Los adultos de 65 años o más corren un alto riesgo de sufrir interacciones farmacológicas y efectos adversos [1]. Esto se debe a varias razones; por ejemplo, los adultos mayores son más propensos a padecer varios problemas de salud al mismo tiempo, en comparación con los adultos jóvenes, por lo que a menudo necesitan tomar varios medicamentos de venta con receta [2]. Los adultos mayores también toman con frecuencia medicamentos de venta libre, así como suplementos alimenticios y a base de plantas [3]. Muchos medicamentos y suplementos producen efectos adversos, y tomar varios medicamentos al mismo tiempo aumenta el riesgo de interacciones entre ellos.
A medida que las personas envejecen, su organismo experimenta cambios que contribuyen a que surjan los riesgos derivados de los medicamentos [4], entre los que se incluyen cambios en el aparato digestivo, la circulación y el peso corporal, así como reducciones en la masa de órganos y músculos, y una menor eficiencia de los riñones y el hígado [5]. Estos cambios relacionados con la edad pueden alterar la rapidez con la que los fármacos se absorben y pasan al torrente sanguíneo, así como el modo en que se descomponen y eliminan del organismo. A medida que el metabolismo de algunos fármacos se enlentece, aumenta la concentración de estos en la sangre, por lo que algunos pacientes pueden necesitar dosis más bajas. Incluso puede ser necesario ajustar la dosis de algunos medicamentos que antes no causaban problemas, o bien sustituirlos por otros [6].
Clases de medicamentos que los adultos mayores deberían evitar
A pesar de que los adultos mayores corren un mayor riesgo de sufrir interacciones farmacológicas y efectos adversos, no están representados adecuadamente en muchos ensayos clínicos. Por ello, la información sobre la seguridad y la eficacia de los medicamentos en los adultos de más edad puede ser inadecuada o no estar disponible [7]. Sin embargo, algunos estudios evalúan específicamente qué fármacos pueden ser especialmente riesgosos e inadecuados para las personas mayores [8, 9]. En 2023, la Sociedad Estadounidense de Geriatría (American Geriatrics Society) actualizó una lista (denominada Criterios de Beers) de medicamentos que los adultos mayores deberían evitar, en la medida de lo posible [10]. En este artículo se destacan cinco clases de fármacos que se asocian con mayores riesgos para los adultos mayores.
Benzodiacepinas y fármacos Z. Las benzodiacepinas, como el alprazolam (Xanax y genéricos), el clordiazepóxido (Librium y genéricos) y el diazepam (Diazepam Intensol, Valium y genéricos), son hipnóticos sedantes que se utilizan para inducir o mantener el sueño y para tratar la ansiedad aguda [11]. Otra clase de hipnóticos, a menudo denominados fármacos Z, son la eszopiclona (Lunesta y genéricos), el zaleplón (Sonata y genéricos) y el zolpidem (Ambien, Edluar y genéricos). Los fármacos Z están aprobados para el alivio a corto plazo del insomnio y tienen efectos similares a los de las benzodiacepinas, aunque de acción más corta. Debido a los graves riesgos asociados a estos medicamentos, incluyendo el abuso y la adicción, el Grupo de Investigación en Salud de Public Citizen clasifica a todas las benzodiacepinas (excepto el alprazolam, que se puede utilizar para tratar el trastorno de pánico) y a los fármacos Z como “No usar”, independientemente de la edad. Aunque las benzodiacepinas y los fármacos Z se recetan con mucha frecuencia a los adultos mayores, se asocian a efectos adversos graves, que incluyen un mayor riesgo de caídas y fracturas, deterioro cognitivo y delirio [12, 13].
