A continuación, resumimos una investigación que ha realizado y publicado Statnews [1]. La investigación empieza relatando la experiencia de Peter Bauman, había sido diagnosticado con Parkinson 9 años antes, a los 49 años, y estaba bastante incapacitado, tenía dificultades para caminar y le temblaban las manos. Estaba desesperado, había considerado suicidarse y en Mount Sinai le ofrecieron tratamiento a base de estimulación cerebral profunda (ECP, Deep Brain Stimulation o DBS) para aliviar los temblores del Parkinson (ECP consiste en implantar un electrodo en el cerebro conectado a una batería externa. El sistema emite impulsos eléctricos que deben aliviar los temblores de Parkinson).
En marzo de 2020, lo invitaron a participar en un estudio de investigación, conocido como Proyecto Cerebro Vivo (Live Brain Project o LBP) que solo estaba abierto a pacientes que ya se habían comprometido a someterse a una ECP en Mount Sinai. Si aceptaba, se tendría que someter a dos procedimientos durante los cuales un neurocirujano tomaría un trozo de tejido de hasta 1 centímetro cúbico de los lados izquierdo y derecho del cerebro, para usarlo en la investigación. En los documentos del estudio, los médicos dijeron que las biopsias resultan en “la misma cantidad de pérdida de tejido” y “tienen el mismo nivel de riesgo” para los pacientes que la ECP estándar, porque eliminan tejido que de otro modo sería cauterizado.
LBP es el estudio molecular más grande jamás hecho utilizando cerebro humano vivo, según una solicitud de beca a los Institutos Nacionales de Salud.
Aunque Peter era libre de rechazar el estudio de investigación y las biopsias, y aun así recibir una ECP, dijo que no lo pensó dos veces. “Firmé que dejaría que se llevaran un pedacito de mi cerebro…Simplemente estaba dispuesto a firmar cualquier cosa para acelerar el proceso, así que lo hice”. Las biopsias cerebrales parecían intrascendentes. “No recuerdo que mencionaran nada que pudiera generar un problema o un daño”.
Lo que Peter no sabía es que un año antes, las biopsias cerebrales de Mount Sinai hicieron saltar las alarmas en la FDA cuando un fabricante de dispositivos escribió a la agencia en abril de 2019 solicitando permiso para modificar un electrodo que Mount Sinai estaba utilizando en su LBP, para registrar brevemente cierta actividad cerebral. A finales de 2013, la FDA había aprobado condicionalmente las biopsias como parte de un estudio de factibilidad temprano, y limitó la muestra a seis pacientes que estaban recibiendo ECP para la depresión resistente al tratamiento.
La investigación de la FDA reveló que los médicos de Mount Sinai habían utilizado una “justificación falsa” para obtener el consentimiento de los pacientes para que les hicieran las biopsias.
La investigación encontró que “ningún neurocirujano” consultado por la FDA, en 2013 o en 2019, estuvo de acuerdo con la afirmación de que la ECP estándar, sin una biopsia, resultara en hasta 1 centímetro cúbico de pérdida de tejido. El informe de la investigación afirmó que los médicos estaban utilizando la ECP para tomar biopsias cerebrales de “sujetos vulnerables que están desesperados” y que “pueden no entender las consecuencias de perder 2 centímetros cúbicos de tejido cerebral”. La revisión concluyó: “Los investigadores-médicos están abusando o explotando la confianza de sus pacientes” y engañándolos para obtener su consentimiento.
La FDA concluyó que la aprobación inicial del estudio en 2013 fue un “fracaso desafortunado” y señaló en mayúsculas y negritas que si la agencia no estaba de acuerdo con la premisa del estudio, “LA EXTRACCIÓN DE TEJIDO DEBE DETENERSE por completo”.
No se sabe si la FDA comunico sus preocupaciones a Mount Sinai, pero las biopsias no se han detenido. LBP ha recolectado más de 600 muestras de cerebro y ahora están haciendo biopsias en un segundo centro médico.
