En un reciente artículo publicado en JAMA-Psychiatry (Yaden DB, Potash JB, Griffiths RR. Preparing for the Bursting of the Psychedelic Hype Bubble. JAMA Psychiatry. 2022 Oct 1;79(10):943-944. doi: 10.1001/jamapsychiatry.2022.2546. PMID: 36044208.), los Drs. Yaden, Potash y Griffths de la escuela de Medicina de la Universidad Johns Hopkins han llamado la atención sobre la plétora de artículos de prensa especializada y generalista referentes al uso terapéutico de sustancias psicodislépticas. Las repercusiones sobre la salud humana del uso de psicodislépticos o psicodélicos son objeto de la atención mediática periódicamente, oscilando desde posiciones extremadamente negativas sobre sus riesgos hasta un exacerbado optimismo acerca de sus posibilidades terapéuticas.
En los últimos años estas sustancias: psilocibina, ketamina, esketamina, se han presentado como una cura milagrosa, que en absoluto se corresponde con los resultados de las investigaciones rigurosamente evaluadas. Las industrias mediáticas y psicofarmacéuticas estimulan esta visión, y pretenden lograr inversiones y beneficios millonarios. Los riesgos del uso de psicodélicos están bien establecidos. Además, aunque algunos sujetos parecen beneficiarse de las experiencias místicas que son capaces de inducir, se requiere más investigación para caracterizar el potencial terapéutico de estas sustancias. El uso inadecuado de estas sustancias puede frenar su investigación, como ya ocurrió anteriormente en la década de los 70 del siglo pasado. Los autores reclaman que la comunidad científica sea rigurosa y prudente al comunicar sus hallazgos, y desenmascaren aquellas afirmaciones sobre sus efectos que no se sostienen con los datos disponibles.
Por otra parte, los Drs. Wexler y Sisti, del departamento de ética médica y políticas de salud de la escuela de medicina de la universidad de Pensilvania, en otro artículo (A. Wexler, D. Sisti: Brain Wellness “Spas”-Anticipating the Off-label Promotion of Psychedelics. JAMA Psychiatry. 2022 Aug 1;79(8):748-749. doi: 10.1001/jamapsychiatry.2022.1619. PMID: 35767292; PMCID: PMC9357212.), advierten sobre el peligro que representa la promoción del uso de los psicodislépticos para condiciones para las cuales se carece de evidencia médica, por parte de sanadores contraculturales o de promotores de medicina alternativa que podrían carecer de formación adecuada, especialmente cuando concurren condiciones graves. La publicidad para usos que no se sustentan en la evidencia suele resultar engañosa, representa un abuso de la vulnerabilidad de muchas personas, a quiénes además puede ocasionar gastos considerables de su propio bolsillo.
La proliferación de clínicas que promocionan ketamina con propósitos tan confusos como “bienestar mental”, “exploración interna”, “auto conocimiento”, “mejoría mental”, dan cuenta de este riesgo. Otro motivo de preocupación es que estas clínicas, al igual que emplean estos productos para indicaciones no autorizadas, también podrían ignorar las recomendaciones sobre la dosis o no adherirse a las estrategias de evaluación y prevención de riesgos aprobadas por la FDA, lo que dificultaría el estudio científico de los beneficios terapéuticos y de los riesgos de estas sustancias, que además requieren de la concurrencia a sesiones de psicoterapia llevadas a cabo por personal super especializado antes, durante y después de la experiencia psicodélica, lo que las diferencia de los psicofármacos.
Los autores señalan el papel de la FDA en regular la publicidad de medicamentos que patrocinan sus fabricantes, que les prohíbe hacer promoción para usos no aprobados; y la capacidad de las organizaciones médicas para controlar la prescripción irracional por parte de sus afiliados, así como para luchar contra el intrusismo y las afirmaciones engañosos sobre terapias. Mencionan como digna de consideración la creación de una sección de servicios de psilocibina en Oregón, que prevé la concesión de licencias para la provisión de terapia psicodélica, con el prerrequisito de tener una formación mínima y someterse a seguimiento de resultados.
