Los productos medicinales que contienen ácidos grasos poliinsaturados omega-3 están autorizados en la Unión Europea desde la década del 2000 para la prevención de nuevos eventos cardiovasculares en pacientes con un infarto de miocardio previo, junto con la terapia estándar (a). No se ha demostrado que mejoren los resultados clínicos en esta indicación [1, 2]. El sistema nacional francés del seguro de salud dejó de reembolsar estos medicamentos para la prevención cardiovascular en 2015, después de que el Comité para la Transparencia de la Autoridad Nacional de Salud calificara su “beneficio clínico real” como insuficiente [3].
A finales de 2018, el Comité de Productos Medicinales para Uso Humano (CHMP, por sus siglas en inglés) de la Agencia Europea del Medicamento concluyó que los ácidos grasos omega-3 no son eficaces en la prevención cardiovascular tras un infarto de miocardio. Su conclusión se basó principalmente en los resultados de un metaanálisis de 10 ensayos clínicos aleatorizados con aproximadamente 78.000 pacientes y publicado en 2018, que muestra que no se produjeron menos eventos cardiovasculares en los pacientes que recibieron “suplementos” de ácidos grasos omega-3. Estos resultados son consistentes con los de otros metaanálisis [1, 4]. Por este motivo, el CHMP recomendó eliminar esta indicación de las fichas técnicas y los prospectos para los pacientes. En respuesta a las objeciones planteadas por varias compañías que comercializan dichos medicamentos, el CHMP confirmó esta opinión a finales de marzo de 2019. La Comisión Europea adoptó la recomendación del CHMP en junio de 2019 [4, 5].
En la práctica. Las conclusiones del CHMP son bienvenidas, pero llegan tarde. Después de un infarto de miocardio, es más útil recomendar una dieta variada de tipo mediterránea que ofrecer a los pacientes “suplementos” de ácidos grasos omega-3. Esta dieta parece tener efectos beneficiosos y, aunque la fuerza de la evidencia es solo modesta, los datos son consistentemente positivos [1, 6].
Referencias