Una investigación de dos años realizada por STAT determinó que los investigadores principales de Mount Sinai dijeron repetidamente a los pacientes y a los reguladores que las biopsias no ocasionaron una mayor pérdida de tejido que los procedimientos estándar de ECP, algo que ocho neurocirujanos, cuatro consultados por la FDA y cuatro entrevistados por STAT, sostienen que es falso o, en el mejor de los casos, ambiguo.
“Decir que un procedimiento ECP implica el sacrificio rutinario de incluso un pequeño bloque de tejido cortical es completamente falso. … Es una locura decir eso”, dijo Kim Burchiel, jefe de la división de neurocirugía funcional de la Universidad de Salud y Ciencias de Oregón, que aplica tratamientos ECP.
La investigación de STAT también encontró que la FDA, al no involucrar a otros reguladores de salud para tratar de detener el estudio, no auditar las operaciones del Comité de Ética en Investigación (CEI) de Mount Sinai, o simplemente al informar al Monte Sinaí de sus preocupaciones, ignoró las dudas de tres neurocirujanos que había consultado en 2013 cuando aprobó el estudio en seis pacientes, de un cuarto neurocirujano y un patólogo que consultó en 2019, y de sus propios revisores.
Mount Sinai defendió con vehemencia su gestión del estudio y negó que estuviera o hubiera estado sujeto a la normativa de la FDA, afirmando que “la competencia de la agencia abarca los medicamentos experimentales, los dispositivos y los productos biológicos, lo que incluye las modificaciones materiales de los productos aprobados por la FDA, pero no incluye ningún otro tipo de estudio”. Además, Mount Sinai dijo en su respuesta escrita que, además de su CEI, el estudio está siendo supervisado por una junta de monitoreo de seguridad de datos (DSMB) que incluye a médicos de Mount Sinai e instituciones externas y se ha reunido a intervalos regulares para monitorear el estudio.
“Mount Sinai nunca ha recibido una revisión por escrito/preocupaciones de la FDA sobre LBP, por lo que no podemos comentar sobre algo que nunca hemos visto”, y agregó que la FDA “nunca ha realizado ningún tipo de investigación” que le permita llegar a conclusiones sobre el estudio o sobre la vulnerabilidad de sus participantes. “Tales declaraciones son categóricamente infundadas”, dice la respuesta.
Mount Sinai también afirmó que, aunque el protocolo del estudio indica que los pacientes pueden perder hasta 1 centímetro cúbico de tejido en cada lado del cerebro, el volumen promedio de las biopsias obtenidas para el LBP es de 0,04 centímetros cúbicos de cada lado del cerebro. Sin embargo, en una teleconferencia de 2019 con la FDA, los médicos de Mount Sinai se refirieron al tamaño del tejido que normalmente se destruye en la ECP estándar como 1 centímetro cúbico y “un grano de arroz”, que sería más pequeño.
Aunque la cantidad de tejido puede parecer diminuta “el cerebro es uno de los únicos órganos en los que simplemente no se puede eliminar tejido no enfermo sin una necesidad diagnóstica o terapéutica apremiante”, dijo un médico que ayudó a la FDA a revisar el estudio en 2019, “Es horrible lo que están haciendo”. Cuando se preguntó a Burchiel su opinión sobre las biopsias de 0,04 centímetros cúbicos, dijo “El hecho es que están tomando tejido cerebral que de otro modo no sería sacrificado. Tomar una biopsia cerebral de cualquier grado no es parte del procedimiento. Simplemente apoya su investigación, pero eso es algo que el paciente debe entender específicamente, que no es de su interés”.
La investigación de STAT no encontró evidencia de que los pacientes hubieran sido dañados por las biopsias.
Mount Sinai le dijo a STAT que “no todos los neurocirujanos realizan la ECP exactamente igual”, pero que el neurocirujano que codirige el LBP ha perfeccionado su método para la ECP e incluye la cauterización de “una pequeña cantidad de tejido cerebral superficial”, ya que ayuda a colocar mejor el electrodo y “garantizar los mejores resultados para sus pacientes”.
