilícitos: la primera es la venta con sobreprecio de los equipos médicos y la existencia de coimas y sobornos de toda índole en ese negocio; y la privatización de la salud que dan como resultado que una uña encarnada en un hospital público se trate sin costo, mientras que en uno privado se cobre por miles de quetzales. No es casual que hace muchos años, el demonio del caribe Fidel Castro, dijera: la enfermedad es una mercancía del capitalismo”.
El Dr Begni también recibió el apoyo del Colegio de Químicos y Farmacéuticos de Guatemala y se opusieron al inicio de cualquier proceso legal en su contra, según publicó Eder Juárez en La Hora el día 7 de enero (Farmacéuticos y Químicos: GT tiene precios elevados en medicamentos https://lahora.gt/farmaceuticos-y-quimicos-gt-tiene-precios-elevados-en-medicamentos/).
El Colegio emitió un pronunciamiento (disponible en este enlace https://lahora.gt/farmaceuticos-y-quimicos-gt-tiene-precios-elevados-en-medicamentos/) reiterando que los precios en Guatemala son más elevados que en los países colindantes, y solicitaron que se hiciera un debate técnico para encontrar soluciones. Entre otras cosas, instaron a las nuevas autoridades del Ministerio de Finanzas Públicas a realizar una propuesta consensuada de reforma a la Ley de Compras del Estado con el fin de que las adquisiciones publicas puedan realizarse de forma más ágil y efectiva, con precios competitivos a nivel internacional asegurando la calidad de los insumos contratados, principalmente los relacionados a la atención de la salud. “Que se aplique el mecanismo de subasta inversa ya existente y controles efectivos sobre las compras directas y los contratos abiertos, promoviendo la libre competencia y evitando prácticas monopólicas y de colusión que impiden el florecimiento de una industria farmacéutica competitiva y responsable con la población guatemalteca”, manifiestan. También animaron a promover el programa de acceso a los medicamentos PROAM, y a seguir utilizando los procesos de compra que hasta ahora han generado ahorros para el estado, como el que utiliza el Instituto Guatemalteco de Seguridad Social al comprar medicamentos a través de UNOPS; y las compras que ha hecho el Ministerio de Salud siguiendo el modelo de COMISCA (Consejo de Ministros de Salud de Centro América y Republica Dominicana.
El comunicado del Colegio de Farmacéuticos afirma que, en 2017, en Guatemala, el gasto de bolsillo en salud representó el 54% del gasto total. También dice que la Junta Directiva a declinado participar en eventos patrocinados por la industria farmacéutica, por los conflictos de interés que esto acarrea, y también se han opuesto a los pagos por referencias a ciertos laboratorios de análisis clínicos.