Los Drs Phelps Shah y J.A.Liberman, del centro médico de la universidad de Columbia, ponen de relieve la magnitud del interés financiero en el mercado de los psicodélicos, cifrado en muchos miles de millones de dólares (The rapid rise in investment in psychedelics—cart before the horse. JAMA Psychiatry. 2022;79(3):189–190. doi:10.1001/jamapsychiatry.2021.3972). Los autores alertan que estos intereses están condicionando la capacidad de la investigación médica para evaluar el papel terapéutico de las sustancias psicodélicas. Consideran que la situación actual es producto de una coincidencia de circunstancias estimulantes que se refuerzan mutuamente, entre las que señala la percepción que tiene la población de que se requieren remedios eficaces para los problemas de salud mental, la avidez de los inversores privados de recibir beneficios económicos y que esperan que los psicodélicos alcancen grandes ventas, y la tendencia en las políticas públicas de descriminalizar el uso de psicodélicos.
Dada la necesidad de garantizar el retorno de beneficios a los inversores, las compañías que investigan psicodélicos se orientan a la obtención de patentes y tratan de responder a huecos de mercado, lo que puede dificultar la generalización de sus resultados. Estas compañías suelen realizar sus investigaciones en los centros médicos universitarios que financian. Esto, junto con la escasez de financiación pública, puede sesgar la investigación sobre los usos clínicos de los psicodélicos desde etapas tempranas, comprometiendo sus resultados.
A continuación, traducimos algunos de los párrafos más importantes de estos artículos:
La investigación psicodélica parece estar atrapada en una exagerada burbuja, fundamentalmente debido a los intereses de los medios de comunicación y de la industria psicofarmacéutica. Consideramos que sería beneficioso para la investigación psicodélica que esta burbuja fuera sistemáticamente desinflada por investigadores y clínicos, utilizando buenas prácticas de comunicación científica.
El término “burbuja” se aplica generalmente a algo que ha sido sobrevalorado en la percepción popular. Respecto al término psicodélico, los titulares han pasado de presentar una visión alarmista extremamente negativa de las sustancias (entre aproximadamente los años 1960 a los 2000) a reconocer su potencial positivo (desde el 2006 hasta ahora). Sin embargo, en los últimos años, un perturbador elevado número de artículos han promocionado a los psicodélicos como una cura o un fármaco milagroso, y han mencionado que la inversión en psicodélicos podría alcanzar miles de millones de dólares.
Estado de la evidencia
Cuando se trata de los psicodélicos, los datos científicos parecen probar que los superentusiastas y los superescépticos están igualmente equivocados. Los superentusiastas están equivocados al creer que los psicodélicos no conllevan riesgos, porque estos riesgos están bien establecidos [1]. El potencial terapéutico de los psicodélicos es real, pero menos impresionante de lo esperado, como ha mostrado un ensayo reciente que comparó psilocibina con el patrón oro en el tratamiento de la depresión [2]. Por otro lado, los escépticos están equivocados al pensar que los efectos subjetivos a corto plazo de los psicodélicos consisten en estados de delirium de tipo psicótico, hallazgos bien replicados han mostrado que estos efectos pueden ser desafiantes pero positivos y muy significativos, y los efectos favorables persisten en muchas personas [3,4]. Por último, el potencial terapéutico de los psicodélicos no es meramente hipotético, sino que se sustenta en los resultados de varios ensayos clínicos [2,5-7].
El ciclo de la burbuja
Aunque el futuro es desconocido, el ciclo de la burbuja de Gartner ofrece una imagen de que podemos razonablemente pronosticar sobre la percepción pública de los psicodélicos. El ciclo empieza cuando surge una nueva y prometedora tecnología que atrae sustancial atención. Después el pico hay un descenso igualmente rápido durante el cual las expectativas infladas se desvanecen. Los reportajes de prensa antes abiertamente positivos pueden volverse abiertamente negativos. Después de alcanzar niveles mínimos, pueden comenzar a aparecer evaluaciones bien calibradas del estado de la evidencia. Finalmente, el proceso alcanza una meseta en la que esperamos que se asiente el campo de los psicodélicos, porque este es el contexto social en el que florece la investigación rigurosa y su aplicación razonable en la clínica de forma más efectiva.