La investigación de STAT se basa en más de 3,500 páginas de documentos de la FDA, los NIH y el HHS, docenas de páginas de documentos internos de Mount Sinai y entrevistas con más de 60 fuentes, incluyendo neurocirujanos independientes, expertos en ética médica y regulatoria, pacientes y exempleados y empleados de Mount Sinai.
“Un procedimiento seguro y escalable”
El objetivo de LBP es “hacer nuevos descubrimientos sobre las enfermedades que afligen al cerebro humano”, como la depresión mayor, el trastorno obsesivo-compulsivo, el síndrome de Tourette y el Parkinson, según el formulario de consentimiento del estudio. Las biopsias cerebrales son la pieza central del proyecto.
Los investigadores de Mount Sinai dicen que las biopsias han resuelto un problema que ha atormentado a la investigación del cerebro durante años: cómo recolectar tejido cerebral vivo (hasta ahora siempre se había usado el cerebro de cadáveres).
En la solicitud de beca a los NIH de 2020, los investigadores escribieron que “la principal innovación de LBP es un procedimiento seguro y escalable para tomar muestras de la corteza prefrontal dorsolateral (DLPFC) en personas vivas”. En una presentación de diapositivas a los NIH, los investigadores principales describieron el procedimiento de biopsia como “aprobado por la FDA y el CEI”.
Pero la FDA no aprueba los procedimientos. Más bien, la agencia otorgó a los investigadores de Mount Sinai una aprobación condicional en 2013 para biopsiar a seis pacientes con depresión intratable, como parte de un estudio de factibilidad y bajo lo que se conoce como una exención de dispositivo de investigación.
La revisión de la FDA de 2019 concluyó que la agencia, al aprobar el estudio complementario en 2013 no había protegido adecuadamente a los pacientes. “Es un fracaso desafortunado que al recibir este estudio ‘pionero’ o ‘hito’, el primero de su tipo, la FDA no se haya asegurado de que se aplicara un alto estándar ético… para garantizar que estos sujetos vulnerables, sus derechos y sus valiosas muestras de tejido cerebral no regenerables estuvieran mejor protegidos”, afirma la revisión.
Cuatro de los siete pacientes que STAT logró entrevistar dijeron que en el momento de dar su consentimiento estaban tan desesperados por recibir un tratamiento efectivo que habrían accedido a casi cualquier cosa.
Dos de los pacientes afirmaron que el tejido cerebral se les extirparía como parte del procedimiento rutinario de ECP, independientemente de si aceptaban participar en el estudio.
David Mathias, de 62 años, dijo que accedió a las biopsias cerebrales porque el investigador le explicó que: “Iban a llevarse [el tejido] de todos modos… ¿Lo vas a tirar a la basura o quieres usarlo con fines de investigación? Sí. Úsalo con fines de investigación”. Y añadió: “Si pueden aprender algo de la biopsia y ayudar a otra persona en el futuro, ¿cómo me duele a mí? … No están tomando más [tejido] del que deberían”.
Pero tres de los cuatro neurocirujanos que revisaron los documentos de LBP cuestionaron la afirmación de Mount Sinai de que la extirpación de tejido cerebral forma parte de la ECP.
Un profesor de neurocirugía en Stanford Medicine, fue el único experto contactado por STAT que fue menos claro. “Esforzarse por minimizar el daño tisular probablemente ayude a disminuir los efectos adversos de ECP. El argumento [de los médicos de Mount Sinai] es que es la misma cantidad de tejido. Es difícil cuantificar eso”, dijo, y agregó: “Es un área muy gris. No sé si hay una respuesta correcta”.
Más allá de la cuestión de la seguridad del proceso, algunos investigadores también han cuestionado las afirmaciones de los investigadores de Mount Sinai sobre el valor del uso a gran escala de tejido vivo, en lugar de postmortem, para estudiar las enfermedades cerebrales.
Cronograma de lo sucedido
El LBP comenzó en agosto de 2013, cuando un IRB de Mount Sinai aprobó por primera vez “Multiscale Investigation of the Living Human Brain” (Investigación Multiescala del Cerebro Humano Vivo). La aprobación del estudio señaló que la investigación “implica un riesgo MAYOR al mínimo”.
