En estos momentos de crisis en la salud internacional y nacional por la pandemia de covid-19 -somos el segundo país del mundo con más muertes por esta enfermedad-, es muy importante concentrarse en luchar por el acceso a las vacunas, con equidad. La equidad es importante como garantía de la justicia social, pero también como requisito para el ansiado control de la pandemia. Por lo tanto, se debe garantizar que los ciudadanos brasileños puedan acceder a las vacunas contra el covid-19 con igualdad.
El Programa Nacional de Inmunización (PNI) del Sistema Único de Salud (SUS) ha sido muy exitoso, tiene experiencia en campañas de alcance nacional y reconocimiento internacional. Sólo apoyándolo plenamente y otorgándole los incentivos financieros y operativos adecuados se puede garantizar el acceso equitativo, efectivo y seguro de la población a las vacunas.
Dada la magnitud de esta campaña de vacunación, que pretende cubrir a toda la población, y la limitada oferta de vacunas en el mercado internacional, países como Brasil han establecido prioridades de vacunación basadas en criterios epidemiológicos y de vulnerabilidad social.
Sólo el SUS, a través del PNI, puede garantizar la vacunación de toda la población brasileña en base a estos criterios. Para alcanzar el objetivo se requieren jeringas, agujas, insumos de bioseguridad y logística y competencia adecuadas. Las vacunas, que provienen de acuerdos de compra y transferencia de tecnología ya establecidos con las empresas Sinovac y AstraZeneca, deben constituir la columna vertebral de la campaña de vacunación en Brasil, bajo la coordinación del PNI.
En una sociedad como la nuestra, marcada por grotescas desigualdades sociales, es moralmente inaceptable que la capacidad de pago se convierta en un criterio de acceso preferente a la vacunación contra el covid-19. Si esto ocurre, se desmantelará el sistema de prioridades basado en el riesgo de infectarse, enfermar y morir. Por lo tanto, es inaceptable permitir que las personas con dinero se salten los periodos de espera para vacunarse adquiriendo las vacunas en clínicas privadas.
Por eso preocupa el anuncio que se hizo el 3 de enero informando que las clínicas privadas están negociando la importación de 5 millones de dosis de vacunas que Bharat Biotech está desarrollando en India.
En el Reino Unido, para evitar la desigualdad social en el acceso a la vacuna covid-19, el gobierno y las empresas han establecido acuerdos para impedir que las clínicas privadas compren las vacunas, al menos hasta que una gran parte de la población haya recibido las vacunas en el Sistema Nacional de Salud (NHS). Es el ejemplo que podemos seguir.
Las consecuencias perjudiciales de la venta de vacunas covid-19 en las clínicas privadas, como las que se describen a continuación, van más allá de profundizar el abismo social de Brasil:
La sociedad brasileña y sus instituciones democráticas están en alerta. Permitir la vacunación en las clínicas privadas puede impactar negativamente el control de la pandemia, aumentar las desigualdades sociales en salud y los riesgos inherentes a la prolongación de la circulación del virus en la población. La comercialización de la vacuna no será tolerada por un Brasil que lucha por la vida, por un país más justo y solidario.
Puede ver el nombre de las entidades firmantes en el enlace que aparece en el encabezado