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Estados Unidos: La FDA, acusada de ‘espiar’ a sus empleados
El Mundo, 30 de enero 2012
http://www.elmundo.es/elmundosalud/2012/01/30/noticias/1327949136.html
Varios empleados de la FDA han demandado al organismo por haber ‘espiado’ su correo personal durante al menos dos años. Según su denuncia, el control comenzó después de que este grupo de trabajadores informase al Congreso estadounidense de que la agencia había aprobado la utilización de dispositivos médicos que, según su opinión, suponían un riesgo para los pacientes.
Esta información, continúan los demandantes, habría contribuido de forma clara al despido o el acoso laboral contra algunos de ellos.
Todo comenzó en enero de 2009 cuando, según publica The Washington Post, la FDA interceptó varias comunicaciones entre los empleados -que trabajaban en la comisión que revisa la aprobación de dispositivos para el diagnóstico del cáncer- y miembros del Congreso estadounidense. Además, también habría tenido acceso a documentos almacenados en los ordenadores de los trabajadores.
Durante ese tiempo, la FDA colocó una advertencia visible al iniciar la sesión de cada computadora, en la que señalaba a los empleados que no deberían tener “ninguna expectativa de privacidad” en relación con cualquier dato que se enviase o almacenase en el sistema y que la agencia se reservaba el derecho de interceptar dichas informaciones.
Sin embargo, en la demanda, los trabajadores afirman que el organismo violó sus derechos constitucionales de privacidad al espiar sus cuentas de correo electrónica privadas.
Hasta el momento, los responsables de la FDA no han emitido ninguna comunicación pública. Pero, de acuerdo con documentos a los que ha tenido acceso la prensa estadounidense, la agencia decidió abrir una investigación en 2010 por considerar que los citados empleados habían comunicado datos confidenciales al exterior de una forma inapropiada.
Este punto ha sido denegado por parte de los trabajadores. De hecho, ellos se basan en un comunicado de responsable de dicha investigación, que no encontró evidencias de conducta inapropiada y, de hecho, ratificó el derecho de los científicos de hacer públicas sus preocupaciones al Congreso o a la prensa.