Winnie Byanyima critica en un artículo publicado por Statnews [1], la Declaración de Berlín de la Federación Internacional de Fabricantes y Asociaciones Farmacéuticas (IFPMA). Según la autora, en esta Declaración las empresas prometen trabajar por el “acceso equitativo durante las pandemias”, cuando son las que generaron inequidad en la pandemia por covid-19.
Además, la IFPMA propone que los gobiernos jueguen un papel más prominente en financiar, apoyar, eliminar el riesgo de las empresas y entregar los datos para la investigación y el desarrollo de medicamentos; y luego concedan el monopolio sobre los medicamentos resultantes a las grandes empresas farmacéuticas. Los gobiernos incluso tendrán que eximir a las empresas de los problemas de seguridad que puedan surgir por el uso de esos productos farmacéuticos.
En la gobernanza de la salud global, se considera desde hace años que las poblaciones que proporcionan las muestras de los patógenos que se utilizan en la investigación farmacéutica deben tener acceso a las terapias que resulten de la investigación. Sin embargo, las grandes farmacéuticas quieren que los gobiernos compartan los patógenos, sin estar obligadas a compartir los medicamentos y tecnologías médicas resultantes.
La IFPMA hace promesas vagas de que sus empresas garantizarán el acceso a los productos farmacéuticos en los países de ingresos bajos y medios (PIBM) a través de mecanismos voluntarios como donaciones, ventas a precios sin ánimo de lucro y licencias de medicamentos para ser manufacturados en fábricas ubicadas en el Sur Global. Pero son precisamente estas mismas medidas las que fallaron por completo al Sur Global durante la pandemia por covid-19.
Las medidas voluntarias suelen tener un alcance demasiado limitado. Por ejemplo, cuando Viiv permitió que el Banco de Patentes (Medicines Patent Pool o MPP) licenciara versiones genéricas de sus nuevos antirretrovirales de acción prolongada contra el VIH, la empresa excluyó a gran parte de América Latina y Asia. Lo mismo sucedió con las terapias covid de Pfizer y Merck, y con las condiciones del acuerdo alcanzado por BioNTech para abrir plantas de producción de vacunas en Ruanda y Senegal (se trata de plantas prefabricadas que gestionarán científicos de la compañía alemana. Es un puesto de avanzada de su monopolio, no una transferencia de tecnología a los países africanos).
Las donaciones también demostraron ser totalmente insuficientes en esta pandemia, y a veces se otorgan sin coordinar y sin tener en cuenta las necesidades de las poblaciones locales.
La industria farmacéutica también promete licenciar más vacunas y tratamientos a empresas del Sur Global. Pero cuando se les pidió que lo hicieran durante la pandemia de Covid-19, se negaron. El mecanismo para intercambiar tecnología relacionada con el covid que estableció la OMS fue boicoteado y ridiculizado por las grandes farmacéuticas. El CEO de Pfizer incluso calificó el programa de “tonterías, y … también peligroso”.
Los fabricantes de vacunas covid-19 Moderna, Pfizer y BioNTech, han rechazado las solicitudes de la Organización Mundial de la Salud para compartir su tecnología de la vacuna de ARNm con 15 PIBM. Sin la cooperación de estas empresas, transcurrirán años hasta que la red de laboratorios de Sudáfrica pueda comenzar a hacer vacunas. Las patentes amplias y extravagantes que ha solicitado Moderna amenazan el programa, y BioNTech incluso ha contratado a una consultora para presionar contra el proyecto.
En la lucha contra el VIH/SIDA, la implacable presión pública finalmente obligó a las empresas farmacéuticas a aceptar medidas voluntarias para mejorar el acceso de las personas en los países en desarrollo a los medicamentos que salvan vidas. Pero depender de la presión pública no es una forma segura ni sostenible de garantizar que los PIBM puedan luchar contra amenazas mortales.
Esta declaración se hizo justo cuando los gobiernos están negociando un tratado pandémico, un acuerdo internacional que decidirá cómo responde el mundo a futuras pandemias. El tratado podría contribuir a sentar las bases para que la respuesta a una próxima pandemia sea más justa, pero si los políticos escuchan a las grandes farmacéuticas podría perpetuar las mismas estrategias que sacrificaron innumerables vidas durante las pandemias de covid-19 y VIH / SIDA. Es por eso que la Alianza Popular para las Vacunas (People’s Vaccine Alliance) ha publicado hoy una refutación exhaustiva a las afirmaciones engañosas hechas en la Declaración de Berlín [2].
Si los líderes mundiales quieren que la próxima pandemia sea diferente a las de covid-19 y el VIH/SIDA, no pueden aceptar palabras amables y promesas voluntarias al pie de la letra. Las grandes empresas farmacéuticas son entidades con fines de lucro. Sus intereses radican en asegurar monopolios para las enfermedades existentes y futuras pandemias. Los líderes mundiales deben ignorar las promesas de la industria y, tratar de construir un sistema más justo y equitativo que incluya todas las medidas necesarias para combatir las pandemias que afectan a todos, en todas partes del mundo.
Fuente Original