Ética
Una buena proporción de la literatura médica está financiada por las industrias farmacéutica y de dispositivos médicos. Una revisión de los artículos sobre los ensayos clínicos publicados en las seis revistas médicas más importantes documentó que el 55% habían sido financiados por la industria. La industria, además de financiar las publicaciones sobre los resultados de los ensayos clínicos, también financia análisis secundarios de datos, estudios de registros, revisiones, declaraciones de consenso y otros tipos de artículos en revistas médicas revisadas por pares.
El marketing dirigido a los académicos se basa en una presentación persuasiva de la evidencia y se promociona a través de los líderes de opinión. Una buena parte de los artículos médicos están escritos por la industria o por alguien contratado por la misma, pero la publicación formal aparece con la autoría de un líder académico. Los editores de revistas tienden a tolerar esta distorsión en la autoría del artículo. Según el artículo de Matheson [1] que resumimos en esta nota, estas estrategias están muy arraigadas y todos los involucrados (la industria, las empresas de marketing, los colaboradores académicos, y las revistas médicas) tienen interés en promover las ventas de los productos que se discuten en esos artículos.
Durante la última década ha habido varias declaraciones, campañas y regulaciones para limitar el marketing y exigir la diseminación de toda la información disponible. Incluso los mismos involucrados en la producción de literatura médica han desarrollado sus propias guías. El grupo comercial más importante que los representa es la Sociedad Internacional de Profesionales de Publicaciones Médicas (International Society for Medical Publications Professionals ISMPP) y ha implementado varios programas para mejorar los estándares y promover la industria de las publicaciones médicas. Como resultado de todos estos esfuerzos, algunas cosas han mejorado, por ejemplo, los académicos participan más en la redacción de los artículos, se cumplen mejor las regulaciones y hay más profesionalismo, pero algunos problemas persisten: se siguen exagerando los beneficios y promoviendo las ventas. Las páginas web de los patrocinadores de ISMPP dejan claro que su misión principal es servir a la industria farmacéutica, y a la vez dicen estar comprometidas con la ética y la ciencia. Además, para lograr sus objetivos, las publicaciones en revistas médicas se acompañan de otras estrategias de marketing en medios digitales y redes sociales, y de la contratación de más académicos. Es decir, a pesar de las mejoras, el objetivo de las publicaciones sigue siendo el marketing.
La primera versión de Guías para Buenas Publicaciones (Good Publication Practice o GPP) se publicó en 2003 y la redactó un grupo independiente, pero la ISMPP se responsabilizó de las versiones subsecuentes: 2009 y 2015. La versión de 2015 (GPP3) se considera el estándar para las empresas que preparan publicaciones para revistas médicas, y en su redacción participaron todos los involucrados en el financiamiento, la planificación, el desarrollo o publicación de artículos médicos financiados por la industria, incluyendo las empresas farmacéuticas y las de dispositivos médicos, los escritores y los académicos. Según los que elaboraron las guías, las personas y empresas que se adhieran a estos estándares demostrarán que tienen “integridad, capacidad para hacer bien su trabajo y para responsabilizarse por la precisión, transparencia e integridad de la presentación de resultados en sus publicaciones y presentaciones”.
Alastair Matheson trabajó 15 años como estratega, planificador y constructor de textos médicos para la industria farmacéutica, tiene experiencia en establecer estándares editoriales, guías y acuerdos de autoría y comerciales, y conoce bien la industria de las publicaciones médicas, ya que ha sido consultor y escritor para varias agencias de marketing y de publicaciones médicas, incluyendo para la industria farmacéutica. A partir de esta experiencia, en este artículo crítica la versión 3 de las Buenas Prácticas de Publicación (GPP3), y las compara con las Guías del Consejo Internacional de Editores de Revistas Médicas (ICMJE) y otras guías y declaraciones, incluyendo la Declaración de Helsinki, las guías de la OMS para informar sobre resultados de ensayos clínicos, Consort, y la FDAAA 801. A continuación, sus hallazgos más importantes.
13 de los 15 autores de GPP3 son empleados o exempleados de ISMPP, o personas contratadas por las industrias farmacéutica o de dispositivos médicos, o por empresas de marketing. Otro es un editor de una revista médica que publica muchos artículos financiados por la industria, y el otro trabaja para una casa editorial que presta servicios a la industria. Los borradores de la guía fueron revisados por 94 personas, 75 de ellas eran personal de las empresas farmacéuticas, agencias o escritores comerciales. Por lo tanto, es una guía escrita por los involucrados en la industria de las publicaciones médicas y por lo tanto se puede considerar una guía de autoregulación.
La GPP3 consiste en 10 principios, y un Anexo de 10 páginas dedicadas a temas importantes para la industria, como el papel y las responsabilidades de los acuerdos escritos, tipos específicos de publicaciones, estándares para informar y para compartir los datos. También incluye dos tablas sobre temas de autoría.
La GPP3 incluye algunas recomendaciones para mejorar la integridad de las publicaciones, pero la mayoría duplican los requisitos de los editores de las revistas médicas, especialmente las recomendaciones de la ICMJE. Una de las cosas positivas es que recomienda que se compartan todos los datos, incluyendo los informes clínicos de los ensayos clínicos y la información de los pacientes con algún centro académico para que puedan verificar los resultados, algo que la ICMJE no llega a hacer. La GGP3 también solicita la publicación de todos los resultados de los ensayos clínicos.
