Durante años, las principales empresas farmacéuticas respondieron a las críticas sobre los precios de sus medicamentos prometiendo limitar sus aumentos. Después de que el director ejecutivo de Allergan, Brent Saunders, en medio de un fuerte escrutinio de los precios propusiera mantener los aumentos anuales por debajo del 10%, muchas empresas hicieron lo mismo [1].
Pero ahora parece que algunos actores importantes están comenzando a desafiar el límite del contrato social de la industria farmacéutica, señaló el analista de Bernstein, Ronny Gal.
Por un lado, Amgen, con sede en California, elevó en agosto el precio de lista del medicamento para la psoriasis que compró a Celgene, Otezla (apremilast) en un 2,4%, lo que representa un aumento total del 10% durante el último año. Para un fármaco inmunológico de grandes ventas, la cifra está “muy por encima del 5% que la industria aceptó” durante el mandato del expresidente Donald Trump, escribió Gal.
En medio de la pandemia, este medicamento ha sido valioso para Amgen por la facilidad de administración, pues es un tratamiento oral y sus rivales son inyectables [2]. El año pasado, la compañía recaudó por este medicamento unos US$2.200 millones, y ahora cuesta alrededor de US$3.857 mensuales, sin considerar los descuentos [3].
Al mismo tiempo, según los datos de Bernstein, Amgen subió los precios de Mvasi (bevacizumab), su biosimilar oncológico, y de Parsabivel (etelcalcetida), para la enfermedad renal crónica en un 3%. El aumento de Mvasi fue especialmente sorprendente ya que los precios de lista de los biosimilares no suelen aumentar, dijo Gal, y señaló que podría estar ligado a los precios de los hospitales.
Amgen, por su parte dijo que los aumentos de precios en todos los productos que comercializa en EE UU “reflejan con precisión nuestro gasto sostenido en ensayos clínicos y los índices de precios clave”. Un vocero dijo que este año Amgen espera una una reducción de un solo dígito en el precio neto de todos sus productos por las rebajas y descuentos que ha negociado.
Según los analistas de Bernstein, los aumentos de Amgen se produjeron dos semanas después de que Merck subiera los precios de una gran cantidad de sus vacunas, lo que hizo que los precios subieran un 11% año tras año. Dado que esos aumentos no llegaron a los titulares de los medios, los analistas “se preguntan si la industria farmacéutica está tanteando la sensibilidad del mercado para incrementar las tasas de aumento”, escribió Gal.
Entre los inyectables incluidos se encontraba la vacuna contra el VPH Gardasil 9 de Merck, que registró un aumento anual de precios del 11%, según los analistas de Bernstein. Gardasil y Gardasil 9 se vieron particularmente afectados durante la pandemia ya que los pacientes retrasaron las visitas al médico y priorizaron la vacuna contra la covid-19.
Sin embargo, estas vacunas han comenzado a reaparecer, ya que las ventas aumentaron un 88% durante el segundo trimestre del año, alcanzando los US$1.230 millones [4].
Merck también ha estado subiendo el precio de su vacuna contra la varicela Varivax, su vacuna contra el sarampión y las paperas MMR II; y su vacuna múltiple ProQuad en un 11% , año tras año, aseguró Bernstein. No encontramos a un representante de Merck que estuviera disponible para hacer comentarios al respecto.
La industria farmacéutica lleva años enfrentándose al escrutinio de precios y, en ocasiones, ha respondido frenando los aumentos. Ahora, parece que la presión de Washington, D.C., va a volver a aumentar. Hay propuestas en el Congreso que van desde la posibilidad de que Medicare negocie los precios hasta la importación de medicamentos de otros países.
Según un relevamiento de GoodRx, en julio, los fabricantes aumentaron el precio de 67 medicamentos de marca en un promedio de 3.5%. [5]
Referencias