Cuando se comercializa un medicamento nuevo se dispone de muy poca información sobre sus efectos adversos [1-4]. En parte, esto se debe a que los artículos publicados en revistas médicas no siempre informan claramente los efectos adversos que se observaron durante los ensayos clínicos con los nuevos fármacos (a) [5-8].
Redacción poco informativa o subjetiva en 4 de cada 10 ensayos
Un grupo de oncólogos hospitalarios, interesados en el sesgo de notificación, analizó la forma en que las publicaciones de los resultados de los ensayos clínicos oncológicos, aleatorizados de fase 2 y fase 3 informan los efectos adversos graves, potencialmente mortales o fatales de estos medicamentos. El estudio incluyó los artículos que informaron los resultados de ensayos clínicos con oncológicos que se publicaron en 2016 en las siguientes cinco revistas médicas: New England Journal of Medicine, Lancet, Lancet Oncology, Journal of the American Medical Association y Journal of Clinical Oncology (b) [9].
Los autores trataron de identificar las declaraciones vagas que incluían términos demasiado generales, subjetivos o poco informativos. Por ejemplo, algunas de estas publicaciones describieron los efectos adversos, a veces fatales, de los antineoplásicos en el resumen, la conclusión y/o la discusión como “aceptables”, “tolerables”, “factibles” o “manejables”, son un perfil de efectos adversos “favorable”, o como un fármaco “seguro”. Se utilizó este tipo de términos en el 43% de las publicaciones identificadas. Al parecer, el objetivo principal de utilizar estos términos era el de desviar la atención o minimizar los efectos adversos de los medicamentos involucrados [9].
Términos engañosos
En las publicaciones que incluían datos sobre la incidencia de efectos adversos, la mayoría de los fármacos se describieron como si tuvieran un perfil de efectos adversos “favorable” o “tolerable”. Sin embargo, comparado con los pacientes que recibieron placebo o tratamiento estándar, los pacientes que recibieron el fármaco en estudio experimentaron tasas más altas de efectos adversos graves (30 de 39 ensayos), efectos adversos potencialmente mortales (26 de 31 ensayos) o efectos adversos fatales (34 de 51 ensayos) [9].
Omisiones engañosas
Entre las 53 publicaciones que minimizaban los efectos adversos del fármaco, 14 no incluyeron datos sobre efectos adversos graves, 22 omitieron los datos sobre los eventos adversos potencialmente mortales y 2 no informaron las muertes [9].
Los autores de este estudio señalan que hay que hacer una evaluación de la opinión de los pacientes para saber si consideran que los efectos adversos son aceptables o tolerables. También dicen que parte de la responsabilidad recae en las revistas médicas que aceptan publicar los resultados de los ensayos sin incluir información sobre sus efectos adversos, o refiriéndose a ellos utilizando únicamente términos subjetivos o engañosos. Sin embargo, la mayoría de las revistas respalda la guía internacional CONSORT 2010, cuyo objetivo es promover las buenas prácticas en la presentación de los resultados de los ensayos clínicos. Según CONSORT, “las descripciones explícitas, sin ambigüedades u omisiones, responden mejor a los intereses de todos los lectores” [9, 10].
En la práctica.
Los términos utilizados en las publicaciones de ensayos clínicos oncológicos a menudo están sesgados y restan importancia a los efectos adversos del tratamiento evaluado. El riesgo de subestimar los daños de un tratamiento es aún mayor para los que solo leen el resumen y la conclusión.
Para tener una idea más clara de los riesgos de un fármaco nuevo, es útil buscar otros datos disponibles que proporcionen pistas sobre sus efectos adversos: los efectos adversos conocidos de otros fármacos de la misma clase fármaco terapéutica o con la que están relacionados químicamente, y datos sobre lo que le sucede al fármaco en el organismo (farmacocinética). También deben tenerse en cuenta las características de los pacientes.
Los informes sesgados, ya sea estadísticamente o por utilizar un lenguaje sesgado como se describe en este estudio, restan importancia a los efectos adversos de los oncológicos, alimentan la dudas sobre si la utilidad de ciertos tratamientos ha sido realmente demostrada [11].
Notas
Referencias seleccionadas de la búsqueda bibliográfica de Prescrire.