Sin embargo, estas recomendaciones no son la base de la GPP3, ya que su objetivo principal es la planificación y el desarrollo de artículos para revistas médicas. Por ejemplo, la Sección 1.1 del Anexo recuerda que se deben verificar las fechas de entrega de los resúmenes con la fecha en que deberían estar disponibles los datos; que se debe priorizar la publicación del ensayo clínico por encima de los análisis secundarios, y deben asegurarse de que las nuevas técnicas se han publicado en la literatura antes de publicar resultados que se han obtenido utilizando esas técnicas. También recomienda que los planificadores identifiquen las necesidades científicas y técnicas que para las que hace falta escribir otras publicaciones, lo que según el autor equivale a identificar las necesidades de marketing.
Uno de los problemas de GPP3 es que para 6 de los 8 principios que replican los requisitos de otras guías no hace referencia a esas otras guías, impidiendo que el lector constate que se trata de una duplicación de los requisitos.
Según Matheson, la GPP3 no solo sirve de guía, sino que promueve las publicaciones pagadas por las empresas farmacéuticas en las revistas médicas. Esto se consigue utilizando frases un tanto ambiguas. Por ejemplo, habla de autores, sin distinguir entre el autor académico y los coautores de la industria, o dice el autor toma las decisiones finales, pero no dice “todas” las decisiones finales; se refiere a los proyectos de escritura médica como “profesionales” generando una imagen de profesionalismo, y no utilizan la palabra marketing; dice que los que se dedican a escribir artículos médicos no son “autores fantasma” porque esa etiqueta tiene connotaciones negativas, cuando en realidad sí lo son. Todo esto para que quién lea la Guía sin fijarse en los detalles se quede con la impresión de que es muy buena.
La Guía habla del plan de publicaciones como algo necesario para que los patrocinadores se aseguren de que los hallazgos se publican y presentan de forma responsable, ética, completa y oportuna; y no menciona el objetivo comercial de estas publicaciones. También mencionan los planes de publicación de los ensayos clínicos, pero no se refiere a los planes para promover ciertos productos. Los pagos de la industria a las empresas que se dedican a planificar las publicaciones se describen como pagos que se hacen para ayudar a los autores, socavando la importancia de la contribución de estas agencias.
En realidad, parecería que la GPP3 acaba con las empresas que contribuyen a producir publicaciones médicas. Según la Guía, los autores tienen que estar involucrados en el desarrollo de los artículos, eliminando la necesidad de tener escritores profesionales de artículos médicos o limitando su utilización a cuando lo solicita el autor del artículo. Sin embargo, el lenguaje que se utiliza en la GPP3 permite que la industria de las publicaciones médicas y la industria farmacéutica puedan seguir manteniendo el control de las publicaciones a través de escritores profesionales que no son académicos.
Los planes de publicaciones, según la GPP3, los sigue elaborando la industria farmacéutica y las empresas que ella contrata, no lo hacen los escritores académicos. Con frecuencia, las empresas escogen a los autores académicos, que no suelen ser independientes, pues con frecuencia han recibido o reciben pagos de las farmacéuticas. Además, los autores no tienen total libertad de acción, tienen que aceptar que trabajarán con empleados de la industria y que la industria podrá revisar los borradores y proteger su propiedad intelectual.
La GPP3 es confusa en relación con el acceso de los autores a los datos de los sujetos de experimentación que han participado en los ensayos clínicos. Se contradice, y no queda claro si solo tendrán acceso a datos agregados o si podrán acceder a algunos datos “relevantes” de los sujetos. En cualquier caso, no apoya que los autores tengan acceso a todos los datos anonimizados de los participantes en los ensayos clínicos.
La Guía también exige que se guarde toda la documentación relacionada con las publicaciones, todos los contratos y acuerdos, incluyendo todos los borradores. Toda esta documentación podría ser útil en caso de litigio.
El sesgo comercial en las publicaciones de ensayos clínicos financiados por la industria es difícil de eliminar, las guías de CONSORT, Cochrane e ICMJE no han logrado hacerlo. Las expectativas de la GPP3 podrían ser bajas, pero si se cumplieran dos de sus principios: la publicación de todos los resultados de los ensayos clínicos, y el que se pongan a disposición de los centros académicos los resultados y los datos anonimizados de los participantes en los ensayos clínicos, la información mejoraría sustancialmente.
En resumen, en referencia al negocio de las publicaciones médicas, la GPP3 hace varias recomendaciones que son muy parecidas a las de ICMJE, sin reconocer que son las mismas. Por otra parte, la GPP3 no reconoce que la base del negocio de las publicaciones médicas es el marketing de los productos farmacéuticos y de los dispositivos de las empresas que los contratan; y permite que la industria mantenga el control de las publicaciones mientras atribuye la autoría a los académicos. En definitiva, la GPP3 es un manual para promocionar medicamentos en la literatura académica, utilizando las estrategias estándar de marketing. El autor recomienda que los académicos y los editores elaboren sus propias guías, en beneficio de los lectores y de los pacientes.
Referencia