Ramachandran, Ross y Miller analizaron la comercialización y consumo de las vacunas covid aprobadas por la OMS en los países en donde se habían realizado los ensayos clínicos de dichas vacunas y publicaron sus resultados en Jama [1].
El 7 de septiembre de 2021, los autores identificaron las vacunas aprobadas por la OMS para uso en emergencia (Pfizer-BioNtech, Moderna, Janssen-Johnson & Johnson, AstraZeneca/Serum Institute of India, Sinopharma, Sinovac), y utilizaron WHO COVID-19 Vaccine Tracker and Landscape y el McGill University COVID-19 Vaccine Tracker para identificar los ensayos clínicos que hasta esa fecha se habían completado con esas vacunas. Obtuvieron la fecha de conclusión de los ensayos, su fase y los países en los que se realizaron en ClinicalTirals.gov. Posteriormente agruparon a los países según la clasificación por ingresos del Banco Mundial de 2021; y determinaron si las vacunas se habían comercializado en los países donde se hicieron los ensayos clínicos utilizando los sitios web de las agencias reguladoras regionales y nacionales. Los datos sobre las dosis adquiridas y entregadas a cada país los sacaron el 7 de septiembre de 2021 de las páginas de UNICEF sobre el control del mercado de vacunas COVID-19 y de la plataforma Airfinity COVID-19. Por último, determinaron la proporción media de personas de 15 años o más elegibles para recibir una serie completa de vacunación utilizando la vacuna testada utilizando los datos de población de las Naciones Unidas.
Los investigadores encontraron que las seis vacunas que había aprobado la OMS en esa fecha se habían testado en 25 países, 11 eran países de altos ingresos, otros 11 de ingresos medios-altos y tres eran países de ingresos medios bajos. No se había hecho ningún ensayo en países de bajos ingresos. Todos los países menos uno de altos ingresos y otro de ingresos medio-altos habían registrado y adquirido dosis de las vacunas que se habían testado en su país, pero la tasa de cobertura poblacional (>15 años) era muy variable: los países de altos ingresos habían vacunado al 51,7% de la población (rango 39,4-76,7), los de ingresos medios bajos al 31% (rango 18,1 -37,6%), y los de ingresos medios-altos al 14,9 % (rango 7,2-48,6). Uno de los tres países de ingresos medios-bajos adquirió las vacunas a través de COVAX, mientras que seís de 11 países de ingresos medio -altos y uno de 11 países de altos ingresos lo hicieron.
Si se incluyen los ensayos clínicos que se estaban haciendo, esas vacunas se testaron en 37 países, incluyendo uno de bajos ingresos, y las vacunas se distribuyeron en 35 países – los dos países que no aprobaron ni recibieron dosis de las vacunas son países de ingresos medio-altos, y fueron los países de altos ingresos los que lograron vacunar a una mayor proporción de su población de >15 años (67,9%, comparado con el 14,6% en los países de ingresos medio-altos, 20,2% en los países de ingreso medio-bajos y 6,4% en el país de ingresos bajos).
En el momento de hacer el estudio, Pfizer-BioNTech había terminado ensayos en nueve países (Nota de Salud y fármacos: suponemos que se refiere a la recogida inicial de datos, pues la mayoría de los ensayos todavía están en fase de seguimiento). Moderna en dos, Janssen en 10, AstraZeneca/Serum Institute en 14, Sinopharm en seis, y Sinovac en cinco. Todas las vacunas se registraron en todos los países donde se testó menos la de Janssen y la de Astra-Zeneca que no se registraron en dos países cada una. Todos los países que testaron las vacunas de Moderna, Sinopharm y Sinovac tuvieron acceso a vacunas. Uno de los países donde se testo la vacuna de Pfizer, cuatro de los que testaron la vacuna de Janssen y tres de los que testaron la de AstraZeneca no tuvieron acceso a las vacunas.
Los autores concluyen que, aunque en gran medida se han comercializado las vacunas COVID-19 en los países que contribuyeron a su desarrollo, los países de ingresos altos han recibido proporcionalmente más dosis, lo que les ha permitido vacunar más plenamente a sus poblaciones. La inclusión de residentes en países de medianos y bajos ingresos en los ensayos se debería corresponder con un acceso justo a los beneficios de la investigación.
Las limitaciones del estudio incluyen la incapacidad de determinar el número de participantes en el ensayo por país, el impacto de los errores de fabricación y las preocupaciones de seguridad en la administración de las dosis, algo que afecta especialmente a AstraZeneca y Janssen. Por otra parte, Salud y Fármacos considera que existe la posibilidad de que no todos los países que aparecen en ClinicalTrials.gov acabaran realizando ensayos clínicos, pues la inscripción de los pacientes fue competitiva, y podría ser que esa información no se hubiera actualizado adecuadamente en el registro de EE UU.
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