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ÉTICA Y DERECHO

 

Conducta de la Industria

 

En Estados Unidos, afirman que los principales laboratorios recurren a la práctica “pay-for-delay” (pagar por retrasar) para evitar competencia. Glaxo, uno de los más cuestionados

Mirada Profesional, 21 de enero de 2013

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Hasta en 40 ocasiones en 2012, las farmacéuticas estadounidenses pagaron a fabricantes de medicamentos genéricos para retrasar la salida al mercado de unos productos que representan una amenaza económica para estas compañías, una práctica denunciada con insistencia por las autoridades de la competencia en Estados Unidos. Pero los fabricantes de medicamentos genéricos responden que los acuerdos financieros son “un mal menor”, ya que como ocurre en la totalidad del sector de las patentes, son objeto de intensas batallas judiciales.

 

La Comisión Federal del Comercio (FTC) indica en su informe anual sobre el ejercicio que finalizó el 30 de septiembre de 2012, publicado el pasado jueves, que 40 acuerdos, sobre 31 medicamentos de marcas, incluyeron el pago de sumas a los fabricantes de genéricos y restricciones sobre la fecha de lanzamiento al mercado de las versiones genéricas, forzando a los pacientes a seguir pagando precios elevados.

 

La práctica, bautizada como “pay-for-delay” (pagar por retrasar) no es nueva, pero alcanzó su cima en 2012, tras los 28 acuerdos concretados en 2011. Los 31 medicamentos afectados representan 8.300 millones de dólares de cifra de negocios anual.

 

Para los pacientes, la diferencia de precio puede alcanzar hasta el 90 por ciento entre un medicamento de marca y uno genérico, recuerda la FTC, que estima que los acuerdos financieros entre fabricantes retrasan en una media de 17 meses la llegada de los genéricos afectados al mercado, respecto a los que incluyen acuerdos sin compensación financiera.

 

En la práctica, los fabricantes de genéricos contestan las patentes de un medicamento durante varios años antes de su expiración para poder ser los primeros en comercializar una versión genérica. Frecuentemente (140 veces en 2012) arreglan el litigio con un acuerdo para evitar largos procesos judiciales con un final incierto.

 

Una parte de esos acuerdos (40) tienen un componente financiero, lo que según el gobierno se asimila a una práctica contra la competencia. Según la especialista en Derecho de la Competencia, Eleanor Foz, profesora de Derecho en la Universidad de Nueva York, estos acuerdos afectan, sobre todo, a medicamentos con patentes “débiles” y difíciles de defender.

 

“El genérico y el propietario de la patente se dan cuenta de que juntos pueden maximizar sus beneficios, y el genérico puede ganar incluso más dinero si se contenta aceptando no realizar competencia”, explicó Foz a la AFP. Por su parte, los fabricantes de genéricos ven el vaso medio lleno. Según ellos, un acuerdo, incluso financiero, es mejor que someterse a un largo proceso.

 

Si los acuerdos estuvieran prohibidos, “esto podría poner freno a las contestaciones de patentes. Además, se limitarían las opciones de las empresas y se dirá que no vale la pena intentar romper las patentes”, explicó Greg Howard, portavoz de la Asociación de los Fabricantes Genéricos (GPhA).

 

Europa hace frente a casos similares, pero en un menor grado. La ley estadounidense incita en efecto a que los fabricantes de genéricos desarrollen muy pronto sus versiones, ya que acuerda al primer genérico una exclusividad de 180 días entre los demás. Es suficiente con que el laboratorio de marca “pague” a este primer competidor genérico para bloquear a todos los demás.

 

En Europa, varios casos fueron abandonados por la Comisión Europea, especialmente contra GlaxoSmithKline, pero otros siguen en curso, entre ellos, uno contra los laboratorios Servier y Lundbeck. En Estados Unidos, varios tribunales ofrecieron respuestas contradictorias desde hace años, y la Corte Suprema decidirá este año en un litigio sobre el medicamento hormonal AndroGel, cuyo genérico no debería ver la luz hasta 2015.

 

 

 

modificado el 28 de noviembre de 2013