También conviene recordar que los tratamientos psicodélicos presentan riesgos reales similares a los de prácticamente cualquier tratamiento eficaz. Estos riesgos aumentan en entornos recreativos e incluyen estados de confusión, potencial de abuso y precipitación de problemas psiquiátricos duraderos, especialmente en personas con vulnerabilidades preexistentes (por ejemplo, trastornos psicóticos). Desgraciadamente, es una cuestión de cuándo, y no de si, un paciente o participante sufrirá daños, y debemos hacer todo lo posible para evitar tales tragedias. Sin embargo, aunque desafortunadamente algunas personas resultan perjudicadas por tratamientos eficaces, la visibilidad del uso de psicodélicos significa que esos casos serán ampliamente difundidos, y con frecuencia sin explicar cómo los ensayos clínicos contribuyen al progreso científico.
Obligación ética de la comunicación científica
Independientemente de cómo cambie la percepción pública de los psicodélicos, investigadores y clínicos tienen la obligación de contrarrestar las declaraciones extremas cuando las detecten. Titulares que caen en la categoría de superentusiastas (por ejemplo: medicamentos maravillosos) o superescépticos (por ejemplo: locura) deben discutirse abiertamente.
Las afirmaciones exageradas caen en 2 categorías principales: clínicas y sociales. Clínicamente, los psicodélicos no son una cura para los trastornos mentales. No hemos encontrado evidencia que sustente esta afirmación, y aumenta el riesgo de inflar las expectativas de los pacientes. Dicho esto, hay que estar vigilantes por si aparecen afirmaciones negativas extremas que es probable que estén a punto de surgir. Después de todo, tenemos razones basadas en evidencia para creer que los psicodélicos podrían ser promisorios para tratar los trastornos mentales, aumentar el bienestar, y permiten avanzar en el estudio de los procesos psicológicos y neurobiológicos [2-7, 9, 10].
Conclusiones
Los investigadores deben estudiar los mecanismos de acción que puedan iluminar los fundamentos biológicos y los procesos psicoterapéuticos responsables del efecto terapéutico de los psicodélicos. Estos estudios pueden ayudar a depurar las aproximaciones terapéuticas y ayudar a identificar mejor sus dianas. Como científicos y clínicos tenemos el mandato ético de discutir las afirmaciones que no se sostengan por la evidencia disponible. Alentamos a nuestros colegas a ayudar a deflactar la inflada burbuja psicodélica para poder continuar con el arduo trabajo de determinar más precisamente los riesgos y beneficios de los psicodélicos.
Referencias
Un argumento único para todos. Comentario (31 de agosto de 2022)
S. Cercy
Para estar seguro, no tengo ningún interés en esta pelea psicodélica. Mi crítica a la posición del Dr. Griffiths y sus colegas es que se apoyan solo en la historia, el llamado Gartner Hype Cycle, para alertar sobre un supuesto camino a seguir en esta línea de investigación. Presentan exactamente cero evidencia de que inevitablemente se va a volver a presentar el mismo ciclo, como claramente sugieren. En el caso de las analogías a las que se refieren, las burbujas económicas, hubo señales de advertencia que fueron ignoradas por muchos antes de que “estallaran”. Desafortunadamente, la analogía es una forma débil de argumentación. La percepción pública y la cobertura de los ensayos clínicos por los medios de comunicación están fuera del control de los investigadores que los llevan a cabo, pero ningún científico creíble ha afirmado que los psicodélicos son una panacea. El escepticismo debe gobernar. Sin embargo, las advertencias emitidas por los autores son infundadas.
Los fármacos psicodélicos han reemergido como prometedores coadyuvantes a la psicoterapia en una variedad de problemas de salud mental. Recientes estudios clínicos de fase 3 indican que la 3,4-metoxinelendioximetaanfetamima (MDMA) es eficaz y es bien tolerada cuando se utiliza en el tratamiento del trastorno de estrés postraumático [1]. En estudios fase 2, la psilocibina – que se encuentra naturalmente en unos hongos – parece ser eficaz en el tratamiento de la depresión. La FDA ha designado a ambos como tratamientos innovadores, acelerando su aprobación [2]. Ha surgido interés comercial, y docenas de compañías están invirtiendo en el desarrollo de sustancias psicodélicas, cuyo valor en el mercado se estima que alcanzará los varios miles de millones de dólares [3].
Siempre y cuando los psicodélicos sean aprobados por la FDA, es casi seguro que se utilizarán no solo para sus indicaciones aprobadas, sino también para usos no indicados en las fichas técnicas aprobadas. La influencia de los sanadores contraculturales y espirituales puede también promover estos usos no aprobados o alternativos dentro del contexto médico. En este artículo, sin embargo, sacamos a la luz preocupaciones sobre problemas éticos y legales relacionados con la promoción al público y la publicidad de psicodélicos para indicaciones no aprobadas.