Aproximadamente siete semanas después, los investigadores de Mount Sinai presentaron un estudio con un nombre idéntico a la FDA, como complemento de un estudio ya aprobado por la FDA que exploraba el uso de ECP para aliviar la depresión resistente al tratamiento. Los investigadores propusieron obtener tejido cortical de esos pacientes, y explicaron que siete pacientes con ECP en Mount Sinai ya se habían sometido a biopsias, sin “eventos adversos graves posteriores”.
El protocolo del estudio, que había sido aprobado por el CEI, establecía “que la cantidad de tejido perdido durante la biopsia no superaría la cantidad de tejido cerebral perdido durante una cirugía de ECP de rutina”.
Pero los tres neurocirujanos que consultó la FDA en 2013 no estuvieron de acuerdo con que la pérdida de tejido formara parte de un ECP de rutina. “No veo por qué hay que extirpar tejido cortical para la ECP”, escribió un neurocirujano. “No estoy al tanto de que la colocación de derivaciones de ECP requiera la extirpación de tejido cortical”, escribió otro. “No creo que la extirpación y el descarte del tejido cortical sean parte de la colocación de ECP”.
A principios de noviembre de 2013, la FDA rechazó la propuesta de biopsia suplementaria por varias razones, entre ellas por si las biopsias representaban un mayor riesgo para los pacientes y si la extracción de hasta 1 centímetro cúbico de tejido cerebral era estándar para la ECP.
Los médicos de Mount Sinai respondieron por carta el 26 de noviembre, explicando que la cantidad de tejido cerebral perdido por la biopsia era “idéntica” a la cantidad que se extrae en la ECP estándar cuando se inserta un electrodo, porque se cauterizaría aproximadamente la misma cantidad de tejido. También apuntaron a un estudio similar realizado en 2013 en la Universidad de Western Ontario, que tomó biopsias cerebrales de 19 pacientes de Parkinson durante procedimientos de ECP y “no surgieron problemas de seguridad” para los pacientes inscritos en el estudio.
Posteriormente, la revisión de la FDA de 2019 señalaría que el volumen de tejido en el estudio del oeste de Ontario fue de aproximadamente 0,5 centímetros cúbicos por biopsia, la mitad del tamaño máximo permitido en el LBP.
Mientras los médicos de Mount Sinai esperaban la aprobación de la FDA para hacer biopsias a los pacientes con depresión resistente al tratamiento, se estaban haciendo biopsias a pacientes con Parkinson y otras dolencias. Luego, el 17 de diciembre de 2013, el CEI de la facultad de medicina aprobó una modificación del estudio: aumentó el número de pacientes con Parkinson elegibles para someterse a biopsias, de 12 pacientes a 50; y permitió tomar no solo una, sino dos biopsias corticales de cada paciente.
Nueve días después, el 26 de diciembre de 2013, la FDA dio marcha atrás y aprobó el estudio complementario, pero con varias condiciones. Limitó el estudio a una institución y a seis sujetos. Y la FDA pidió que una frase que afirmaba que la extirpación de tejido cerebral “no afecta la función del individuo de ninguna manera medible”, se eliminara del formulario de consentimiento o se apoyara con evidencia.
En febrero de 2014, Ann Costello, funcionaria de la FDA y revisora principal el estudio de Mount Sinai, recomendó editar el formulario de consentimiento, específicamente la frase que decía que todos los procedimientos ECP resultaban en la pérdida de la misma cantidad de tejido cerebral, y propuso otro texto. Al día siguiente, el CEI de Mount Sinai aprobó el lenguaje modificado para su estudio en curso, señalando: “el equipo del estudio alteró una línea en el formulario de consentimiento, que aclarará que la cantidad de tejido que se pierde en este estudio se basa en estimaciones obtenidas de Mount Sinai y no en informes de otras instituciones”.
