Ravi Gupta y Joseph Ross describen algunos comportamientos de la industria y dicen que la reformulación de medicamentos beneficia más a la industria que a los consumidores en un artículo en Statnews [1]. A continuación, los puntos más relevantes.
Una de las estrategias que utiliza la industria para mantener elevados los precios de los medicamentos se conoce como evergreening o perennización de las patentes o gestión del ciclo de vida del medicamento, y consiste en ampliar el periodo de protección por patentes para seguir imponiendo precios monopólicos. Una forma de lograrlo es a través de la reformulación de los medicamentos cuando está a punto de caducar su patente. Hay muchos tipos de reformulación, por ejemplo, cambiar de tableta a píldora, o sacar un producto de liberación prolongada para espaciar los intervalos entre dos dosis, o combinar dos medicamentos en uno. Estos productos reformulados son más caros que las versiones genéricas del producto original.
Un estudio demostró que la Parte D de Medicare y Medicaid -dos programas estadounidenses de financiamiento público- se podrían haber ahorrado hasta US$2.600 millones [2] si los pacientes, en lugar de utilizar la formulación de liberación prolongada hubieran utilizado las versiones genéricas de los medicamentos originales.
Algunas reformulaciones pueden ser útiles, pero los resultados de estudios que han analizado sus beneficios para la salud o su contribución a mejorar la adherencia de los pacientes son contradictorios [2, 3]. El valor clínico de los medicamentos reformulados se podría ver atenuado por el elevado costo que tienen para los pacientes [4].
Un artículo reciente [5] afirma que los fabricantes tienen mucho más interés en reformular un medicamento cuando es de grandes ventas, y pierden su interés en hacerlo cuando sus productos enfrentan la competencia de los genéricos. Es decir, el interés por reformular se asocia a los beneficios económicos, no a los beneficios para los pacientes.
Las empresas hacen lo posible por evitar la competencia de los genéricos, sobre todo en el caso de los medicamentos más rentables, por ejemplo, usan marañas de patentes [6], pagan para que los fabricantes de genéricos retrasen su entrada el mercado, y lanzan sus propias versiones genéricas.
Nada de esto debería suceder. Le ley Hatch Waxman (Drug Price Competition and Patent Term Restoration Act of 1984) estableció un sistema para facilitar la entrada en el mercado de los competidores genéricos tras un tiempo determinado de protección del monopolio que permitía a los fabricantes del producto original recuperar el costo de desarrollar el medicamentos.
Hay que reformar los incentivos a la innovación, para asegurar que los productos nuevos son asequibles y accesibles.
Una de las reformas tiene que ver son el sistema de patentes. Un estudio [7] descubrió que, entre 2005 y 2018, el 78% de los medicamentos asociados a nuevas patentes eran medicamentos existentes, no nuevos; y un informe del Comité de Supervisión de la Cámara de Representantes afirma que lo que impulsa el desarrollo de medicamentos es el mercado y no el aporte de beneficios clínicamente significativos [8].
Es importante verificar que las patentes que otorga la oficina de patentes y marcas son meritorias, y evitar los procesos de evergreening.
Permitir el acceso a los medicamentos de venta con receta y fomentar la innovación farmacéutica clínicamente significativa deberían ir de la mano, y no estar en tensión tan directa.
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Referencias