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Novedades sobre el COVID

Los entresijos del ensayo de Pfizer, que ha batido el récord mundial

(Behind the scenes of Pfizer’s ‘world-beating’ trial)
Harry de Quetteville
The Telegraph, 10 de diciembre de 2021
https://www.telegraph.co.uk/news/2021/12/10/behind-scenes-pfizers-world-beating-vaccine-trials/
Traducido por salud y Fármacos, publicado en Boletín Fármacos: Ensayos Clínicos 2022; 25(1)

Tags: ensayos clínicos no éticos, fraude, pacientes inventados, consentimiento informado, Brook Jackson, Ventavia, vacunas covid, acelarar los ensayos clínicos, carrera por las vacunas covid

Las prisas por ganar la carrera de las vacunas podrían haber provocado el uso de atajos.

Fue el 16 de septiembre del año pasado cuando Brook Jackson perdió definitivamente su confianza en un importante ensayo clínico con una vacuna covid 19 que se ha convertido en uno de los productos farmacéuticos más importantes y valiosos del mundo: la vacuna covid de Pfizer.

“Fue realmente el día en que decidí: ‘Vale, ya he visto suficiente'”, dice sobre el ensayo que estaba ayudando a dirigir. “Así que el día 17… recomendé que se dejara inmediatamente de inscribir a pacientes en el estudio”.

Fue una decisión importante. En aquel momento, las empresas farmacéuticas estaban inmersas en una carrera por desarrollar un producto para proteger a la humanidad de un virus totalmente nuevo. Las probabilidades de lograrlo parecían estar en su contra: las vacunas anteriores habían tardado años en comercializarse. Pero esta vez, al haber una necesidad mundial sin precedentes, los plazos se iban acortando. Para los gigantes farmacéuticos, salir triunfantes era una cuestión de prestigio. Para uno de ellos, AstraZeneca, también era una cuestión de principios, ya que se había comprometido a vender su vacuna a precio de coste. Sin embargo, para otros, ganar la carrera podría representar grandes beneficios. Más de un año después, las previsiones de Pfizer eran de que en 2021 los ingresos por su vacuna alcanzarán la asombrosa cifra de US$36.000 millones. El valor de la victoria ha quedado muy claro.

Jackson, que aparece en el documental Vaccine Wars: The Truth About Pfizer (ver https://www.channel4.com/programmes/vaccine-wars-truth-about-pfizer-dispatches) era nueva en este ensayo, pero no en el campo de los ensayos clínicos. Después de dos décadas en el negocio, decidió el año pasado solicitar un puesto de trabajo como gerente regional en Ventavia, una empresa que había sido contratada por Pfizer para realizar los ensayos críticos de la última fase de su candidato a vacuna y que, a diferencia del método de “vector viral” que utilizaba su rival AstraZeneca, utilizaba una nueva tecnología de ARNm.

En Texas, Ventavia gestionaba para Pfizer tres centros de investigación, reclutando a más de 1.000 pacientes. Casi inmediatamente después de llegar a la empresa, Jackson empezó a notar irregularidades. Ella trabajaba con dos de los centros donde se realizaba el ensayo y dice que estaban “extremadamente ocupados”, y según ella, “muy faltos de personal”. Jackson informó a The Telegraph que a Ventavia se le pagaba “por cada paciente inscrito”, pero a menudo “no había médicos in situ… ni personal con formación médica; ni siquiera una enfermera titulada” para inscribir a los candidatos y asegurarse de que eran aptos para el ensayo. Dijo que, en tales circunstancias, era “imposible mantener la seguridad y la integridad de los datos”. Según ella, faltaban firmas en los formularios de consentimiento, que posteriormente aparecieron, pero eran “completamente diferentes” a las firmas de los mismos pacientes en otros documentos. “Eso me alertó inmediatamente de la posibilidad de falsificación. En la propia correspondencia electrónica de Ventavia se dice que los datos del ensayo clínico no se están manejando adecuadamente”.

Uno de los mayores problemas, alega Jackson, fue el “desenmascaramiento” del ensayo, fundamental para evitar el sesgo que supone que el personal y los pacientes sepan a quién se administró la vacuna y a quién el placebo. Sin embargo, los documentos que identificaban quién estaba en cada grupo se imprimieron y se colocaron “en la historia clínica de todos los participantes”.

También relata otros muchos problemas. Por ejemplo, “la temperatura de la vacuna no se controlaba adecuadamente”, un problema que, según ella, debería haber ocasionado la interrupción del ensayo.

Alega que se puso en peligro a los mismos participantes, ya que se registraron “múltiples acontecimientos adversos graves que nunca fueron objeto de seguimiento”.

