En la vida lo único que es seguro es la muerte y los impuestos. Ahora, según un informe reciente, parece que podemos agregar a la lista los aumentos de precios de los medicamentos.
Con el tiempo, los precios de los medicamentos de marca y genéricos pueden aumentar significativamente, lo que a veces provoca la intervención de los reguladores. Por ejemplo, los estados de California y Vermont (EE UU) ahora requieren que los fabricantes de medicamentos justifiquen los aumentos de precio por encima de cierto nivel.
Cuando la regulación no es uniforme, ¿qué sucede cuando los fabricantes de medicamentos se niegan o no justifican el aumento de sus precios?
El Instituto de Revisión Clínica y Económica (ICER) ha estado rastreando este problema desde 2019. Cada año, el instituto publica un informe que detalla los medicamentos que han aumentado de precio sin justificación.
En el tercer informe del instituto, publicado en noviembre de 2021 (y actualizado en diciembre), se consideró que, en el 2020, el aumento de precio de 8 de 250 medicamentos “no estaba respaldado por nueva evidencia clínica” [1]. Los autores señalaron que siete de esos medicamentos representaron un aumento en el gasto anual de US$1.670 millones. (No se logró estimar para el otro medicamento). Esta cifra supera con creces el valor del mismo indicador para el 2019, cuando el aumento del gasto anual por las ventas de siete medicamentos con aumentos injustificados de precio alcanzó los US$1.200 millones.
Curiosamente, esto no es una tendencia generalizada. Según ICER, los datos sugieren que, en general, en los últimos años, los precios netos de los medicamentos en el mercado estadounidense han disminuido. Los autores del informe señalan que los aumentos de precios se suelen dar en categorías donde la competencia es limitada. Para medicamentos relacionados con oncología o antipsicóticos atípicos, por ejemplo, la sustitución de productos puede ser complicada.
Estos son los ocho medicamentos incluidos en el informe por haber tenido “aumentos injustificados de precios que agregaron costos significativos al gasto nacional en medicamentos” en 2020.
En el 2020, el aumento del precio neto del medicamento se estimó en un 9,6%, lo que resultó en un gasto nacional adicional de más de US$1.300 millones. El informe encontró que no había nueva evidencia clínica para respaldar el aumento de precio, y los autores señalaron que un estudio reciente no abordó las preocupaciones sobre el adalimumab y su elevado riesgo de defectos congénitos importantes.
El precio neto del fármaco aumentó en un 14,1% durante el 2020, lo que se tradujo en un aumento estimado de US$100 millones en el gasto en medicamentos. El informe no encontró evidencia nueva de calidad moderada a alta sobre los beneficios y/o daños del fármaco.
El precio neto de este medicamento aumentó 4,2% durante el 2020, incrementando el gasto en medicamentos en US$43,6 millones. Los autores revisaron toda la información nueva sobre seguridad y eficacia clínica y encontraron que ninguna de las 35 referencias enviadas por el fabricante cumplió con sus criterios de evidencia de calidad moderada a alta.
Los autores no encontraron nueva evidencia de seguridad o eficacia clínica del medicamento que justificase su aumento de precio.
El precio neto del medicamento aumentó un 8%, lo que se estima que generó un gasto adicional de US$36 millones durante el 2020. Si bien el informe identificó nueva evidencia de la efectividad del fármaco, los investigadores consideraron que era de baja calidad y concluyeron que no justificaba el aumento de precio.
Los autores encontraron que ninguno de los nuevos materiales disponibles cumplió con los criterios de evidencia de calidad moderada a alta para justificar el aumento de precio.
El precio neto del fármaco aumentó un 5,2% durante el 2020, lo que provocó un aumento de US$19 millones en el gasto en medicamentos. Los autores no encontraron nueva información sobre la seguridad y la efectividad clínica del fármaco que justificara el aumento de precio.
Al igual que con los medicamentos enumerados anteriormente, los autores no encontraron nuevas pruebas clínicas relacionadas con la seguridad o la efectividad de Emflaza, por lo que concluyeron que el aumento de precio no estaba justificado.
Nota de Salud y Fármacos: Además de lo mencionado, Ed Silverman [2] informa que ICER encontró que habían surgido pruebas de que tres medicamentos cuyos precios aumentaron aportaban más beneficios de los que se conocían: Venclexta, para tratar la leucemia de AbbVie y Roche; Cimzia, para la enfermedad de Crohn que comercializa UCB Pharma y Entresto, y el medicamento para la insuficiencia cardíaca que vende Novartis. Sin embargo, no sugirió que la nueva evidencia clínica justificara los aumentos de precios.
En el caso de Humira, AbbVie ha sido ampliamente criticada por presentar cientos de patentes secundarias para impedir que sus posibles rivales vendan versiones genéricas a precios más bajos. La patente clave de Humira que generó US$4.600 millones en ventas solo en el tercer trimestre de 2021, expiró en 2016. No obstante, AbbVie ha evitado con éxito la competencia en el mercado de EE UU, donde no habrá biosimilares hasta 2023, gracias a una serie de acuerdos pare solucionar las demandas presentadas por empresas que argumentaban que muchas de las patentes de Humira debían ser invalidadas. Actualmente, solo una empresa, Alvotech, está cuestionando las patentes de AbbVie en los tribunales.
Por otra parte, el Consejo Farmacéutico Nacional (National Pharmaceutical Council), una organización apoyada por la industria farmacéutica ha criticado el informe del ICER por “seleccionar arbitrariamente el grupo de medicamentos a analizar, basarse en pruebas incompletas y utilizar una metodología inadecuada”.
AARP también publico una nota diciendo que continúa luchando por precios más bajos y que los hallazgos del informe son coherentes con los informes de AARP Price Watch que muestran los precios de los medicamentos de marca siguen superando la inflación [3]. El último informe de AARP encontró que, en el 2020, los precios de 260 medicamentos de uso frecuente cuyos precios ha estado rastreando desde el 2006 aumentaron un 2.9%, mientras que la tasa general de inflación fue del 1.3%.
La campaña Fair Rx Prices Now de AARP para exigir precios justos para los medicamentos de venta bajo receta se ha centrado en convencer a los legisladores federales y estatales de que tomen medidas para reducir los precios de estos medicamentos.
El 19 de noviembre, la Cámara de Representantes de EE UU aprobó una legislación que brindaría algo de alivio financiero a los pacientes. Con la ley Build Back Better, la cual AARP apoya, Medicare podría por primera vez negociar el precio de algunos medicamentos, el costo de algunos tipos de insulina se limitaría a US$35 al mes, los fabricantes enfrentarían multas impositivas si aumentaran los precios más que la inflación, y los costos de bolsillo de los medicamentos de venta bajo receta de la Parte D se limitarían a US$2.000 al año. El proyecto de ley ahora ha pasado al Senado.
Si bien Salud y Fármacos conoce el criterio reiterado a lo largo de este artículo, a saber, que el precio del medicamento debe fijarse de acuerdo a su valor terapéutico, consideramos que el criterio que debería definir el precio de los medicamentos es su costo de producción.
Referencias