ECONOMÍA Y ACCESO
Industria y Mercado
Las enfermedades olvidadas empiezan a interesar a la industria
Ángeles López
El Mundo, 5 de enero de 2014
http://tinyurl.com/nbl5699
Entre 1974 y 1999, sólo el 1,1% de los nuevos fármacos aprobados lo fueron específicamente para enfermedades olvidadas a pesar de que estas patologías representaron en esos 25 años el 12% de la carga global. Aunque el panorama está cambiando lentamente -entre 2000 y 2011 los medicamentos para estos problemas supusieron el 4% del total-, un informe publicado por la Iniciativa Medicamentos para las Enfermedades Olvidadas (DNDi, según sus siglas en inglés) muestra los primeros indicios para aumentar la esperanza de millones de personas: los más pobres de los pobres.
Se encuentran ubicadas en países pobres o en desarrollo, enfermedades como la malaria, el Chagas, la leishmaniasis o la enfermedad del sueño, son endémicas en aquellos lugares donde el dinero ha sido el gran ausente durante muchos años. Además, los más afectados por ellas son aquellos que, en esos países, no tienen nada para protegerse frente a mosquitos o insectos varios, ni siquiera una mosquitera o una bicicleta para acudir al hospital más cercano.
La investigación y los fondos procedentes de múltiples donantes han crecido en los últimos años aunque, como reconoce Bernard Pécoul, director ejecutivo de DNDi, todavía hay un largo camino por recorrer: “Después de 30 años en este asunto (estuve 20 años en Médicos Sin Fronteras y llevo 10 en DNDi), si se compara con los años 90, hay un gran cambio, pero todavía falta mucho. Porque antes no existía el Fondo Mundial, no estaba la Alianza para las Vacunas, no había esfuerzos de i+d para estas enfermedades… Ahora, al menos, hay proyectos en el portafolio, las empresas farmacéuticas que habían abandonado totalmente este terreno han regresado con proyectos específicos para estas enfermedades”.
Gracias a instituciones como la suya, que ha implementado seis tratamientos (dos para malaria, dos para leishmaniasis, uno para la enfermedad del sueño y otro para el Chagas), así como el Fondo Mundial, que financia programas de lucha contra la malaria, el sida y la tuberculosis en unos 150 países, o a contribuciones específicas para el desarrollo de estrategias terapéuticas, como la del ISGlobal, ahora se están produciendo cambios. Uno de ellos es la reducción, desde el año 2000, de las tasa de mortalidad por malaria un 45% globalmente y un 49% en África. El aumento de la concienciación política en la lucha de esta enfermedad ha generado también una reducción de la incidencia de esta enfermedad: un 29% en todo el mundo y un 31% en el continente africano.
El otro gran cambio es la apuesta de las compañías de medicamentos. “Las enfermedades olvidadas empiezan a interesar a las farmacéuticas por varias razones: Porque quieren mejorar su imagen pública (la responsabilidad social), pero también por un motivo económico. En el futuro, la posibilidad de desarrollar mercado no estará en los países antiguos sino en los emergentes, los de hoy y los de mañana. Brasil, la India, pero también puede ser África. Muchas empresas piensan hoy que el mercado africano va a crecer. Aunque sea por ese tipo de interés, bienvenido sea. Hoy día tenemos relaciones con 20 empresas. Y es el gran cambio. Ésa era la mayor duda cuando empezamos, es decir, si íbamos a ser capaces de firmar contratos con esas empresas. Y hoy podemos decir que sí”, afirma Pécoul.
Inversión
Porque, según el informe que ha publicado DNDi, la inversión en este tipo de enfermedades es más barata que la que se hace para “otras del mundo desarrollado”, como las cardiovasculares, y también es más rentable. “Con nuestro modelo colaborativo, hemos comprobado que para desarrollar un tratamiento modificado de uno ya existente [pero poco eficaz y con efectos secundarios], hacen falta entre 10 y 40 millones de euros y en el caso de una terapia totalmente nueva, nuestra estimación está entre 50 y 100 millones de euros, que no es el coste que dicen las farmacéuticas donde se habla de un billón de euros para desarrollar una medicina.
Hace falta una explicación, porque estamos hablando de enfermedades donde no hay nada o hay muy poco. Es mucho más fácil desarrollar un tratamiento nuevo para una enfermedad que no tiene una terapia que desarrollar un tratamiento un poquito mejor para disminuir la hipertensión o algo así”, señala Pécoul.
La experiencia de estos 10 años, durante los que han establecido más de 350 colaboraciones en 43 países, incluyendo 20 empresas farmacéuticas y de biotecnología y más de 50 universidades e institutos de investigación, ha hecho que esta institución mejore la eficiencia del proceso de elaboración de nuevos tratamientos. “Invertir en estas enfermedades es más barato y es una buena inversión, sobre todo si miramos las vidas que se pueden salvar, el coste-beneficio para la población”, declara el director ejecutivo de DNDi.
“MSF fue el impulsor del modelo innovador de DNDi y, hoy en día, los resultados de este experimento ya son concretos y palpables para pacientes en el terreno que han podido salvar o mejorar sus vidas”, señalaba en un comunicado tras la presentación del informe de esta iniciativa Joanne Liu, presidente de MSF Internacional. “MSF está orgulloso de renovar su compromiso con la iniciativa, tanto en términos de financiación como de colaboración en el campo en los próximos años”.
Desde su creación, DNDi ha conseguido recaudar, a partir de donantes públicos y privados, 277 millones de euros de los 400 millones que serán necesarios para entregar de 11 hasta 13 nuevos tratamientos para 2018.
En este logro económico, Pecóul destaca el apoyo del gobierno de Reino Unido -“ha sido un gran líder y muy práctico”-, y de España, que “en los últimos 10 años ha ayudado de una forma importante”, aunque en los dos últimos años haya frenado su apoyo.
“En general, los gobiernos de Europa han jugado un papel importante. Lo que hace falta en esto es la sostenibilidad de esa inversión y también involucrar a otros, los países emergentes. Estos últimos tienen muchos motivos para invertir porque, de un lado, tienen los problemas y del otro, las soluciones. Se habla de Brasil, de la India… hay un montón de enfermos en esos países y tienen capacidades financieras y técnicas para responder ante estas enfermedades. De momento, en 2013 hemos recibido el apoyo de Brasil, es sólo el principio de una colaboración más sostenible. Con la India hay un plan, que todavía no se ha traducido en recursos porque su administración es muy lenta, pero hay un plan”.