“Podríamos tener que haber enviado a este participante a urgencias. Pero cuando no se da seguimiento, y ni siquiera se llama por teléfono al paciente para saber cómo se encuentra… eso es para mí un problema de seguridad del paciente”. ¿Afecta esto a la integridad de los datos? Sí, claro. Y lo más importante [en un ensayo] es la integridad de los datos, ¿no? ¿Cambia o podría cambiar [nuestra comprensión de la vacuna]? La respuesta es sí”.

Pfizer refuta enérgicamente esta afirmación, diciendo que, el año pasado, tras recibir un aviso sobre el centro de investigación de Texas “llevamos a cabo una investigación exhaustiva [y] se tomaron medidas para corregir y remediar lo que era necesario”. Añade que lo más importante es que la investigación “no identificó ningún problema o preocupación que invalidara los datos o pusiera en peligro la integridad del estudio”.

En otras palabras, la vacuna seguía siendo segura y eficaz. La empresa también dice que ella misma alertó al regulador estadounidense, la FDA.

No obstante, dice Jackson, las irregularidades se iban repitiendo y generaban un nivel de caos que en sus décadas de carrera jamás había experimentado: “Nunca en toda mi experiencia en ensayos clínicos había visto una práctica tan atroz”.

Todo ello la llevó a intervenir el 16 de septiembre. A la mañana siguiente, recomendó que se interrumpiera el ensayo y, para su sorpresa, Ventavia aceptó. El 25 por la mañana, todavía preocupada, la propia Jackson se puso en contacto con la FDA. Esa tarde fue despedida: “Me dijeron que no encajaba”.

Se reinició la inscripción de pacientes, según ella, “de inmediato”.

Cuatro días después, llamó un investigador de la FDA. “Sentí que se iban a solucionar estos problemas. Podrían cerrar Ventavia, lo que me pareció apropiado, teniendo en cuenta lo que había visto”.

Pero el sitio permaneció abierto. Por su parte, Ventavia afirma que las acusaciones de Jackson “se investigaron y se determinó que no tenían fundamento” y que la empresa se toma “muy en serio la adhesión al protocolo, la integridad de los datos y la seguridad de los participantes, y defendemos la calidad de nuestro trabajo de apoyo al desarrollo de vacunas que salvan vidas”.

Sin embargo, Jackson no discute si las vacunas, incluidas las de Pfizer, han salvado vidas. Ella y sus hijos están totalmente vacunados. Simplemente sugiere que la prisa por ganar la carrera de las vacunas hizo que se tomaran atajos. “Estoy segura de que la velocidad con la que Ventavia estaba inscribiendo a estos participantes en los ensayos clínicos fue la razón de todos los problemas”. Y, en su opinión, quién exigía premura “Era Pfizer… en su interés por conseguir el título de haber producido la primera vacuna covid-19 con éxito. Ejercieron una inmensa presión sobre Ventavia para que inscribiera a tantos pacientes como pudiera.”

El tono de los correos electrónicos, la documentación y las reuniones en las que participó, dice, era “apresurado, es decir, tenían prisa”. Hubo un momento en el que Pfizer permitió que Ventavia continuara, a pesar de que Pfizer sabía que faltaban datos del ensayo clínico, como muestras de sangre que no se recogían o no se preparaban o enviaban correctamente”.

A nivel global, Ventavia solo gestionó tres de los más de 150 centros de investigación que participaron en los ensayos de la vacuna de Pfizer, que en total reclutaron a más de 40.000 pacientes.

En efecto, Pfizer ganó la carrera de las vacunas, al anunciar el 9 de noviembre del 2020 que su vacuna tenía una eficacia del 90% para prevenir la infección, muy por encima de las expectativas. Desde entonces, se considera el estándar de oro. Ayer mismo, un estudio realizado por sus creadores sugirió que tres dosis de Pfizer ofrecían una “protección significativa” contra la nueva variante del virus, ómicron. Sin embargo, los estándares de oro tienen precios de oro.

La dosis de AstraZeneca cuesta £3 en el Reino Unido, una séptima parte que la de Pfizer, que supuestamente cuesta £22 por dosis.

Aun así, el gobierno británico ha recurrido a Pfizer para comprar las dosis de refuerzo. Mientras tanto, AstraZeneca – seis meses después de haber cometido un error en la presentación de datos en los documentos que presento a la agencia reguladora de EE.UU. – sigue esperando la aprobación de la FDA

Nota de Salud y Fármacos: El BMJ publicó un artículo sobre este tema: Thacker P D. Covid-19: Researcher blows the whistle on data integrity issues in Pfizer’s vaccine trial BMJ 2021; 375 n2635 doi:10.1136/bmj.n2635

creado el 23 de Abril de 2022