Varios informes sugieren que la resistencia microbiana es un problema global que va empeorando; pero como en la mayoría de las pandemias, los países en desarrollo son los que se llevan la peor parte. La tasa tan extremadamente baja de descubrimiento de bacterias nuevas comparada con la tasa de desarrollo de resistencias coloca a la humanidad al borde de un precipicio. Como el desarrollo de resistencias es un mecanismo de defensa de los organismos, la erradicación total será imposible de alcanzar; sin embargo podría reducirse a un nivel que ya no amenaza a la humanidad. Mientras el consumo inadecuado de antimicrobianos contribuye al desarrollo de resistencias microbianas, hay otros factores políticos, sociales, económicos y biomédicos que también juegan un papel importante. Por ejemplo, uno de los factores que más contribuye al desarrollo de resistencias es la pobreza porque estimula que se vendan los antibióticos en cualquier parte, en dosis inadecuadas, por personas no cualificadas, la aparición de medicamentos falsos y la automedicación.
Es decir que para revertir la amenaza, hay que ir más allá de la sensibilizar al público y lanzar comunicados de prensa; hay que incluir intervenciones multisectoriales, incluyendo la formación de alianzas y acuerdos. Involucrar a organizaciones civiles como los medios de comunicación podría contribuir al éxito de las intervenciones.