Cualquier aprobación de tratamientos psicodélicos se producirá con el trasfondo de florecientes clínicas privadas de neuroterapias y bienestar cerebral que promocionan el uso de medicamentos psiquiátricos y dispositivos médicos fuera de las condiciones autorizadas [4]. Por ejemplo, en EE UU hay más de 100 clínicas que anuncian el uso de la estimulación magnética transcraneal para indicaciones no aprobadas, algunas de las indicaciones anunciadas se apoyan en evidencia débil [5]. Cientos de clínicas ofrecen neuroterapias carentes de una base sólida de evidencia, tales como neurorretroalimentación, tanto para indicaciones clínicas como para “mejoría cognitiva” [6]. Es más, algunas clínicas promueven el uso no aprobado de ketamina para una variedad de indicaciones clínicas, así como para “el bienestar” y la “exploración interna” [7, 8]. Muchas de estas mismas clínicas se han preparado para comenzar a ofrecer psicodélicos, siempre y cuando obtengan la aprobación de la FDA [7].
Anticipamos tres importantes problemas éticos que podrían surgir con la aprobación de MDMA y/o psilocibina. Primero, la historia ha mostrado que las clínicas probablemente quieran aumentar el uso de estas sustancias y anuncien que los psicodélicos pueden tratar ciertas indicaciones de forma efectiva, incluso en ausencia de evidencia científica. Estas afirmaciones pueden ser engañosas para los pacientes, lo cual es especialmente preocupante desde el punto de vista ético cuando se trata de personas vulnerables que pueden tener que pagar cantidades significativas de su propio bolsillo.
Segundo, aunque los médicos pueden legalmente ofrecer productos para tratar problemas no indicados en la ficha técnica, la administración ética de un tratamiento requiere que los profesionales de la salud sean competentes, más allá de las credenciales de rigor. Los médicos sin entrenamiento adecuado pueden no ser capaces de tratar integralmente a pacientes con condiciones graves, tales como el trastorno bipolar o el trastorno de estrés postraumático. A este respecto preocupa que aquellos sin ningún entrenamiento médico puedan ofrecer tratamientos psicodélicos para problemas de salud mental, que pueda haber insuficiente personal de salud mental para consultar y guiar a los pacientes durante las sesiones psicodélicas.
En tercer lugar, es probable que haya una variación significativa en los protocolos y prácticas de dosificación fuera de etiqueta, lo que complicará los intentos de evaluar la eficacia de la MDMA y la psilocibina para indicaciones no aprobadas. A diferencia de los medicamentos “farmacológicos”, la administración de psicodélicos no involucra solo la dosis que se debe tomar en casa, la base de evidencia se ha construido en base a protocolos que típicamente incluyen sesiones de psicoterapia que generalmente proporcionan clínicos super especializados, junto con una serie sesiones pre y post experiencia. Dado que los interesados en obtener psicodélicos pueden optar por recibirlos en una clínica no autorizada, en lugar de a través de un ensayo clínico en el que podrían recibir placebo, los esfuerzos para evaluar su eficacia en un amplio abanico de indicaciones podrían fracasar. Es más, estos establecimientos pueden o no adherirse a las estrategias de evaluación y reducción de riesgos aprobadas por la FDA para los tratamientos con MDMA y psilocibina [9].
Desde la perspectiva reguladora, la publicidad y promoción de tratamientos para condiciones distintas a las aprobadas por parte de los prescriptores caen en una zona gris. Mientras que los fabricantes tienen limitaciones para promover sus propios medicamentos y dispositivos médicos para indicaciones distintas a las aprobadas, la FDA no ha establecido restricciones análogas para los clínicos. Esto no significa, sin embargo, que los clínicos carezcan completamente de regulación: La comisión federal de comercio de EEUU y los fiscales generales de los estados han tomado medidas contra las clínicas que promueven terapias sin fundamento, y pueden aplicarlas a clínicas que hacen afirmaciones engañosas sobre la eficacia de los psicodélicos para indicaciones no aprobadas. Las juntas médicas estatales también tienen un papel que jugar, ya que pueden tomar medidas contra las prácticas inapropiadas de prescripción y contra los que practiquen medicina sin licencia.
