Casi el 30% de los adultos estadounidenses dicen no tomar sus medicamentos debido a su alto precio y, comparado con otros 32 países, en EE UU, los precios de los medicamentos de venta con receta son 256% más altos [1, 2]. El gobierno de EE UU no regula el precio de los medicamentos, lo que permite que las compañías farmacéuticas los fijen de manera arbitraria [3].
Thomas Waldrop, analista de políticas de salud, sugiere en un informe reciente del Centro para el Progreso Estadounidense (Center for American Progress) que EE UU debería establecer un sistema de precios basado en el valor terapéutico, para garantizar el acceso a medicamentos a precios razonables [4].
Waldrop explica que los altos precios se deben a que el gobierno de EE UU protege a los medicamentos de las empresas con patentes y hay pocas oportunidades de negociación. Además, es frecuente que se otorgue a las empresas la exclusividad en el mercado, por lo general durante cinco años, que empiezan a transcurrir después de que la FDA aprueba la comercialización del medicamento [5]. Durante este tiempo, otras empresas no pueden producir versiones genéricas. Una vez se empiezan a producir y se comercializan las versiones genéricas, el precio suele reducir vertiginosamente [6].
Por un lado, algunas empresas farmacéuticas han extendido su monopolio sobre ciertos medicamentos pagando a los fabricantes de genéricos para que retrasen su comercialización [7]. También han utilizado el sistema de propiedad intelectual para extender los periodos en que sus medicamentos están protegidos por patentes; si bien las patentes duran un tiempo finito, las compañías farmacéuticas pueden hacer pequeñas modificaciones a un fármaco y con ello obtener una nueva patente para obtener un nuevo período de protección [8].
Por otro lado, los proveedores de seguros de salud no alivian los costos para los pacientes. La Ley de Modernización de Medicare de 2003 prohíbe que Medicare negocie los precios de los medicamentos para sus afiliados [9].
Los proveedores de seguros médicos privados pueden negociar los precios de los medicamentos de venta con receta, pero los pacientes aún sienten el peso de estos altos precios en las primas de sus seguros y en el gasto de bolsillo [4]. La naturaleza del producto deja a los pacientes con pocas opciones: comprar el medicamento a un precio excesivo o desistir y sufrir graves consecuencias para su salud. Puesto que los medicamentos pueden ser esenciales para la vida de un paciente, a menudo dejan a los compradores sin el poder de negociación que existe en otras industrias menos esenciales.
Waldrop argumenta que el alto precio de los medicamentos de venta bajo receta no contribuye a mejorar la calidad de los medicamentos, ni a que sean más eficientes, más accesibles, ni más innovadores [4]. Las compañías farmacéuticas generalmente invierten las ganancias que obtienen gracias a los altos precios en la I+D de otros medicamentos que les aportarán una mayor ganancia, en lugar de en aquellos que más necesitan los pacientes [4]. En este mismo sentido, las compañías farmacéuticas a menudo invierten en I+D de medicamentos que difieren solo un poco de los ya existentes, los denominados medicamentos “yo también” (me-toos) [10]. Éstos últimos no bajan los precios como lo hacen los genéricos porque generalmente son muy similares a los que ya están en el mercado [11]. La gran mayoría de los medicamentos aprobados por la FDA entran en esta categoría de “yo también” [10].
Un informe del Comité de Supervisión y Reforma de la Cámara de Representantes de EE UU encontró que, entre 2016 y 2020, las compañías farmacéuticas más grandes gastaron US$56.000 millones más en recompras de acciones y dividendos que en I+D [12]. Según el Comité, estas empresas también dedicaron “una parte significativa” de su presupuesto de I+D a “encontrar formas de suprimir la competencia de genéricos y biosimilares mientras siguieron aumentando los precios, en lugar de destinarla a investigación innovadora”.
La mayor parte de la verdadera innovación en el desarrollo de fármacos proviene de inversiones federales. Waldrop cita un estudio de 2017 según el cual cada nuevo medicamento de venta con receta aprobado entre 2010 y 2016 derivó, al menos en parte, de investigaciones financiadas con fondos federales [13].
Waldrop argumenta que el gobierno de EE UU debe regular los precios de los medicamentos de venta con receta utilizando un sistema de fijación de precios basado en su valor para satisfacer las necesidades de los pacientes. La fijación de precios basada en el valor establece el precio de un medicamento según el beneficio que aporta a los pacientes en relación con los medicamentos existentes. El beneficio puede estar determinado por varios factores: eficiencia, innovación y accesibilidad [4].
Este sistema otorga a un fármaco un precio acorde con el valor que aporta a la sociedad, premiando los fármacos novedosos con precios elevados e impidiendo las variaciones arbitrarias e inasequibles que las empresas farmacéuticas realizan en la actualidad [4]. Waldrop cita los cambios que han realizado Alemania y Australia para implementar sistemas de fijación de precios basados en su valor, y la disminución resultante en los precios y en el gasto en medicamentos de venta con receta.
Waldrop argumenta que esta iniciativa puede cambiar los incentivos de la industria farmacéutica para mejorar la salud de los pacientes y explica que puede reducir los precios de los medicamentos que no logran demostrar que aporten algún beneficio. Por ejemplo, el precio de los medicamentos “yo también”, que carecen de beneficios adicionales probados, se desplomaría a su valor relativo, a menudo similar al de las marcas genéricas, lo que alentaría a las empresas a redirigir la I+D hacia medicamentos novedosos [4].
En este mismo sentido, la fijación de precios según su valor alentaría la investigación para las condiciones de salud que históricamente han estado desatendidas, muchas de las cuales afectan mayormente a las personas marginadas [4, 14]. Waldrop sostiene que la implementación de un sistema así abordaría las preocupaciones apremiantes sobre la equidad.
Waldrop también explica que EE UU no tiene la información necesaria para realizar evaluaciones basadas en el valor de los medicamentos de venta con receta. Actualmente, el gobierno federal no tiene un panorama detallado y centralizada sobre cómo se recetan, dispensan y usan los medicamentos [15]. Si bien la FDA recopila información sobre la eficacia y seguridad de los medicamentos, evaluando si son más eficaces que un placebo, no hace un análisis comparativo con otros medicamentos, lo cual es necesario para establecer un sistema de fijación de precios basado en su valor [16].
Waldrop argumenta que, con una mejor recopilación de datos, el gobierno de EE UU podría implementar un sistema de fijación de precios basado en su valor para los medicamentos de venta con receta [4]. Fijar el precio de los medicamentos en función de su valor para aumentaría la accesibilidad, promovería la innovación y respondería mejor las necesidades de los pacientes estadounidenses.
Nota de Salud y Fármacos: Dado que consideramos que la fijación de precios de medicamentos no debe estar basada en su valor terapéutico o social sino en su costo de fabricación, el objetivo de incluir este ítem en esta edición de los Boletines Fármacos es ahondar en el entendimiento de esta otra perspectiva.
Referencias