El 10 de julio, el Dr. Abraham Sokhaya Nkomo murió de Covid-19 en Pretoria, Sudáfrica. Abe Nkomo, como se le conocía popularmente, fue un héroe en Sudáfrica: médico, organizador anti-apartheid, miembro del parlamento, diplomático y activista de salud pública durante mucho tiempo. Recibió su primera dosis de la vacuna Pfizer el 9 de junio. El 24 de junio, su familia notó que había desarrollado síntomas parecidos a los de la gripe y le trasladó a un hospital después de que dio positivo al Covid. Al principio, parecía que estaba dominando la infección. Pronto, sin embargo, sus niveles de oxígeno bajaron y necesitó un ventilador, pero después tuvo que ser trasladado a la UCI, donde su condición empeoró rápidamente.
En las semanas previas a su muerte, a miles de millas de distancia, su hijo menor Marumo Nkomo, consejero de la Misión Sudafricana en Ginebra, tuvo intensas conversaciones en la Organización Mundial del Comercio. Como representante de comercio de su país, Nkomo y su jefe, el jefe de la misión, Xolelwa Mlumbi-Peter – estaban presionando a la OMC para que respaldara una exención global de los monopolios farmacéuticos para que los países pobres de todo el mundo pudieran producir las vacunas que necesitan. (Menos del 3% del continente africano hasta la fecha ha sido vacunado, porque los países ricos han acaparado casi toda la oferta mundial). Como la condición de su padre se deterioraba, Nkomo tomó la decisión de volar a casa. Diez minutos después de que su avión aterrizara en Johannesburgo, su hermano le llamó para decirle que su padre había muerto.
La historia de los Nkomo deja al descubierto la crueldad de este momento. Como los países más ricos de la Tierra (y las corporaciones domiciliadas en ellos) se enfrentan con algunos de los más pobres, y el enfrentamiento resultante cuesta un peaje intensamente personal.
“El Dr. Abe Nkomo era un hombre delgado, y era un gigante en el corazón de la gente vive con el VIH”, nos dijo Zackie Achmat, el legendario activista sudafricano. Achmat fundó la Treatment Action Campaign y a principios de 2000 fue responsable de un movimiento global contra los monopolios farmacéuticos de los productos contra el sida, nos dijo que cuando el Dr. Nkomo dirigía el comité para la salud del parlamento sudafricano les ofreció un apoyo crucial. “Luchó por nuestro acceso a medicamentos y a fines de la década de 1990 promovió cambios legislativos, que nos dieron el derecho a vivir. Luchó contra la especulación de la industria farmacéutica, entendió la emergencia en la que estábamos”.
El Dr. Nkomo gozaba de buena salud y permaneció activo hasta el final de su vida. Navegó la pandemia con cautela, evitando grandes eventos, excepto una vez, cuando viajó a Johannesburgo para el funeral de su hermano, quien también murió de Covid-19. Si hubiera vivido en el Reino Unido, Estados Unidos o Alemania, Nkomo, que tenía 80 años, podría haber recibido la vacuna en enero. Si hubiera vivido en India, podría haber sido vacunado en marzo, a tiempo para el ataque de la variante Delta. En cambio, debido a que vivía en Sudáfrica, recibió su primera dosis en junio, y no vivió para recibir la segunda. “Cada vez que abro mi página de Facebook, me entero de que al menos tres o cuatro personas que conozco han muerto de Covid”, dijo Achmat. “Me duele que el Dr. Abe Nkomo, quien tanto ha hecho para la salud pública en este país, no recibiera su vacuna a tiempo”.
Cuando Sudáfrica e India propusieron una exención de los monopolios farmacéuticos en la OMC en octubre de 2020, fue para evitar exactamente la situación en la que estamos ahora. Las vacunas escasean debido a los monopolios corporativos que restringir quién puede hacerlos, mientras que los suministros existentes los compran los países ricos. La escasez mundial resultante está provocando muertes en países pobres que son evitables.
Todos los países ricos estaban inicialmente en contra de la exención cuando se propuso por primera vez, incluido EE UU durante la presidencia de Trump. Da lo mismo que la mayoría de la población mundial quisiera la exención; mientras sean los países ricos los que se opongan, la OMC, que trabaja sobre un modelo de consenso que requiere que todos los países miembro estén de acuerdo para que una propuesta avance, no podría ni siquiera empezar a discutirlo. No importa, tampoco, que vacunar a más gente de todas partes también beneficie a la gente de los países ricos. Cuantos menos virus estén circulando habrá menores posibilidades de mutaciones o de que el virus evolucione.
Desbloquear la producción global se ha vuelto todavía más urgente. Hasta hace poco, la teoría era que las compañías farmacéuticas occidentales dejarían de suministrar a los países ricos en un futuro próximo, y que el próximo año, podrían concentrarse en los países pobres. Esa teoría se vino abajo recientemente cuando los países ricos autorizaron el refuerzo con una tercera dosis para algunas de sus poblaciones, lo cual retrasará la primera dosis para la mayor parte del mundo para que una minoría que ya está vacunada reciba un refuerzo.
En mayo de este año, el gobierno de EE UU cambió su primera decisión y anunció su apoyo a la exención, otorgando a la propuesta la oportunidad de vivir. Fue un cambio bienvenido, pero la euforia fue fugaz. El Reino Unido ha seguido oponiéndose, al igual que Suiza y la UE, donde la oposición de Alemania ha sido particularmente fuerte. Mlumbi-Peter nos lo dijo que “la oposición a nuestra propuesta es principalmente ideológica”. Cuando su oficina presentó la propuesta en octubre del año pasado, estaba trabajando con Mustaqeem de Gama, el sudafricano que fue representante comercial hasta que Marumo Nkomo reemplazó este año. “Pero lo que teníamos en mente era salvar la vida de las personas. Si fuéramos ideológicos, no estaríamos negociando. Estamos dispuestos a llegar a un acuerdo, pero no para llegar a algo que no tiene sentido. Nuestro objetivo es desbloquear la producción global”.
Esta semana, la OMC reabrirá sus operaciones después de su habitual vacación veraniega. Comenzarán las discusiones sobre la exención de los monopolios farmacéuticos inmediatamente. Mlumbi-Peter tiene claro lo que debe suceder. Ella quiere que la OMC formule urgentemente una respuesta apropiada para la emergencia en que nos encontramos y afirma que “no ha habido un compromiso real. Necesitamos una negociación basada en el documento. Necesitamos un mensaje político claro de parte de EE UU diciendo que quieren ver un resultado; no creemos que la UE se mueva sin EE UU. Eso nos ayudaría a que la OMC diera una respuesta creíble al Covid-19”.
Tal como están las cosas, le peso de eliminar los monopolios mundiales para las vacunas contra el coronavirus depende en gran medida de Mlumbi-Peter y Marumo Nkomo. Ellos han trabajado en medio de devastadoras pérdidas personales y hostilidad profesional con perseverancia imperturbable. Cuando – y si – ganan, también será demasiado tarde para salvar a los seres queridos que ya han perdido en la pandemia. Pero se podrá empezar a beneficiar al resto del mundo no vacunado.
Achal Prabhala es el coordinador del proyecto AccessIBSA, que promueve campañas de acceso a medicamentos en India, Brasil y Sudáfrica.
Chelsea Clinton es profesora adjunta de la Universidad de Columbia. Mailman School of Public Health y vicepresidente de la Clinton Fundation en Nueva York.