Una estrategia que debería ser estrechamente observada es la que de la autoridad de salud de Oregón que ha establecido una sección de servicios de psilocibina, abriendo la posibilidad de que facilitadores con licencia provean hongos. Estos facilitadores deberían recibir un mínimo de formación. Aunque este es un buen primer paso para regular las competencias de los terapeutas psicodélicos, todavía no está claro si los facilitadores tendrán la competencia necesaria para tratar condiciones psiquiátricas de forma segura [10]. La Sección de Servicios de Psilocibina de Oregón establecerá un sistema de licencias, formación y seguimiento. A partir de este modelo, los estados y los formuladores de políticas locales deberían financiar y desarrollar registros para hacer un seguimiento de los resultados, los acontecimientos adversos, las quejas de los pacientes y otra retroalimentación. La financiación se debe destinar también a ensayos clínicos pragmáticos iniciados por los investigadores en clínicas no aprobados o alternativas.
Con el gran entusiasmo del público, inversores extremadamente alcistas y cientos de clínicas de bienestar cerebral recientemente establecidas, todas las piezas están posicionadas para hacer una promoción expansiva de psicodélicos para usos fuera de etiqueta, por lo que su uso crecerá rápidamente más allá de lo que se considera seguro. Aunque el uso fuera de etiqueta puede ser una forma útil de proporcionar acceso a tratamientos prometedores, se debe hacer de forma responsable y con la vista puesta en los futuros avances de la ciencia médica basados en la evidencia; los reguladores, diseñadores de políticas, y las autoridades de salud deben analizar cuidadosamente y establecer barreras a la promoción y uso en de los psicodélicos para condiciones no aprobadas.
Referencias
Anticipando un renacimiento, muchas empresas de medicina psicodélica han realizado ofertas públicas iniciales, en las que las empresas privadas emiten nuevas acciones para vender al público, convirtiendo a las empresas en entidades que cotizan en bolsa [1]. En el momento de escribir este artículo, hay más de 50 empresas que cotizan en bolsa relacionadas con el desarrollo o la administración de drogas psicodélicas en EE UU, y al menos 3 están valoradas en más de US$1.000 millones. Se prevé que el mercado de las sustancias psicodélicas crezca de US$2.000 millones en 2020 a US$10.750 millones en 2027, una tasa de crecimiento que puede incluso superar la del mercado legal del cannabis en EE UU [2].
En el cuadro indicamos las principales empresas psicodélicas que cotizaban en bolsa en 2020 o 2021 [4, 5]. En este artículo analizamos los puntos clave para comprender mejor si esta onda de desarrollo de medicamentos financiada por la industria está siendo conducida de manera que permita hacer una evaluación fiable de la efectividad de los medicamentos psicodélicos.
¿Cómo hemos llegado hasta aquí?
El resurgimiento del interés en la medicina psicodélica se ha visto estimulado por el deseo popular de acceder a remedios y por la inversión comercial esperanzada en que los psicodélicos se conviertan en la próxima clase de medicamentos de grandes ventas. Esta tendencia se ha extendido a las políticas públicas y a la legislación. Los esfuerzos por descriminalizar las sustancias psicodélicas se han producido a nivel local en Denver, Colorado; Washington, DC; Oakland, California; y otros lugares. Oregón tramitó una legislación para legalizar el acceso a psilocobina como tratamiento para la salud mental, a pesar de que la evidencia que apoya esta práctica es insuficiente. Estos cambios regulatorios pueden afectar adversamente a la calidad y rigor de la investigación biomédica que se asocia normalmente al desarrollo de una nueva clase de fármacos.
Esta preocupación se sustenta en varios factores. Que nosotros sepamos, el National Institute of Mental Health (NIMH) ha financiado muy poca investigación relacionada con psicodélicos, y tampoco lo han hecho las principales empresas farmacéuticas o biotecnológicas. Es más, en los últimos años la industria farmacéutica ha estado, en muchos casos, disminuyendo o incluso retirando la financiación para la investigación de psicotrópicos [6]. A la vez, el interés en estas sustancias se ha visto estimulado por los resultados de un creciente número de investigaciones que parecen indicar que los fármacos psicodélicos pueden tratar varias condiciones, incluyendo la ansiedad del final de la vida, la depresión refractaria, el estrés postraumático, y el trastorno por uso de sustancias [7]. En 2018, la FDA designó a la psilocibina como terapia innovadora, después de lo cual la compañía farmacéutica COMPASS Pathways PLC comenzó ensayos clínicos de fase 2B para evaluar su uso en el tratamiento de la depresión resistente [8]. Este impulso comercial, asociado con la falta de actividad por parte de las empresas farmacéuticas establecidas, creó un hueco en el mercado que ahora está siendo cubierto por un conjunto de emprendedores que prometen tratamientos nuevos y efectivos para una serie de problemas de salud mental.
