UN SISTEMA MÁS ADECUADO DE HACER ACOPIO DE MEDICAMENTOS PARA EMERGENCIAS
(A better way to stockpiling emergency medicines)
James Love
Director de Consumer Project on Technology y co-director del Transatlantic Consumer
Dialogue Working Group of Intellectual Property
Traducido por Antonio Ugalde
En el 2001, EE.UU. se enfrentó con el horror y miedo de sufrir un ataque biológico con una cepa bacteriana específica de ántrax que fuera resistente a la penicilina y otros antibióticos comunes, pero quizá tratable con ciprofloxacina, un antibiótico más específico.
En el país no había reservas de ciprofloxacina y el dueño de la patente no podía satisfacer la demanda hasta pasados por lo menos dos años. A pesar del temor de un ataque inminente, las autoridades de salud pública de EE.UU. prefirieron esperar antes que comprar fuera del país medicamentos genéricos fácilmente accesibles.
Hoy día, la mayoría de los países del mundo se enfrenta con una severa escasez de fosfato de oseltamivir, que Roche comercializa bajo el nombre de Tamiflu, y que es uno de los medicamentos que puede resultar útil en caso de que se diera una pandemia de gripe aviar. El dueño de la patente no puede satisfacer la demanda de acopio hasta dentro de varios años, y una vez más el laboratorio busca mantener su control de la patente, quizá emitiendo una licencia limitada a unas pocas firmas de medicamentos genéricos.
En los dos casos, el de ántrax y la gripe aviar, EE.UU. abandonó su retórica ortodoxa, y amenazó con emitir licencias obligatorias para conseguir precios mejores, y en la actual disputa, obligar a autorizar la producción a las compañías de genéricos. Ha llegado el momento de reconsiderar a nivel global la forma de resolver el acopio de medicamentos para emergencias y reconciliar mejor la necesidad de mantener tanto los incentivos para la investigación y desarrollo de medicamentos como la protección de la salud pública.
La OMS piensa adquirir tres millones de dosis de oseltamivir que podría tratar, en el mejor de los casos, 300.000 personas. A nivel global, las reservas deberían ser mucho mayores, por lo menos 12.000 millones de dosis, e idealmente aun más para cubrir más personas y permitir la prevención y no solamente el tratamiento. Según la OMS, “la mayoría de la población de los países en vías de desarrollo no tendrán acceso a las vacunas y medicamentos antivirales durante la pandemia”.
En los dos casos, la necesidad del acopio se conocía antes, pero las medicinas no se pidieron a tiempo. Entre tanto, el acceso no es equitativo, los que tienen medios o contactos pueden adquirir medicamentos de almacenes privados y los que no los tienen si es que se diera la emergencia, corren el riesgo de sufrir terriblemente y morir.
Estas mismas situaciones se repiten en otros casos de riesgos conocidos para la salud pública. ¿Por qué? Porque cuando se compra a los dueños de las patentes, acopiar medicamentos resulta muy caro. Los gobiernos tienen recursos limitados, y al principio se piensa que las probabilidades de que se materialice la emergencia son remotas. Si se piensa en términos de riesgo, los beneficios no justifican el costo de los acopios en relación a otras necesidades con las que se enfrentan los presupuestos de los gobiernos.
Pero hay otra manera más adecuada de pensar en el manejo del acopio de medicinas para emergencias, una que cambiaría los incentivos para protegernos contra el ántrax, la fiebre aviar, el síndrome respiratorio agudo severo, y otras amenazas contra la salud pública emergentes, por lo menos en el caso de medicamentos que tienen mercados comerciales para otros usos.
La propuesta consiste en permitir que los gobiernos adquieran, sin restricciones, de los productores de genéricos medicamentos para acopios, con la condición de que si los medicamentos se llegaran a usar para tratar a personas, el dueño de la patente sería recompensado económicamente. Con esto se consigue abaratar mucho la adquisición para los acopios, pero al mismo tiempo se aumenta también el valor de la invención patentada, ya que existe la probabilidad de que se use en caso de la emergencia.
El precio de las medicinas está relacionado con el beneficio que se espera de ellas. Pero esto asume casi un 100% de probabilidad de que alguien la llegue a usar. De otra parte, en el caso de los acopios, la probabilidad de que se llegue a usar es bastante baja. Sin duda, cuanto menor sea el riesgo de la emergencia, menor será el beneficio esperado del acopio. Mientras los precios de las medicinas estén por encima de los costos de margen y el dueño de la patente insista en un precio relacionado al precio que pone al medicamento cuando se usa, los acopios serán pequeños. Pero si los gobiernos pudieran obtener sin restricciones los acopios a costos de margen, con solo la responsabilidad de pagar al dueño de la patente en el caso de que se usen, los incentivos para aproximar costo y beneficio serían muchos más eficientes.
Los países con ingresos altos deberán pagar una cantidad generosa por las regalías, y mucho menos los países de ingresos menores. Como se ha indicado, este sistema funciona mejor cuando un medicamento tiene un mercado comercial paralelo para usos que no son de emergencia. Para los medicamentos que solo tienen mercado para las emergencias como es el caso del ántrax y la vacuna contra la viruela, la regla de la responsabilidad de pagar también se podría usar, pero en combinación con otros incentivos, tales como la creación de un fondo para premiar la innovación médica, un sistema que está ahora siendo considerado en los EE.UU. y que consiste en la entrega grandes premios en efectivo a quienes desarrollen nuevos medicamentos.
El huracán Katrina nos recuerda que los gobiernos no siempre planean para enfrentarse a emergencias, y siempre los pobres son los que tienen que esperar más hasta que les llega la ayuda. Necesitamos con urgencia cambiar el sistema de acopio de medicamentos para emergencias para promover una mejor seguridad sanitaria, eficiencia económica y justicia.