En junio de 2014, el CEI de Mount Sinai aprobó una nueva ampliación de LBP, permitiendo que los médicos inscribieran a cualquier paciente de Mount Sinai que recibiera ECP para cualquier indicación, y aumentó el número de participantes permitidos a 200.
En julio de 2015, el CEI volvió a aprobar el LBP.
“Vulnerable es la palabra clave”
Muchos de los pacientes que llegan a Mount Sinai para someterse a ECP están desesperados. Sufren de Parkinson, trastorno obsesivo-compulsivo, síndrome de Tourette y depresión mayor. Algunos han agotado todas las demás vías de tratamiento y para ellos la cirugía es su última esperanza.
El LBP recluta sujetos de investigación de este grupo de pacientes enfermos. La mayoría de los pacientes que reciben ECP están “realmente desesperados”, dijo el neurocirujano Kim Burchiel de Oregon. “Harían cualquier cosa. Vulnerable es la palabra clave aquí”.
Dadas esas vulnerabilidades, es importante resaltar los riesgos potenciales durante el proceso de consentimiento, en lugar de ocultarlos. Sin embargo, tres bioeticistas entrevistados por STAT, que revisaron los documentos del estudio, cuestionaron si los pacientes tenían una imagen lo suficientemente clara de los riesgos y la naturaleza anómala del procedimiento de biopsia para consentir con conocimiento de causa, o incluso si eran capaces de dar su consentimiento, dado su nivel de deterioro.
“La investigación de riesgo significativo se puede justificar cuando se espera que ofrezca un beneficio directo para los sujetos”, dijo Ruth Macklin, expresidenta de la Asociación Internacional de Bioética, quien estuvo en el CEI de la Facultad de Medicina Albert Einstein durante 35 años. “La naturaleza exploratoria” del LBP, “el hecho de que muchos de estos sujetos de investigación tengan algún deterioro cognitivo, el que no haya ningún beneficio directo para los participantes… todo esto ofrece un panorama sombrío”.
La FDA concluyó que el estudio de biopsia suplementaria conllevaba un “riesgo significativo”, y el CEI de Mount Sinai designó el estudio del LBP como “mayor que el riesgo mínimo”. Sin embargo, una versión del formulario de consentimiento aprobada en octubre de 2018 no menciona ninguna de las dos frases.
Es más, más abajo, el formulario de consentimiento decía: “En comparación con los procedimientos normales de implantación de ECP, la obtención de las biopsias cerebrales conlleva un aumento mínimo del riesgo” de eventos adversos, como sangrado en el cerebro, convulsiones e infección.
“El tono de las frases que se refieren a tomar un pedazo del cerebro de alguien es mucho más seguro de lo que debería ser”, dijo Stephen Rosenfeld, expresidente del Comité Asesor sobre Protecciones de Investigación Humana del HHS. “Estas son personas que tienen todo el derecho de entender completamente lo que se les va a hacer”.
El presidente del departamento de neurocirugía de Rutgers dijo que los médicos de Mount Sinai “minimizan el riesgo entre lo que es estándar y lo que van a hacer… Creo que sería más justo decir ‘riesgo adicional desconocido’, pero afirmar de manera taxativa que es mínimo probablemente no sea correcto”.
Varios pacientes dijeron a STAT que una vez optaron por la cirugía de ECP, el proceso de consentimiento para el estudio adicional fue poco claro. “Me dieron un paquete completo, pero no lo leí todo…Una vez que decidí que lo iba a hacer, eso fue todo. ‘Está bien, no tengo nada que perder'”.
Joe Schweiger, de 70 años, que tiene temblor esencial, recordó que el investigador principal le dijo: “Pierdes más células cerebrales en una noche sin beber. Eso es lo que voy a tomar de ti'”. Schweiger añadió: “Estaba un poco nervioso por eso, pero dije, ¿qué demonios?”
Sin embargo, el hecho de que los investigadores que realizan un procedimiento también sean los que obtengan el consentimiento puede enturbiar las aguas, ya que los pacientes “no saben dónde termina el tratamiento y dónde comienza la investigación”, dijo un bioeticista, y añadió “[en algunos lugares] no dejan que el médico tratante participe en la toma del consentimiento para participar en el estudio”.