Medicamentos anticolinérgicos. Los medicamentos anticolinérgicos interfieren con el neurotransmisor acetilcolina, que transmite señales entre las neuronas [14]. Estos fármacos se recetan para el asma, la enfermedad de Parkinson, ciertos trastornos psiquiátricos, enfermedades cardiovasculares, alergias y otras enfermedades. Sin embargo, bloquear o impedir los efectos de la acetilcolina también puede causar problemas graves, como deterioro de la memoria, confusión, alucinaciones, visión borrosa, sequedad de boca, náuseas, estreñimiento y taquicardia (aceleración del ritmo cardíaco) [15]. En los adultos mayores, algunos medicamentos anticolinérgicos, incluyendo a los antihistamínicos de primera generación (como la difenhidramina [Benadryl y genéricos]), los antidepresivos tricíclicos (incluyendo la amitriptilina [solo genéricos]) y los medicamentos para tratar la vejiga hiperactiva (como la fesoterodina [Toviaz y genéricos]), también se asocian a un mayor riesgo de delirio, deterioro cognitivo, demencia y caídas [16]. Si una persona toma varios medicamentos anticolinérgicos de forma concomitante, estos efectos peligrosos pueden aumentar. En el cuadro se muestran ejemplos de medicamentos anticolinérgicos orales.
Medicamentos cardiovasculares y antitrombóticos. En los adultos mayores, determinados fármacos que se prescriben para reducir el riesgo de infarto de miocardio (ataque cardíaco) y derrame cerebral, y para prevenir ataques cardíacos posteriores, también pueden aumentar el riesgo de sangrados graves, por ejemplo, en el cerebro o el tracto gastrointestinal [17]. Cabe destacar que los anticoagulantes (diluyentes de la sangre) rivaroxabán (Xarelto) y warfarina (Jantoven y genéricos) y la aspirina (Bayer y genéricos) —que en ocasiones se prescriben a personas que ya han sufrido un ataque cardíaco o un derrame cerebral, para evitar que ocurra otro— se han asociado a un mayor riesgo de sangrado [18]. Algunos suplementos a base de plantas pueden aumentar aún más este riesgo. Por ejemplo, las personas que toman ginkgo biloba y warfarina al mismo tiempo corren un mayor riesgo de sufrir sangrados [19].
Sulfonilureas. Las sulfonilureas estimulan el páncreas para que produzca más insulina. Esta clase de fármacos se prescribe a personas que padecen diabetes tipo 2 para reducir sus niveles de glucosa en la sangre [20, 21]. En los adultos mayores, varias sulfonilureas de segunda o tercera generación, incluyendo gliburida (Diabeta, Glynase y genéricos), glipizida (Glucotrol XL y genéricos) o glimepirida (Amaryl y genéricos), se asocian a un mayor riesgo de hipoglucemia (niveles bajos de glucosa en la sangre), eventos cardiovasculares como derrames cerebrales y mortalidad por todas las causas.
Antipsicóticos en adultos mayores con demencia. Los antipsicóticos, como el aripiprazol (Abilify y genéricos), brexpiprazol (Rexulti y genéricos), haloperidol (solo genéricos), olanzapina (Zyprexa y genéricos), quetiapina (Seroquel y genéricos) y risperidona (Risperdal y genéricos), se recetan con frecuencia para tratar problemas de conducta en adultos mayores con demencia [22, 23]. Dado que los limitados beneficios que estos medicamentos aportan a los adultos mayores con demencia no compensan sus graves riesgos, el Grupo de Investigación en Salud de Public Citizen recomienda que no se utilicen antipsicóticos en adultos mayores con demencia. Los riesgos graves incluyen mayores tasas de deterioro cognitivo y derrame cerebral, así como un mayor riesgo de muerte. El número de junio de 2024 de Worst Pills, Best Pills News destacó un amplio estudio observacional del Reino Unido que se suma a la evidencia sobre los riesgos del uso de antipsicóticos en personas diagnosticadas con demencia [24, 25]. En comparación con las personas a las que no se les recetaron antipsicóticos, aquellas a las que se les recetó un antipsicótico tuvieron un mayor riesgo de presentar numerosos resultados adversos, como derrame cerebral, infarto de miocardio, insuficiencia cardíaca, trombosis venosa, fracturas, lesión renal aguda y neumonía.
Qué hacer
Informe a su médico de todos los medicamentos y suplementos que esté tomando, incluyendo todos los medicamentos de venta con receta y de venta libre, suplementos alimenticios y a base de plantas, colirios y pomadas y cremas tópicas. Comente periódicamente con su médico si sigue necesitando tomar todos sus medicamentos y si debe reducir las dosis, sobre todo si tiene 65 años o más.
Pida a su médico que revise todos sus medicamentos para ver si existe riesgo de que interaccionen entre ellos. No deje de tomar ningún medicamento sin consultarlo antes con su médico.
Referencias