La penicilina y otros fármacos antibacterianos que normalmente toman las mujeres embarazadas no parecen estar asociados con los defectos congénitos. Sin embargo, otros antibióticos, como las sulfamidas y las nitrofurantoínas, podrían estar relacionados con varias malformaciones graves del nacimiento y requerirían un escrutinio adicional, según la conclusión de un estudio que se publica hoy en Archives of Pediatrics & Adolescent Medicine.
Tratar las infecciones es crucial para la salud de la madre y el recién nacido, tal y como han señalado los investigadores, coordinados por Krista S. Crider, del Centro para la Prevención y Control de Enfermedades, en Atlanta (Estados Unidos). Por esta razón, los fármacos que luchan contra las bacterias están entre los medicamentos más usados durante el embarazo. Aunque algunas clases de antibióticos parecen haberse utilizado durante el periodo de gestación, no existían estudios a gran escala que analizaran la seguridad o los riesgos de la mayoría de fármacos antibacterianos.
Los científicos han analizado datos procedentes de 13.155 mujeres cuyos embarazos estuvieron afectados por uno de entre más de treinta defectos congénitos. La información fue recopilada mediante programas de vigilancia en diez estados como parte del Estudio Nacional de Prevención de Defectos del Nacimiento.
Los investigadores han comparado el uso de antibacterianos antes y durante el embarazo en estas mujeres y en 4.941 controles que vivieron en la misma área geográfica pero cuyos hijos no tuvieron defectos congénitos.
El uso de antibacterianos entre todas las mujeres participantes se incrementó durante el embarazo, alcanzando el pico durante el tercer mes de gestación. Un total de 3.863 madres de hijos con defectos congénitos (el 29,4 por ciento) y 1.467 madres control (el 29,7 por ciento) utilizaron antibacterianos en alguna ocasión entre los tres meses anteriores al embarazo y el final de éste.
Dos fármacos, las sulfamidas y las nitrofurantoínas (cada una utilizada en el 1,1 por ciento de los casos y el 0,9 por ciento de los controles), fueron asociados con defectos congénitos, lo que sugiere que se necesitan más investigaciones antes de que sean prescritos de forma segura a las mujeres embarazadas. A las eritromicinas (empleadas en el 1,5 por ciento de las madres cuyos hijos tuvieron defectos congénitos y en el 1,6 por ciento de los controles) se les asociaron dos defectos; a las penicilinas (usadas en el 5,5 por ciento de los casos de madres y en el 5,9 por ciento de los controles) uno; a las cefalosporinas (utilizadas en el 1 por ciento de los casos y de los controles) uno, y a las quinolonas (en el 0,3 por ciento de los casos y controles) uno también.
"Determinar la causa de los defectos congénitos es problemático. Un solo defecto puede tener múltiples causas y muchos defectos que aparentemente están relacionados podrían tener una causa común".