“Mala fe arrogante”
En abril de 2019, el LBP volvió al radar de la FDA.
Un representante del fabricante del dispositivo, Blackrock Microsystems, escribió a la agencia en nombre de los investigadores principales y el CEI de Mount Sinai, preguntando si podía modificar un electrodo para usar en el estudio de investigación de ECP, y que fuera designado como “riesgo no significativo”. Para entonces, más de 250 pacientes en Mount Sinai se habían sometido a las biopsias. (Blackrock Microsystems ahora se conoce como Blackrock Neurotech).
La solicitud desencadenó una pelea dentro de la División de Dispositivos Neuroquirúrgicos, Neurointervencionistas y Neurodiagnósticos de la FDA, que forma parte del Centro de Dispositivos y Salud Radiológica. Cuando los revisores analizaron los documentos de aprobación de 2013, se dieron cuenta de que si bien el estudio de investigación se había ampliado significativamente durante seis años, Mount Sinai no había presentado a la agencia ningún informe anual, ni el informe de cierre del estudio complementario inicial. Los revisores, cuanto más profundizaban, más preocupados estaban. Hicieron lo posible por reconstruir la historia regulatoria y determinar el alcance de la jurisdicción de la agencia.
En agosto de 2019, un extenso memorándum preparado por un revisor de la FDA ofreció una imagen cruda del fracaso de la agencia y lo que el documento final caracterizó como prácticas de investigación dudosas. El memorándum concluyó que la FDA no revisó adecuadamente el estudio en 2013, ya que tres neurocirujanos consultados por la FDA no pudieron encontrar justificación para la afirmación de que la extracción de hasta 1 centímetro cúbico de tejido cerebral es un procedimiento estándar de la ECP.
El memorándum también cuestionaba cómo se medía la cantidad de tejido cerebral que se extraía: “no hay supervisión de la biopsia que se toma”, afirmaba.
Los investigadores principales del LBP anotaron en un informe de avance de la beca que entregaron a los NIH que las muestras de tejido cerebral tomadas para un estudio piloto “eran de mayor volumen que la biopsia cortical promedio de LBP”.
Para la revisión de 2019, la FDA consultó con dos neurocirujanos, incluido uno que había contribuido a la revisión de 2013, y a un patólogo. Sus evaluaciones fueron fulminantes. Un neurocirujano determinó: “La extirpación de partes del cerebro no es un componente estándar en la colocación de un electrodo cerebral”, y agregó que “introduce graves riesgos para los sujetos humanos”.
También señaló: “Desde un punto de vista ético, ‘hacer cosas’ que no ofrecen beneficios directos al sujeto genera alertas tanto legales como médico-legales. Se sabe que las lesiones en cualquier tejido causan daño. Es bien sabido que el daño local o no focal en el tejido cerebral” podría tener consecuencias “impredecibles”.
Debido al riesgo para los pacientes sin potencial de beneficio clínico “no puede ser aprobado éticamente por los individuos, el CEI o los organismos reguladores a menos que los sujetos declaren claramente que están contentos de que se les extirpe una parte del cerebro. Asumir que existe un riesgo mínimo se puede interpretar como un desprecio arrogante de mala fe por un sujeto humano”.
Otro patólogo, que trabaja en la oficina de revisión de la FDA, determinó que la biopsia cerebral que se estaba realizando era “una opción invasiva y, por lo tanto, solo se debe considerar cuando un beneficio significativo supera el riesgo de inducir daño”.
La revisión de agosto de 2019 recomendó que la “FDA comunique que la biopsia cortical no es aceptable y no está adecuadamente justificada, ni forma parte del procedimiento de implantación”.
También recomendó que la FDA coordinara con la Oficina para la Protección de la Investigación Humana del HHS para comunicar a los médicos de Mount Sinai “que es probable que el estudio no cumpla con la Regla Común”, que establece las protecciones para los sujetos humanos que los CEI y la investigación financiada por el gobierno deben cumplir.
