Varias empresas han estado retirando la indicación de sus inhibidores de la PARP para tratar a las mujeres con cáncer de ovario que ya han recibido muchos tratamientos previos, informa Medscape en una nota que resumimos a continuación [1].
El 14 de septiembre, GlaxoSmithKline (GSK) informó a los profesionales de la salud que retiraba la aprobación de niraparib (Zejula) para el tratamiento de adultos con cáncer avanzado de ovario y trompas de Falopio o primario de peritoneo positivos para la deficiencia de recombinación homóloga (HRD positiva) en personas que ya habían recibido al menos otros tres tratamientos. GSK dijo que la retirada de niraparib “se hizo en consulta” con la FDA y se “basó en toda la información sobre los inhibidores de PARP en el contexto de tratamiento de última línea del cáncer de ovario”, y afirmó que se había observado un “posible efecto perjudicial en la supervivencia global con otros inhibidores de PARP (no con el de GSK) en dos ensayos clínicos independientes aleatorizados y controlados activamente, y realizados en una población con cáncer de ovario avanzado BRCA mutante 3L+.”
El 26 de agosto, AstraZeneca y Merck también retiraron voluntariamente, tras consultar con la FDA, el olaparib (Lynparza) para el tratamiento de mujeres con cáncer de ovario avanzado con mutación BRCA de línea germinal deletérea o presuntamente deletérea. Citaron “un posible efecto perjudicial sobre la supervivencia global” en comparación con el brazo de control de quimioterapia en un análisis de subgrupos del estudio de fase 3 SOLO3. SOLO3 es un estudio abierto, aleatorizado y controlado que solicitó la FDA para confirmar la eficacia y seguridad de olaparib, y encontró un 33% más de riesgo de muerte entre las mujeres que habían recibido tres o más líneas previas de quimioterapia y recibieron tratamiento con un inhibidor de PARP.
En junio, Clovis Oncology retiró su indicación de rucaparib (Rubraca) para el tratamiento de tercera línea o superior de pacientes con cáncer de ovario con mutación BRCA. Esta retirada se basó en los datos de supervivencia global en el ensayo clínico pivotal doble ciego ARIEL4. En este estudio, las mujeres tratadas con rucaparib tuvieron un riesgo de muerte 31,3% superior en comparación con las que recibieron quimioterapia, en particular los pacientes con tumores resistentes al platino.
Según una nota publicada en Endpoints [2], los inhibidores de la PARP están diseñados para destruir las células cancerosas bloqueando una enzima que repara el ADN roto. Esta clase de fármacos ha demostrado enlentecer la progresión tumoral en diversos ensayos, entre ellos el estudio QUADRA (que probó el tratamiento con Zejula de GSK), con una tasa de respuesta objetiva del 24% que condujo a su aprobación para el tratamiento de última línea del cáncer de ovario. La mediana de la duración de la respuesta fue de 8,3 meses, según la FDA. Sin embargo, GSK señaló que se trataba de un ensayo de fase II, de un solo brazo, por lo que no ofrecía datos comparativos de supervivencia global o supervivencia libre de progresión.
En el congreso de la ESMO (septiembre de 2022), se presentaron datos de los estudios SOLO-1 y PAOLA-1, en los que se encontró un aumento clínicamente significativo de la supervivencia global, 7 y 5 años respectivamente, al usar los inhibidores de la PARP como tratamiento de primera línea en el mantenimiento de las mujeres con cáncer de ovario avanzado BRCAm y HRD+, respectivamente, tras la quimioterapia basada en platino. Estos estudios subrayan la eficacia de estos productos cuando se utilizan para el mantenimiento tras las primeras líneas de tratamiento [2].
Desde que obtuvieron la aprobación para el cáncer de ovario en fase avanzada en 2014 y 2019, respectivamente, Lynparza y Zejula han sido aprobados para indicaciones en fases más tempranas, incluso como terapias de mantenimiento de primera línea para ciertos grupos de mujeres en 2020. En cambio, Rubraca, de Clovis, aún no ha obtenido la aprobación como tratamiento de primera línea para el cáncer de ovario.