Confianza en la propiedad intelectual
Las empresas psicodélicas con ánimo de lucro tienen que generar grandes retornos financieros para sus inversores, y el camino más directo es la obtención de patentes para sustancias únicas o para sistemas de liberación. Psilocibina, mescalina, y dimetiltriptamina son todas sustancias que se dan en la naturaleza; por tanto, no pueden ser patentadas. Para obtener patentes, estas firmas luchan por generar un hueco específico en su paradigma terapéutico, tales como una indicación única, un sistema de liberación (ejemplo, sublingual, aerosoles, comprimidos de disgregación bucal), patentes de compuestos sintéticos (ejemplo, COMP360, COMPASS psilocibina patentada de Pathway), o asociaciones de sustancias (ejemplo, asociación de 3,4-metilendioximetaanfetamina [MDMA] – amida del ácido lisérgico [LSD] de la Mind Medicine Inc.). Esta aproximación puede ayudar a las empresas con ánimo de lucro a satisfacer a sus inversores, pero simultáneamente puede limitar la generalización de cualquier resultado clínico que descubran.
El papel de los centros médicos académicos
A medida que se amplían las actividades que realizan estas compañías, debemos reconocer que su influencia solo puede aumentar. Estas empresas son tan grandes que pueden financiar su propia investigación, la cual se suele realizar en centros médicos académicos. Esto es efectivamente una nueva iteración de la investigación patrocinada por la industria, la cual puede introducir sesgos en las etapas tempranas del desarrollo de los estudios, pudiendo incluso influir en las preguntas de investigación y en las respuestas obtenidas en un ensayo clínico dado.
Es decir, los centros médicos académicos no están en posición de llevar a cabo investigación completamente independiente. La financiación proveniente de fundaciones privadas es menor que la que está disponible para esta clase de investigación patrocinada por la industria. Por ejemplo, el centro Johns Hopkins para investigación de la conciencia y los psicodélicos se inició con US$17 millones de financiamiento privado mientras que el capital de mercado para ATAI Life Sciences es actualmente de aproximadamente US$1.900 millones [3].
Estos efectos han sido exacerbados por la falta de inversión en esta área por parte del NIMH, y el NIMH no ha iniciado proactivamente la investigación requerida para establecer los conocimientos necesarios sobre el mecanismo de acción y la efectividad clínica de esta única y potencialmente valiosa clase de fármacos. Esto contrasta con la extensa investigación llevada a cabo sobre el cannabis y los numerosos estudios sobre ketamina patrocinados por las principales agencias federales, incluyendo el NIMH.
Conclusiones
Si bien el entusiasmo popular, el impulso político y la inversión financiera en psicodélicos sigue creciendo, es importante que esta investigación mantenga el rigor científico y presente los resultados de forma desapasionada, con el objetivo de mejorar las terapias y el conocimiento sobre la mente, el cerebro y la consciencia que esta clase de moléculas pudiera proporcionar en los próximos años. La presencia a gran escala de empresas establecidas recientemente, como una categoría sin precedentes de grupos interesados puede ayudar a mejorar la comprensión de estas moléculas y sus posibles aplicaciones clínicas, pero estas empresas también tienen un conjunto único de intereses propios que deben ser comprendidos y considerados. Las investigaciones que faciliten estas empresas deben tener el mismo rigor científico que se espera de cualquier otra, incluso cuando estas sustancias representen una innovación importante.
Podría generarse tensión entre los ávidos defensores de esta clase de compuestos y el ritmo deliberadamente lento que adoptan los que insisten en el método científico, pero se requiere investigación rigurosa para tener una comprensión más completa de los riesgos y los beneficios de cualquier aplicación clínica de estas sustancias. La primera ola de investigación psicodélica se interrumpió por el conflicto entre fuerzas culturales y políticas. La ola actual de investigación psicodélica puede verse afectada por el conflicto emergente entre el entusiasmo empresarial y la deliberación científica.
Referencias