Los documentos reflejan que un revisor de la FDA se comunicó con un funcionario de la Oficina para la Protección de la Investigación Humana del HHS para pedir ayuda y aclarar si la FDA tenía jurisdicción sobre el tema, porque el tejido cerebral biopsiado no se estaba utilizando para diagnosticar o tratar pacientes o para estudiar un dispositivo, el revisor escribió al funcionario del HHS: “… cuanto más he pensado en este estudio, más me parece que la FDA no regula este tipo de investigación y necesitamos ayuda”. Pero STAT no encontró evidencia de ningún seguimiento por parte de HHS.
En octubre de 2019, los funcionarios de la FDA celebraron una teleconferencia con los médicos de Mount Sinai, quienes explicaron que estaban realizando investigaciones extensas y variadas sobre el tejido biopsiado.
Según los correos electrónicos internos de la FDA, una docena de funcionarios de la FDA se consultaron entre sí después de la teleconferencia. Parecía haber un impulso para tomar medidas inmediatas. “Esta es la población de pacientes MÁS VULNERABLE”, escribió un crítico por correo electrónico a sus colegas. —¿Están en condiciones de consentir? También preguntó: “¿Tenemos alguna preocupación con respecto al desempeño del CEI?”
El revisor de la FDA señaló, en letra roja, que el problema debe resolverse “de inmediato y con urgencia”. Y continuó: “Un mayor retraso en la decisión afectará negativamente a los pacientes más vulnerables a diario, ya que los investigadores están realizando esta biopsia. Todo este incidente debe presentarse a la alta dirección para su resolución, de una forma u otra, sin demora y resuelto”.
En un resumen de los hallazgos de la agencia, el 21 de octubre de 2020 un funcionario de la agencia escribió: “La biopsia cerebral es el principal problema de seguridad. La biopsia junto con la estimulación cerebral profunda es un uso no indicado en la etiqueta del dispositivo”.
La agencia no notificó a Mount Sinai sobre su alarma y no envió investigadores para revisar el estudio. En cambio, al día siguiente, el 22 de octubre, envió una carta a Blackrock Microsystems, afirmando que había determinado que su investigación clínica “presenta un riesgo significativo” y le exigía que presentara una solicitud de exención de dispositivo de investigación para modificar el electrodo y obtener la aprobación de la FDA y el CEI antes de iniciar el estudio.
“Aprobado por la FDA”
En septiembre de 2020, un mes antes de que la FDA informara a Blackrock de que el estudio de biopsia con un electrodo modificado conllevaría un “riesgo significativo”, el Instituto Nacional sobre el Envejecimiento concedió al mismo equipo de investigadores de Mount Sinai una beca de aproximadamente US$3 millones para ampliar el estudio de biopsia a un segundo centro, el Centro Médico Rush de Chicago, para realizar biopsias en aproximadamente otros 50 pacientes y replicar los resultados de forma independiente.
En los documentos de la beca de los NIH, los investigadores de Mount Sinai caracterizaron la aprobación de la FDA en 2013 como una ayuda para establecer la seguridad de las biopsias: “… Nuestro primer paso fue encontrar una forma de tomar muestras del cerebro de un gran número de personas vivas en condiciones experimentales controladas”.
Un revisor de los NIH, resumiendo las fortalezas de la propuesta describió las biopsias como “un procedimiento seguro y que se puede realizar a mayor escala”. El revisor continuó: “En base a una modificación aprobada por la FDA/CEI de este procedimiento quirúrgico, el equipo [de investigación] puede obtener una biopsia de tejido [de la corteza prefrontal dorsolateral] que de otro modo habría sido destruido, con el mismo nivel de riesgo para los pacientes que el procedimiento original”.
Para mayo de 2022, el centro de Rush, a pesar de los retrasos “debido a los desafíos para establecer la documentación reglamentaria y los protocolos operativos estándar en Rush”, había inscrito a cinco pacientes y recogido 10 biopsias cerebrales, según los documentos de la beca. Los investigadores informaron que planeaban inscribir de 40 a 50 individuos en cada sitio durante los próximos 12 meses.
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